EL TRATO (USA X PERÚ)

XXXIII. Tiempo

Perú llego de la escuela y se dejó caer sobre su cama, olfateando el olor a jabón de sus sabanas, apreciando esos minutos de total relajación. Pero había algo desde hace un par de tardes interrumpía su paz. Tomo a regañadientes su celular, abrió sus mensajes y busco ese contacto que tanto malestar le causaba.

"El innombrable", así lo había guardado, iba a presionar su nombre y borrarlo, pero su pulgar temblaba. 

Una ves más, se había levantado ese día con la firme convicción de cortar lazos con el americano, solo para usar la escuela como excusa de no haberlo hecho y regresar en la tarde. Siempre se acobardaba. No entendía la razón de su duda.

Recordaba con horror como el americano lo había tocado, pero también en sus recuerdos aparecían esos ojos azules llorando. Cuando pensaba en eso, una extraña mezcla de emociones crecía en su estómago, su corazón palpitaba con fuerza y el aire parecía no alcanzar sus pulmones.

"Estúpido" pensó Perú de sí mismo, agarrando determinación del aire "ya no lo pienses, solo hazlo". Dejaría todo por la paz y seguiría el consejo de Chile, volvería a una vida normal y dejaría a USA y ese trato a sus espaldas. Nada era más importante que estar ahí para México... ¿cierto?

>>¿Borrar contacto?

< si > <no>

Movió su pulgar e iba a seleccionar su opción cuando alguien abrió su puerta con brusquedad.

-Si, adelante, pase usted- respondió Perú sarcástico y bajo su teléfono.

-¿Esta desocupado?- pregunto Colombia, Perú solo se encogió de hombros- México necesita nuevas medicinas y los supresores de Honduras se agotaron. ¿Puede ir a la farmacia?

Perú se levantó de golpe y asintió con la cabeza "México necesita a su familia".

Aprovecho para mirar su cajón, también se estaba quedando sin supresores. Tomo la receta que Colombia le ofrecía, pero antes de bajar las escaleras, el mayor lo llamó:

-Oiga parce, ¿ya arregló las cosas con Corea del Sur? La pobre está muy triste porque ya no le habla.

-No, yo... he tenido mucho en la cabeza- murmuró.

-Hable con ella, lo extraña.

Perú no respondió, bajo las escaleras con prisa, como quien se hace el idiota que no escucho nada. Afuera, tomo una de las bicicletas y salió de la propiedad. 

La casa estaba en medio de una zona boscosa y llena de nopales y otras plantas un tanto más tropicales. El camino de tierra dirigía a la carretera, donde en menos de 10 minutos caminando podrías llegar a la ciudad. La propiedad era su difunto abuelo, Imperio de Castilla. Tenía vagos recuerdos de él, para Perú, ese anciano siempre le causo miedo.  

Fue un rápido trayecto, solo tardó poco más de media hora en ir y regresar con las cosas.

-¡Colombia!- gritó apenas entro en la casa, pero nadie le respondió. La casa estaba sepulcralmente callada- ¿Colombia?-

Solo había silencio... excepto por unos sonidos nada buenos viniendo el cuarto de México. Con prisa, subió los escalones de dos en dos y abrió la puerta de su hermano, la escena que encontró lo horrorizo.

-Perú, llama a emergencias- Argentina presionaba con ritmo el pecho de México, quien yacía pálido e inconsciente, mientras Colombia preparaba una inyección- ¡AHORA!

Chile entró en ese momento, con lo que parecía una mascarilla y un tanque de oxígeno, aparto con brusquedad al paralizado peruano.

-¡PERÚ LLAMA A LA PUTA AMBULANCIA!- volvió a gritar el argentino.