XLVIII. La separación

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Losamantes descansaban algo cansados en la triste excusa de cama. Rusia se abrazómás al mexicano, enterrando su rostro en su pecho, disfrutando el olor de su sudor y feromonas, mientras el mexicano sonreía contento por la cercanía de este.

Entonces el sonido metálico y familiar del elevador los sorprendió y obligo a despertarlos.

-Mierda- soltó México, repentinamente consciente. Miro al chico que dormía en sus brazos, su cerebro parecía no querer procesar lo que paso anoche, más la evidencia era más que obvia. Rusia tenía varios chupetones y ligeras mordidas en su pecho, seguramente México estaría igual, además sus ojos violetas lo miraban con sorpresa, sí, pero sin una sola pizca de arrepentimiento. Ambos estaban desnudos. El rubor cubrió por completo el rostro del mexicano.

-Mierda, mierda- repitió una y otra vez, sin saber cómo actuar.

-Buenos días- dijo el menor con su voz grave y una sonrisa altiva, atrajo el cuerpo de su amado para intentar depositar un beso en sus labios.

-¡Ni que buenos días ni que nada! Dios, rápido vístete. ¿Qué van a pensar de verte aquí conmigo? - México se escabulló con prisa de sus brazos, buscando sus ropas.

-Que soy un chico con suerte- contestó el ruso, sin apartar la mirada del cuerpo desnudo y marcado del otro. México se sonrojo por esa respuesta.

-No seas cabron y vístete- pidió con un hilo de voz. 

Rusia no sabía bien que hacer, una parte de él quería arrastrar a México de regreso a la cama y repetir las acciones de la noche anterior, pero su lado lógico le decía que debía hacer caso y seguir sus instrucciones.

En definitiva, esta no era la mañana romántica con la que había empezado a soñar desde hacía semanas. En su cabeza, México lo despertaría con un beso tierno, le diría una que otra cosa romántica, él lo tomaría entre sus brazos y lo besaría con más fuerza, disfrutando el sabor de sus labios, susurrándole cuanto lo amaba, solo para que ambos rieran de cualquier cosa, antes de levantarse y bajar juntos a desayunar.

Pero el México de la realidad no le dirigía la palabra, es más, ni lo miraba, y estaba más concentrado en buscar su ropa, como si le avergonzará pasar un segundo más en su presencia. Rusia suspiro frustrado mientras se levantaba, se coloco su abrigo y pantalones.

Mientras México se movía a una velocidad rápida, pero constante, la sensación de que algo importante había ocurrido, pero no podía definir en qué. Por ahora, solo sabía que el cosquilleo de su celo se había calmado, algo extraño, dado que en teoría debería durar otro par de días. ¿El sexo con Rusia fue tan bueno como para quitarle las ansias? No lo sabía, pero debía admitir que la noche con el chico fue... más allá de satisfactoria. También recordó todas las cosas bonitas que le había dicho el ruso, incluyendo su amor por él. Su rostro se llenó de vergüenza, pues no estaba listo para admitir lo que su corazón ya sabía.

Apenas encontraba más de sus ropas cuando la puerta se abrió de golpe.

-¡México!- era USA con una gran sonrisa. México y Rusia se quedaron petrificados, ambos semi desnudos y sin saber cómo reaccionar. Los ojos del americano pasaron del torso lleno de marcas de su mejor amigo al del ruso, miro la cama deshecha y, por si fuera poco, la habitación apestaba a las feromonas de ambos. Su sonrisa desapareció- ¿Pero qué has hecho? ¡¿QUÉ HAS HECHO?!

USA tomo al desprevenido ruso del cuello de su abrigo y lo arrastro fuera de la habitación, tirándolo al suelo.

-¡TE DIJE QUE NADIE DEBÍA TOCARLO!-

-USA, no espera- México se sentía mal por ver a Rusia siendo maltratado de esa manera, como si pudiese experimentar su mismo miedo y desconcierto- Él no...

EL TRATO (USA X PERÚ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora