Una buena perdedora

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Connie y Steven hablaron al mismo tiempo.

- Hemos decidido que... nos vamos a casar.

Lapis se quedó paralizada. Por un momento, creyó no haber escuchado bien; pero ellos seguían tomados de las manos, y Steven besó la de Connie.

- Perdón –dijo Greg-. Creo que no escuché bien. ¿Qué es lo que acaban de decir?

- Nos vamos a casar, papá – Steven y Connie sonreían, mientras volteaban a verse e intercambiaban sonrisas.

Tal como le ocurrió 5 años antes, Lapis sintió que su vista y su razón se nublaban. ¿Casarse? Es lo que los humanos hacían para formar una pareja permanente...

Entonces, ¿ahí se acababa todo? ¿Ese era el fin de cualquier esperanza para ella?

- Lapis, ¿sabes dónde está Peridot? –dijo Steven -. Nos encantaría que ella y tú fueran nuestras madrinas de boda.

Lapis aprovechó ese pequeño momento para desviar la mirada y luchar contra las lágrimas que amenazaban con quebrar su voz. No podía... no debía permitir que la vieran llorar.

- Yo... Perdón. Ella ya debería estar aquí, ¿saben? V-voy a buscarla de inmediato.

Sin dar tiempo a que contestaran, invocó sus alas de agua y se fue. Todos quedaron sorprendidos por la intempestiva partida de la gema azul.

***

Lapis dio rienda suelta a su llanto cuando estuvo segura de que nadie la veía. Jamás había llorado tanto. ¿Qué iba a hacer ahora?

Quedarse en la Tierra no era una opción, pero Homeworld era ahora un lugar difernte en donde ya no tenía absolutamente nada. ¿Qué podía hacer, entonces?

Estuvo volando sin rumbo durante varios días y noches, deteniéndose solamente para descansar un rato y ponerse a llorar nuevamente. Cuando su dolor disminuyó un poco, comenzó a pensar en Steven. Extrañamente, comenzó a recordar todos los momentos maravillosos que había vivido con él. No habían sido muchos, pero los llevaba en lo más profundo de su alma.

Un día se dio cuenta de que sobrevolaba una de las ciudades que Steven le había enseñado: Ciudad Imperio.

Las palabras que ambos dijeron aquella vez resonaron en su memoria:

- Lo que pasa en la ciudad se queda en la ciudad.

- ¿Y... Qué es exactamente lo que pasa en la ciudad?

- Bueno... veamos. Si vivieras aquí, podrías tener un departamento genial...

¿Vivir en la ciudad? ¿Mezclarse con los seres humanos?

¿Qué otras opciones tenía?

Se secó las lágrimas y decidió bajar para ver la ciudad a ras del suelo. Había aterrizado en un lugar con bastante flujo de gente, pero ellos apenas se le quedaban viendo con cierta curiosidad por su belleza y su color de piel. Quizá pensaban que trabajaba en alguno de los muchos teatros que presentaban espectáculos de cuerpos pintados.

Llegó hasta un arco en el cual se leía: "Barrio latino". Estaba lleno de gente de todo tipo. Caminó unas cuantas calles sin ser molestada y pronto llegó a la entrada de un restaurante, en el cual sonaba una melodía que le atrajo la atención:

Y si él supo darte más amor.
Supo llenarte más que yo...
Claro que se perder.
Claro que se perder.

No tienes por qué disimular.
Esas lágrimas están de más.
Si tienes que irte, vete ya.

Te he esperado tanto tiempo... (Lapiven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora