XXXVI. ¿Una cita? (Parte uno)

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El tiempo pasaba, los restos de comida se enfrían en sus platos, más cada uno estaba metido en sus propios pensamientos. Al menos, USA noto que esa aura oscura que cubría a Perú parecía disiparse, pero aún lo notaba triste y ansioso.

De hecho, ambos parecían como si hubieran salido de un funeral, odiaba ese sentimiento, pues le impedía pensar adecuadamente. Además de que aún tenía la necesidad de que Perú se sintiera mejor.

Una idea atravesó su mente y rogo a todos los dioses que intercedieran por él. Se aclaró la garganta y pregunto:

-¿Quieres salir?- Perú lo miró como si le hubiese propuesto correr en un campo minado- Solo un rato, para bajar la comida- se apresuró a agregar.

USA trató de sonreír de lo más casual, en cambio, Perú le lanzó una mirada escéptica y temerosa, tratando de adivinar sus intenciones y midiéndolo, pero termino asintiendo despacio.

Después de días sin un verdadero avance y, bueno, ese desagradable evento, Perú sentía que debía hacer lo posible por que USA se reenfocará y lo ayudará a su búsqueda. La realidad era que México ya no tenían tiempo, podía sentir un inminente tic tac sonando en su cabeza, anunciando un final para nada bienvenido.

Además, no se sentía listo para regresar a un hogar lleno de angustia y depresión.

La estrategia de ese día era, en pocas palabras, poner feliz al americano, aún si pasar tiempo con él le parecía tan divertido como calvarse un tenedor en las tripas. Pagaron la comida y ambos salieron del restaurante. Por alguna razón, Perú esperaba que el mayor lo tomará de los hombros, como solía hacerlo, más en esta vez, USA mantenía una distancia prudente.

En cambio, el americano no sabía muy bien el cómo actuar. Después de lo ocurrido en el motel y la plática con su familia, se dio cuenta de que no podía tratar a Perú como si de cualquier persona se tratará. Por Dios, le hizo algo horrible al pequeño y él había actuado como un patán indiferente, ahora, era momento de resarcir el daño.

Debía... ¿sujetarlo de los hombros y guiarlo? ¿O era suficiente con caminar a su lado? Ni siquiera entendía como es que Perú accedió a pasar más tiempo con él, cuando era obvio en su semblante que deseaba lo contrario. Es más, no le habría sorprendido que Perú se negará.

La situación lo incomodaba, jamás había estado en una cita donde su pareja pareciera aborrecerlo. Espera ¿una cita? Miro a Perú, quien se mantenía a distancia de él.

-¿Qué me miras?- pregunto hosco, plenamente consciente de que su apariencia no era la mejor en ese momento.

"No, definitivamente no es una cita" se lamentó.

-Conozco un lugar cerca- indico el americano, caminando un paso por delante del menor. El peruano se encogió de hombros y lo siguió, con la cabeza gacha y sin apartar las manos de sus bolsillos.

Se subieron al auto y arrancaron al destino que solo USA podía saber. Mientras avanzaban entre el tráfico, con el silencio acompañándolos, el alfa a noto a una pareja caminando con calma por la acera, agarrados del brazo. 

Si nunca los hubiesen secuestrado ¿Perú y México tendrían una vida así?

Se permitió imaginar a Perú aferrado al brazo de un anónimo al azar, paseando y riendo por ahí, estarían tonteando y diciéndose cosas cursis. La idea lo hizo sentir alegre, culpable, molesto y miserable en partes iguales, apartó esos absurdos pensamientos, regañándose a sí mismo.

Pero ¿y si...?

De vez en cuando, Perú lanzaba miradas atentas al alfa, como si lo vigilara, más este solo mantenía su vista en el camino. De vez en cuando soltaba alguna sonrisa, como si recordará algo divertido, pero la sustituía casi de inmediato por un gesto oscuro, eso le daba escalofríos, por lo que nunca bajo la guardia. Si era necesario, esta vez sí saltaría del auto. Por lo menos, podía alegrarse de que el alfa mantuviera las dos manos sobre el volante.

EL TRATO (USA X PERÚ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora