cincuenta y cuatro:

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Llovió durante toda la noche. Jihoon y yo salimos con unas cubetas que había en la biblioteca y las ubicamos en medio de la avenida. Todos los que tenían cubetas hicieron lo mismo, y unos pocos se bañaron directamente con sus prendas puestas. "¡Los pozos se van a llenar!", grité de alegría, pues hace días que no tomaba una ducha.

Por la mañana salí a revisar los resultados de tan rabiosa noche. Todo el lugar se mojó y eso extinguió hasta el vigor de los soldados que no se habían detenido en estudiar todo el pueblo y en exterminar algún soldado intruso en sus tropas. Entré otra vez, pero advertí una rareza: "¡¿Dónde está Junhui?!". Desperté a Minghào y tan pronto como se paró sin marearse se exasperó.

-¿Cómo que nunca regresó? -le pregunté.

-¡Me quedé dormido y supuse que había regresado durante la noche!

-Hay que salir a buscarlo. No quiero imaginarme lo peor que le puede suceder allá afuera, indefenso y empapado...

La puerta se abrió como la de una prisión. Ambos sacamos nuestras pistolas pero la bajamos y nos enternecimos cuando vimos a Junhui, totalmente empapado, entrar y cerrar con un vértigo tan inmenso como la palidez de su piel en ese momento. "¡Junhui, Junhui!", corrió Minghào a su socorro. Lo trajo hacia los cobertores y le quitó la ropa para cubrirlo como se cubre a un recién nacido con todas las frazadas disponibles. Los demás despertaron por el boche y también rodearon a Junhui. Aunque este sonrió de ser el centro de atención y cuidados, especialmente los de Sofía que se dió la tarea de secar su cabello con una camisa vieja de Hansol, no duró mucho en ese plan.

-Lo escuché todo -nos dijo-, sus planes y el futuro que quieren para nosotros.

-¿Por qué no regresaste antes de que lloviese? -preguntó Minghào.

-No podía arriesgarme a ser descubierto. Estaba atrapado entre dos murallas y si saltaba hubieran acabado conmigo. Así que soportes toda la lluvia, pero valió la pena.

-¿Cuál es la información en concreto? -preguntó Jihoon.

-Habrá una guerra en todos los pueblos, pero van a empezar por este. Esos soldados que llegaron también están en conflictos, pues hay infiltrados entre ellos que quieren acabar con todos para quedarse con el poder y con todos los habitantes y vigilantes de este pueblo como rehenes. Estallarán todas las casas y matarán a quien se resista en unos pocos días. Solo les queda por afinar algunos puntos de su estrategia para empezar la matanza y captura de este pueblo, e irán por los otros cuando hayan hecho cenizas este.

-Esto calza exactamente con la guerra, Seungcheol.

-¿Vamos a morir si no reaccionamos ahora? -pregunté a todos los presentes-. ¡Es momento de irnos de acá y llevarnos a todos los pueblerinos y vigilantes inocentes posibles!

-¿Cómo puedes acertar que un vigilante es inocente y no uno interesado en el poder de los japoneses?

-No lo sé, pero no hay tiempo de armar planes enormes. ¡Entiendan, vamos a morir si no escapamos enseguida!

-Oigan -sugirió Jihoon a los demás-, muchachos, vayan a bañarse mientras Seungcheol y yo conversamos. A excepción de Junhui, que parece ser el único limpio ahora.

Junhui sonrió adorablemente. Minghào llamó a Hansol y a Sofía, y sorpresivamente esta no se negó a marcharse ni exclamó excusa alguna para estar al lado de Junhui. Mas solo lo miró un momento antes de salir. Por su parte, Junhui se echó en el mismo lugar y cubrió hasta su rostro con los cobertores y se durmió plácidamente. Jihoon me llevó a la habitación. Ahí estaba Jeonghan, reposando, apacible y terso a simple vista. Por un instante casi dije que no era la mejor idea sentarse a los pies de la cama, pero no hablé ya que Jihoon ya estaba ubicado. Me ubiqué al lado y me propuse a escucharlo.

La Voluntad De ORFEO • JeongCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora