—¿Minghào?
Minghào se había quedado como una estatua con la habilidad de parpadear. Tuve que remecerlo para regresarlo a la tierra.
—Minghào, tierra llamando a Minghào. —incluso le di un suave combo en su hombro.
—¡¿Ah?! —finalmente se percató.
—Minghào…, ¿estás llorando?
—¡¿Yo?! —tocó sus mejillas. Efectivamente, ambas estaban un poco húmedas—. ¡Oh, no me di cuenta! —talló sus ojos rápidamente.
—¿Quieres que repita la pregunta?
—¡No! —me miró con una sonrisa—. Mejor vamos con Junhui, ¿te parece?
—Prefiero que te recuperes de la ebriedad.
—¡A la mierda con eso, Seungcheol!
A diferencia mía, Minghào, incluso ebrio, tenía nociones básicas de su entorno. Podía caminar recto y persuadir cualquier acusación con su agresividad. Así fue como me llevó con Junhui hacia uno de los callejones más discretos y hundidos del pueblo, cuestionando mis miradas hacia él y su balbuceo súbito y disruptivo. Junhui iba disfrazado de un soldado más avanzado en la brecha jerárquica.
—¿Una mujer diferente en los cuarteles? —Minghào le preguntó con mucha confusión.
—Lo voy a repetir otra vez —tosió un poco antes de leer lo que tenía apuntado en su libreta—: “Por eso de las cuatro de la tarde, vi a una mujer entrar al cuartel general, con una canasta en sus manos y un paño fino como gorro. La mujer llevaba el típico vestido de trapos y corpiño bien zurcidos. Fue la única que llegó al lugar. Un grupo de soldados parecían familiarizada con ella y por eso no le llamaron la atención”.
—¿Crees que es algo importante? —pregunté mientras él quitaba su libreta y la cerraba.
—¿Has visto a alguna mujer entre nosotros que no sean las cocineras que los soldados secuestran en diversos pueblos?
—¿No la viste salir de ahí? —preguntó Minghào.
—No, pero no dudo que lo haya hecho.
—¿Por qué esto es relevante? —pregunté.
—Si alguien común puede entrar ahí es por algo. Necesito averiguar qué es lo que esa mujer hace o tiene para idear un plan. Tal vez la podamos secuestrar y sacarle información y así nos podría ayudar más adelante, hacerla aliada nuestra.
—Puede que estén coludidos —dijo Minghào en voz baja y pensativa.
—¿Una colusión? —pregunté intrigado.
—Es una hipótesis. Hay poca gente en el pueblo como para poner a tantos vigilantes. Y saber de una mujer que tenga una relación casi estrecha con soldados en el cuartel general… Me hace pensar mucho.
—Entonces —dijo Junhui inmediatamente— tenemos una misión que concretar: quedar con la identidad de esa mujer y obtener el mayor beneficio posible de su privilegio. Oh, Seungcheol, es tu momento de brillar.
—¿Por qué yo?
—Eres el más corpulento de los tres y hay muchos soldados igual de gruesos que tú. Minghào y yo somos muy flacos y tenemos cara de niños adorables. Te prestaré este uniforme que robé hace mucho tiempo.
—¡Espera un momento! ¿Cómo has logrado robarlo sin ser descubierto?
—Cuando un soldado está borracho y acalorado, es fácil matarlo con alcohol.
Eran las seis de la tarde del siguiente día, la hora que Junhui notó crucial para espiar e investigar. Según él, la mujer siempre aparecía cada tres días y entraba sin impedimentos al cuartel general. Incluso afirmó que algunos soldados la conocían con familiaridad.
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La Voluntad De ORFEO • JeongCheol
Fanfiction[En emisión] Cuando pasan las primaveras entre los lugares más templados, la paz vuelve a la soberanía, como siempre debió ser. Podrán pasar años, pero no será posible olvidar lo que fue a primera vista, la primera primavera. Cada mañana se iba a bu...