Nuevos recuerdos

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- Nunca pensé que tendría el valor de volver aquí, Steven.

- ¿Y cómo te sientes?

- La verdad, después de todo lo que hemos vivido... Siento como si lo hubiera superado. Y todo fue gracias a ti.

La gema azul recargó su cabeza en el hombro del chico, y él le rodeó los hombros con el brazo.

Esas demostraciones de afecto, que hacía solamente un mes hubieran sido impensables, se habían convertido en gestos cotidianos. La estrecha convivencia y el apoyo mutuo que se daban los había acercado en todos los sentidos.

Tan pronto como Steven superó su adicción al alcohol, iniciaron el proceso curativo de Lapis. No había sido algo planeado, ni siquiera hubo una propuesta. Fue algo que se dio espontáneamente, durante sus paseos. A veces pasaban por lugares que a ella le traían malos recuerdos, y Steven la tomaba de la mano para animarla a visitarlos juntos.

- ¡Vamos, Lapis! Yo estaré contigo. Vamos a construir recuerdos nuevos que entierren a los malos para siempre.

Al principio, Lapis oponía mucha resistencia; pero el cariño y la suave insistencia de Steven acababan por hacerla ceder. Steven consideraba un deber el hecho de ayudarla a superar sus traumas pasados, tal como ella lo ayudó a superar su adicción.

El recorrido había sido difícil, una especie de regadío de lágrimas para Lapis; pero Steven siempre estaba ahí para consolarla y reconfortarla. A veces pasaban horas enteras abrazados, mientras Lapis lloraba y se refugiaba en sus brazos. Él la abrazaba, acariciando su espalda y pasando suavemente la mano por su gema y su piel desnuda. Este contacto tan suave siempre la tranquilizaba, la hacía sentir bien, y terminaba acurrucándose contra él con más fuerza. Cuando Steven sentía esto, la abrazaba muy fuerte, y le repetía varias veces:

- Aquello ya pasó, Lapis. Deja que el pasado se borre de tu mente. Ahora estoy contigo. Yo te voy a cuidar, tal como tú lo hiciste conmigo.

Y ella se dejaba acunar por sus palabras. Y sentía que el amor que siempre había sentido por él crecía y crecía, hasta convertirse en algo inmenso que la sobrepasaba poco a poco. En una sensación que bañaba todo su ser, y le ayudaba a enterrar un pasado lleno de sufrimientos injustos e inmerecidos.

Ahora estaban sentados en un escalón de la Distorsión Galáctica, muy cerca del sitio donde había sido apresada en el espejo. Steven ya estaba al tanto de la manera en que había sido atrapada, pero no tenía idea del despiadado interrogatorio y las torturas a la que la fue sometida. Lapis se detenía casi a cada frase para secarse las lágrimas o refugiarse en los brazos de Steve; y él la abrazaba, llorando también, y casi sin poder creer todas las crueldades y desesperanza que Lapis había padecido durante sus miles de años de existencia.

¿Quién podría sorprenderse de su desinterés por un mundo que la había tratado con tanta crueldad? ¿O de su desconfianza por aquellos que la habían traicionado, lastimado o utilizado? ¿O los que se habían negado a ayudarla por prejuzgarla sin conocerla?

- No tienes idea de cuánto sufrí, Steven... Ni siquiera fueron las torturas, o el encierro. ¡Fue la desesperación! Y lo peor de todo, fue que a veces se acercaba alguien a quien reconocía, y me podía haber ayudado; ero no lo hizo... ¡Nunca lo hicieron, Steven!

Lapis se aferraba a él, sollozando; mientras Steven la acariciaba y la cubría con sus brazos. Cuando consiguió tranquilizarse un poco continuó hablando.

- Pero entonces llegaste tú... No me conocías, y sin embargo me ayudaste. ¡Me liberaste! Y desde entonces siempre he podido contar contigo. En aquellos días y también hoy, eres el único amigo que he tenido en toda mi vida...

Te he esperado tanto tiempo... (Lapiven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora