Nuevas esperanzas

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- ¿Estás segura de que querrá venir, Zafiro? -dijo Steven, dubitativo. Desde que regresaron al palacio, los temores y los recuerdos volvieron a inquietarlo.

- ¿Y por qué no habría de hacerlo, Steven? Después de todo, siempre ha sido nuestra amiga.

- Es que... ¿Sabes? Peridot se fue de la Tierra sin siquiera despedirse de nosotros. Hace más de 90 años que no la veo, y me temo que pueda albergar malos sentimientos hacia mí... Y hacia mi hijita.

- ¿A qué te refieres, Steven? -dijo Zafiro, sin parecer muy sorprendida.

Steven le contó todo lo que pensaba; todos sus temores y sospechas. Cuando terminó, Zafiro solamente se acarició levemente la barbilla.

Él la miraba ansioso. Estaba seguro de que utilizaba su visión futura para predecir los posibles resultados de la entrevista. Sin embargo, su rostro no dejó traslucir ninguna emoción.

- Mira, voy a llamarla y ella estará aquí muy pronto -dijo al fin-. Habla con ella y trata de comprenderla, Steven. Ha sufrido mucho todos estos años y, para poder sobrevivir, ha puesto una coraza de trabajo en torno a su corazón. Le pasó lo mismo que a mí, salvo que Rubí no me dejó por alguien más, ¿entiendes? Cuando Peridot te vea, todos sus recuerdos y resentimientos se le van a aparecer de golpe. Ten paciencia. No te desesperes y trátala bien; incluso si ella no hace lo mismo.

Steven se tragó su angustia y asintió. Después de todo, le debía alguna explicación a Peridot. O al menos, así lo sentía.

Zafiro llamó a Peridot y esbozó una ligera sonrisa. De nuevo, no estaba segura de lo que iba a pasar; pero había un factor que podía inclinar la balanza. Quizá podrían contar con ello. Y si no, todavía tenían otros técnicos a quienes podían recurrir.

Steven, con ayuda de su hija, había salvado a Homeworld por segunda vez. Por su honor, no les podía fallar de ningún modo.

***

- Entonces, me estás pidiendo que te ayude a traer a la vida de nuevo a tu... A tu esposa. ¿Cierto?

- A tu amiga, Peridot. Y sí: es mi esposa, y la madre de mi hija.

Peridot lo miraba, intentando ocultar sus emociones por todos los medios. A pesar de que había escuchado el resultado de la batalla final contra los rebeldes y sabía quiénes intervinieron en la lucha, se sorprendió mucho cuando tuvo a Steven frente a ella.

Steven nunca olvidaría aquella mirada. Hacía tiempo que nadie lo miraba con esa mezcla de desprecio, tristeza, y resentimiento.

A petición de Zafiro, Peridot accedió a escuchar a Steven. Él se sentía muy nervioso y le costó trabajo articular un discurso coherente y fluido. Hablaba, y al mismo tiempo estudiaba las reacciones de la gema verde para sondear la menor posibilidad, la más leve esperanza de que accedería a ayudarlos.

El rostro de Peridot transitó del fastidio al interés, luego a la tristeza, y finalmente adquirió una expresión fría y distante. Cuando Steven terminó su improvisado discurso, Peridot se tomó unos momentos para resumir su petición y dar su respuesta.

- Lo siento, Steven. Me temo que no puedo ayudarte. Tengo demasiado trabajo pendiente. No puedo distraerme, y tampoco estoy segura de querer hacerlo.

Steven suspiró por pura tristeza y frustración. En realidad, ya esperaba la negativa de Peridot; pero no por eso dejó de sentir una tremenda decepción. Albergaba la esperanza de que entendiera; de que deseara ver de nuevo a su antigua compañera de armas y del granero. De que todo lo que vivieron en la Tierra, antes de la Guerra, tuviera algún significado.

Pero no resultó así.

- Peridot -dijo Steven, tratando de aparentar una calma que no sentía-. Puedo entender que no tengas tiempo. Pero, ¿que no quieras? ¿Acaso Lapis no era tu amiga? ¿No te gustaría verla de nuevo, si es que existe alguna posibilidad de que regrese?

Te he esperado tanto tiempo... (Lapiven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora