XIV. Acciones insensatas y reencuentro esporadico

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Un americano bastante enojado miraba con detenimiento la pantalla de su computadora. Lo que sea que había hecho la china, tenía sentido, y le molestaba que esa idea no se le hubiese ocurrido a él.

Redactó un correo con su visto bueno y se recargó sobre su asiento, deseando que ese día terminará.

Tomo su celular y abrió una aplicación, para seleccionar la cafetería y hacer su pedido. Se entretuvo pensando en alguna combinación de sabores que le pudiese interesar. Puede que lo hubiesen corrido del lugar, pero no significaba que no podía seguir ordenando de ahí.

En este punto, era más habito que convicción propia, además, sentía que era la única forma de mantener un lazo con el peruano, aún si en realidad no existía relación alguna.

De pronto, lo asalto la necesidad de salir de ahí. Se levanto, tomo su saco y se encamino al elevador. Solo daría una vuelta a la manzana y regresaría para continuar con su trabajo, algo simple.

Una chica lo miró y le sonrió coqueta, él respondió y le guiño un ojo, pues la joven se veía bastante atractiva con su falda azul marino. Llegaron a la planta baja y ella se encamino al escritorio de recepción, sin dejar de lanzar miradas en su dirección. USA se encogió de hombros y, sonriendo, se encamino hasta allá, listo para coquetear, si tenía suerte, podría asegurarse una agradable conquista para esa noche.

Mientras, afuera del gran edificio, había un joven tratando de ubicarse con su teléfono en mano.

-Lo siento- se disculpó Perú cuando choco con una mujer algo pasada de peso y trajeada. Se apresuro a levantar el portafolio de la mujer y entregárselo, con un notable rubor en las mejillas.

-Fíjate por donde vas- le contestó molesta antes de continuar con su camino.

Perú se mordió el labio. Había perdido la cuenta de cuantos edificios, tiendas y casas había visitado en esos tres días, siguiendo una imagen de un mapa sin indicaciones claras. El valor que le tomo entrar a esa torre llena de gente en trajes parecía haberse quedado en la entrada.

Se sentía tan fuera de lugar que el impulso de salir corriendo lo dominaba. "Aquí no es", soltó su labio inferior y dio media vuelta.

-¿Puedo ayudarte en algo?- una recepcionista trajeada de negro miro al chico con una sonrisa amable. Esperaba que el desconocido le diera la excusa perfecta para ignorar el coqueteo que se traía su compañera con el americano. Le dio ternura como el chico se acercó con timidez, como un cachorrito perdido.

-Ho-hola señorita- la saludo con una sonrisa tímida.

-Buenas tardes- respondió ella con una sonrisa. Perú dudó, no sabía que decir. "Estoy buscando a un sujeto rubio, alto, que siempre pide café del lugar donde trabajo ¿lo habrá visto?", si, una pregunta del todo casual y super especifica.

-¿Estas perdido?- pregunto ella, dejando salir un poco de sus feromonas, queriendo tranquilizar al pequeño omega. El olor de otro alfa no pasó desapercibido para el americano. Aparto la mirada de la chica con la que estaba, con la intención de ordenarle al alfa inferior que no apestará su espacio, cuando el corazón le dio un hueco.

-No, bueno, gracias de todas formas, adiós- musito Perú y se apresuró a buscar la salida. USA se quedó perplejo unos segundos antes de salir corriendo detrás del peruano.

-¡Hey!- la chica lo llamó molesta por que la dejarán sin explicación, mientras que la otra no pudo evitar sonreír con malicia.

Perú salió a la calle y miro de nuevo la imagen, esperaba que en la siguiente cuadra tuviese mayor éxito. Pero no dio ni tres pasos cuando una mano lo sujeto del brazo. Con pánico, Perú trato de zafarse de quien fuera que lo sujetara, incluso se volvió con la intensión de patear al desconocido.

EL TRATO (USA X PERÚ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora