Te he esperado tanto tiempo

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- ¿Estás segura, mi vida? -dijo Steven, abrazando por la espalda a su preciosa gema azul-. ¿De verdad quieres hacer eso en la víspera de nuestra boda?

- Claro que sí, mi amor -dijo Lapis, tomando su barbilla con la mano y dándole un suave beso en los labios-. Es lo menos que puedo hacer por ella. Demostrarle mi gratitud por hacerme abrir los ojos, y enseñarme a pelear por el amor. 

- Tienes razón, corazón. Le debemos demasiado; y yo incluso más que tú. Hace tiempo que no me paro frente su tumba.

Lapis se desasió por un momento de los brazos de Steven. Lo suficiente para darse la vuelta y abrazarlo por el frente. Ambos se dieron un apasionado beso, y ella se refugió en el amplio pecho del muchacho.

- Me da tanta pena cuando pienso en ella, corazón. Le guardé rencor durante mucho tiempo, pero ella jamás me hizo nada malo. Ni siquiera peleó por ti. Las circunstancias se dieron, y simplemente se quedó contigo.

Steven se resistió con todas sus fuerzas, y no hizo ningún comentario. En el año que había transcurrido desde su reconciliación, había aprendido perfectamente a leer las emociones de su amada. En ese momento, ella no necesitaba explicaciones ni observaciones: necesitaba ser escuchada y comprendida.

- Pero hizo cosas tan maravillosas. Por ti, y por mí -continuó Lapis-. La verdad, yo no sé si hubiera podido hacer lo mismo, de estar en su lugar.

- Con mayor razón debemos aprovechar su regalo, corazón. Mañana a primera hora te guiaré hacia el cementerio.

- Gracias, mi vida -dijo la gema, poniendo la mano sobre la de él.

***

El año transcurrido desde que leyeron las cartas de Connie fue una verdadera luna de miel para ambos. Fue un tiempo lleno de pasión e intensidad, desde el mismo momento en que se reencontraron en el granero. Se abrazaron y besaron con tal frenesí, que sus sentimientos se desbordaron. Apenas pronunciaron palabra alguna antes de que sus ropas desaparecieran y se amaran hasta la saciedad total. Las disculpas y las palabras de amor vinieron después, cuando sus cuerpos ya se habían dicho todo lo que necesitaban.

Por unos días, ambos vivieron como si el resto del mundo hubiera desaparecido. Se dedicaron a amarse, a explorar hasta el último rincón de sus cuerpos; interrumpiéndose solamente para comer y dormir. Casi siempre preferían estar en su cama, pero al poco tiempo tuvieron la idea de ver las estrellas nocturnas arriba del silo.

El espectáculo era maravilloso, relajante, y muy propicio para las caricias y el romanticismo. No se resistieron e hicieron el amor en aquel lugar, bajo el brillo de las estrellas y la inmensidad de la bóveda celeste. Desde entonces, aquel sitio se convirtió en uno de sus favoritos; y vivieron interminables noches de pasión a la luz de los astros. Varias veces, Steven estuvo a punto de caer; pero su amada siempre estuvo ahí para salvarlo, recogiéndolo en pleno vuelo y llevándolo una vez más al singular sitio lleno de fervor y adrenalina.

Hubieran seguido así por mucho tiempo más, pero llegó el día en que la familia de Steven quiso saber de él. A partir de entonces, su rutina varió un poco. Ahora iban a visitar a los hijos de Steven al menos una vez cada quince días, gozando también del calor y la compañía de toda la familia.

Muy pronto Lapis fue considerada un miembro más, como si fuera la legítima esposa de Steven padre. Los niños la adoraban, sobre todo cuando por fin le tuvieron la suficiente confianza para permitir que los llevara a pasear, en un breve vuelo con sus alas de agua. La "tía Lapis" se convirtió en la más popular y querida de todas, y el resto de los adultos casi tenía que obligar a los niños a a dejarla tranquila, para que le permitieran comer y convivir un rato con Steven y los demás.

Te he esperado tanto tiempo... (Lapiven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora