Una visita inesperada

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- Mi señora Zafiro –dijo la perla azul haciendo una reverencia-. Alguien solicita audiencia con usted.

Zafiro suspiró por lo bajo. A pesar de las muchas veces que se lo había pedido, su perla no se acostumbraba a dirigirse a ella sin títulos ni reverencias. Al final había cedido, pero siempre le molestaba un poco aquel atavismo de la época de la Gran Autoridad del Diamante. Habían hecho aquella guerra para que todas las gemas pudieran convivir en igualdad y armonía, pero muchas estaban demasiado acostumbradas a las viejas formas.

- Claro, Perla. Tráela ante mi presencia.

- Como ordene, mi señora.

A su lado estaba un gran número de tabletas holográficas con los asuntos más urgentes que requerían su atención. Muchas de esas responsabilidades podían ser atendidas por funcionarios menores; pero desde que tuvo que hacerse cargo del gobierno de Homeworld, había adquirido la costumbre de estar ocupada constantemente, casi sin permitirse descansar.

Solo así había podido ir superando la pérdida de su adorada Rubí.

Al principio, Connie y Steven la habían ayudado a lidiar con su infinito dolor. Solo ellos pudieron impedir que se derrumbara en los espantosos primeros días tras la pérdida del amor de su vida. Ambos le robaban horas al descanso y la alimentación, que para ellos era indispensable. No la dejaban sola ni por un instante. Mientras uno de ellos descansaba un poco, el otro se quedaba a su lado para animarla y confortarla.

Después, ya no hubo tiempo para el dolor. Su mundo y sus amigos la necesitaban. Homeworld se iría al caos absoluto si no había alguien capaz que se hiciera cargo del gobierno; y por fortuna o por desgracia, ella era la gema de más alto rango del ejército victorioso. Todos estuvieron de acuerdo en que sería mucho más fácil someter a los últimos enemigos y reconstruir Homeworld si ella gobernaba. Las gemas estaban demasiado acostumbradas a las jerarquías, a someterse a la más alta autoridad disponible. No había otra gema aristocrática con un mayor rango que ella

Así que comenzó a trabajar día y noche durante mucho tiempo, sin descansar. Los últimos enemigos fueron derrotados. Sus amigos y consejeros regresaron a la Tierra, y ella se vio sola ante un mar de responsabilidades. Pero ya estaba lista para hacerse cargo y no desfallecer. Steven y Connie se habían encargado de hacerle ver sus deberes con toda claridad, y ni ella ni su mundo podían agradecer lo suficiente todo lo que ambos les habían ayudado.

Homeworld era ahora un mundo completamente distinto. Aunque había perdido su antiguo esplendor, era una comunidad mucho más pacífica y solidaria. Más encaminada hacia el beneficio común y el cuidado de su ambiente. Y gracias a su relativa estabilidad, habían vuelto la mirada al desarrollo de la ciencia y la tecnología con fines pacíficos y de exploración del universo.

Cuando su perla regresó, Zafiro estaba tan ocupada que no advirtió inmediatamente a la persona que la acompañaba. Solo hasta que estaban muy cerca volteó a verla. Era una criatura frágil, un poco encorvada y decrépita de una manera desconocida para ella.

La miró con interés y algo de piedad por su condición. Se acercaba caminando con lentitud; y por la expresión de su rostro, parecía que cada paso le producía dolor y sufrimiento. Pero había una llama en su mirada, una determinación que Zafiro había visto antes.

La visitante la miró a través de sus anteojos y le habló con voz cascada, pero firme:

- Hola, Zafiro. ¿Tanto he cambiado? ¿Ya no te acuerdas de mí?

Zafiro retiró el cabello de su único ojo y la miró asombrada. Inmediatamente sonrió y se acercó para abrazarla.

- ¡Connie! ¡Cuánto me alegra verte!

Te he esperado tanto tiempo... (Lapiven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora