treinta y dos:

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Habían pasado cuatro largos días, pero el ave regresó más emplumada que nunca y, como siempre, con una carta entre sus patas. Abrí la ventana de mi habitación y la acogí entre los cobertores de mi cama, no sin antes soltar la carta enrollada. Rápidamente cerró los ojos en señal de descanso. Tomé la carta y la abrí para empezar a leerla. Sin embargo, desde la primera línea pude notar incongruencias. Esa no es la letra de Dino:

''Seungcheol, soy la señora Kim.

No sé qué es lo que ocultan Dino y tú, ni qué le has dicho. Lo único que me queda por advertir es que las cosas no están marchando como hubiera deseado. Dino no solamente me dijo que te fuiste para trabajar en otro lugar y regresar con dinero, también que irías a buscar a su abuelo. Dino está perdidamente esperanzado y tú no le estás tomando el peso a esto.

El dinero se acabará algún día y no quiero que se lleven a Dino, pero si no regresas para responder, no podré hacer otra cosa que resistirme, y los soldados tienen armas y son duros de confrontar. Me las estoy arreglando para que nada malo ocurra, pero si no regresas lo antes posible, Dino será el primero en ser afectado".

Lentamente volví a enrollar la carta y medite la situación con tanto estrés que ya tenía la imagen visualizada de los soldados arrastrando a Dino para llevarlos a sus filas. Solo eso era tan poderoso para hacerme levantar de la cama y pensar en un plan de prevención inmediata. Bajé las escaleras con mucha prisa y básicamente corrí por los pasillos hasta llegar al establo. Jihoon estaba ahí, llevando agua a los caballos. Aristóteles me exigió caricias pero pasé de largo.

-Corre dentro de la casa no es necesario -me dijo Jihoon después de mirarme.

-Perdón, es que estoy alterado.

-¿Vienes para hablar de eso?

-No tengo ni idea si es seguro lo que se me está ocurriendo hacer. -retrocedí para finalmente acariciar a Aristóteles que me estaba relinchando-. Estoy asustado.

-¿Es muy malo lo que estás pensando?

-Jihoon, ¿qué tan seguro es salir de acá por unos días?

-¿Por qué quieres salir de acá? -su entreceja se hundió debido a la confusión.

-¡Es urgente! -regresé al frente de Jihoon apremiando mis propias palabras-. Necesito ir por alguien que está en riesgo de ser capturado por los soldados y entregar dinero para que no detengan a más gente. Esa gente está dependiendo de mí.

-Oh -su semblante también se hundió en el desequilibrio de las nuevas dudas-, eso sí se escucha importante.

-Por lo que más quieras, ayúdame. ¡Esa persona, a la que quieren llevar, es mi hermanito! ¡No haría nada de esto si no fuese por él!

Me dejé dirigir por la rabia, aunque no lloré de importancia. Conocía mis límites y uno de ellos era hacer todo totalmente solo. Y conociendo hasta dónde podía alcanzar, la sola posibilidad de hallar a Dino entre los dedos de gente depravada me inducía el pánico más turbulento jamás sentido. Jihoon, sin hacer mucha modificación en su actitud pacífica y pensativa, levantó la barbilla y miró hacía el techo, respiró y me pidió que lo siguiera hasta la sala.

Ya ahí, sacó un gran papel enrollado de uno de los muebles y nos sentamos en la mesa. Con mucho cuidado extendió el rollo, descubriendo así, lo que parecía ser, un amplio mapa del lugar y sus alrededores. Agarró los pisapapeles que estaban en las esquinas de la mesa y afirmó el mapa.

La Voluntad De ORFEO • JeongCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora