La mujer no tendrá más remedio que dar la cara y explicarme todos los pormenores de sus engaños. Creerle a Wonwoo no me parecía una trampa, pues esa afinación en todas sus aseveraciones me inquietaron y nada me inquieta a menos que el presentimiento entregue por real lo dicho.
No la vi en la avenida principal, pero sí en los bordes de la calle amplia cuyo mando estaba en manos de los más adinerados, donde el comercio ambulante no era para pobres pusilánimes y los arbustos sí tenían flores y frutos. Es complicado llegar a la avenida principal desde esa ruta, y me hizo maquinar una desagradable idea. No le grité cuando reconocí su espalda y sus movimientos tan únicos al caminar, pero igualmente se enteró de mi presencia cuando volteó y me vio correr hacia ella sin un sentimiento en concreto aunque ninguno era lindo de testificar. Como no habían soldados cerca, ella también corrió pero su edad, por solo un número que sea para juzgar su belleza, sí inducía un desgaste motriz. La agarré de su falda y soportando la rabia, evité cualquier ataque físico, mas no hablado:
—¡¿Cómo se ha atrevido a jugarme como un muñeco de felpa?! —pausé para templar mi sacudida—. Usted sí que es ingrata, y me miraba como si yo fuese su salvación de esta mierda de vida que nos tocó. ¡Ahora me dirá lo que realmente soy para usted y lo que realmente es, porque no pienso dormir tranquilo sin antes comprender cómo piensa usted!
Tal vez mis ojos airados y empapados de mugre convertían lo que veía en patrones nublados sin enfoque. Cuando me pasé los puños por los párpados, no vi más que a la señorita Kim enojada y derribada a la vez, como si un oscuro presagio se hubiera cumplido y ella hubiese rezado día y noche para que nada de eso fuera tocado por el sol. Casi dejó caer su canasto que desbordaba de hierbas, comidas y demás alimentos que jamás vi antes.
—Cuando crezcas sin la compasión de la gente —habló con postura— y entiendas que acabarás solo en esta vida, comprenderás por qué algunas personas tenemos la capacidad de fingir o de huir de lo que queremos.
—Eso no resuelve el dilema, mujer. ¡Usted me usó y me hizo más ingenuo de lo que fui! ¿Por qué me miraba y me tocaba de esa manera mientras hacíamos el amor?
—Porque te quiero, pero cuando hay cosas más importantes que el amor desenfrenado, debo atenderlas.
—¿Eso le dijo usted al señor Jeon o a todos los hombres que han estado en la misma cama que usted?
—¡Poco es lo que conoces de mí, Seungcheol!
—¡Usted también fingió quererlos mientras estaba con su difunto marido!
—No menciones a Kim en esto.
—Tiene miedo de su memoria, de su fantasma, ¡de que su alma sepa que usted es poco menos que una prostituta que trata a los hombres como refugio…!
Fue tan violenta y perspicaz su cachetada, y la poca luz del atardecer que iba apagándose me horneaba la cara y duplicaba el dolor. Más dolor veía en ella y en cómo su pecho, como una sábana empujada por la brisa, se levantaba y reposaba lentamente. El poco manejo de sus piernas que aún tenía la dejó en el suelo, llorando, apenada de ser vista por los demás, hasta por las ventanas rotas alrededor y las puertas cerradas. Lloró mucho, pero no pudo ablandar mi enfado con ella, aunque sí encogió mi colérica rabia.
—No le digas nada a Mingyu —me suplicó pero sin mirarme—, por favor, no le digas que su madre es una puta. Él no entiende lo complejo de crecer desolado… No quiero que le falte el amor que no tuve ni que recurra a lo que yo recurro.
—Tranquila, tampoco me conviene decirle que tenemos sexo.
—¡No me desprecies ahora, por favor!
—Mi misericordia con usted aún vive, pero no puedo mirarla con los mismos ojos amorosos de antes. Usted no debió seducirme sabiendo que yo suspiraba en vez de dormir, cuando mis noches se trataban de usted. Debió ir con el señor Jeon y hacerlo su único amante, no sucumbir a mis deseos. ¡Wonwoo ha de haber tenido muchas razones para tratarla así!
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La Voluntad De ORFEO • JeongCheol
Fiksi Penggemar[En emisión] Cuando pasan las primaveras entre los lugares más templados, la paz vuelve a la soberanía, como siempre debió ser. Podrán pasar años, pero no será posible olvidar lo que fue a primera vista, la primera primavera. Cada mañana se iba a bu...