siete:

74 14 21
                                    

Salí de casa y me acerqué a Mingyu, llamando su atención. No se volteó para notarme, pero sabía que me había captado con su oído.

-Mingyu.

-Hola. -Mantenía su cuerpo bastante rígido.

-¿Ocurre algo?

-No, no, para nada.

-¿Seguro? -insistí.

-Sí, seguro. Debo ir a clases. -avanza.

Sabía que algo estaba fuera de lugar, y aprovechando que estaba en disposición de ayudar, lo tomé del brazo antebrazo y lo giré. Ya dándome la cara, los moretones en su rostro provocaron gran susto en mí.

-¡¿Por qué estás todo golpeado?!

-Por favor, no lo digas tan alto. -miraba a todos lados.

-Pero... ¿qué significa esto? -toqué uno de sus moretones.

-No es nada, te lo juro. ¡Solo choqué con una pared, nada más!

-No puede ser un choque contra una pared. Esos son golpes... ¿Tus padres saben de esto?

-Sí, lo saben. Mi madre me curó ayer. -se queja un poco del dolor.

-Pues parece que son golpes muy recientes.

-¡Déjame ir!

-¡No, Mingyu! -lo arrastré camino a mi casa.

-¡Qué me dejes! -exigió angustiado.

-Conozco una receta que te ayudará. No te irás hasta que te la aplique.

Entramos a mi casa y lo senté en la mesa; terminó accediendo. La medicina, hecha de hierbas domésticas, grasa y agua, fue aplicada sobre sus heridas más contundentes.

-Muchas Gracias... ¡Auch!

-Perdón, intentaré ser más cuidadoso.

-No era necesario todo esto. Muchas gracias -dijo con alivio.

-No agradezcas. De todos modos somos... vecinos. -le sonreí débilmente.

-¿Estás bien?

-¿Yo? Claro que estoy bien. -forcé otra sonrisa y dejé la pasta en la mesa, dejando a Mingyu reposar sus heridas.

Me senté en la otra silla para poder platicar un rato mientras pasaban los diez minutos necesarios y empezara a hacer efecto. Pero no pude saltarme el impacto de verlo golpeado, y la presencia de Mingyu solo intensifica esa curiosidad.

-¿Puedo saber quién te ha golpeado?

-No es importante.

-¿Te acosan en la escuela?

-No... Nada de esas cosas me ha sucedido.

-¿Por qué no quieres que...?

-Unos tipos me robaron y me golpearon. -desvió su atención y la redirigió a un costado-. Fue de noche y no pude identificarlos.

-¿Por qué me habías dicho que te has golpeado contra la pared?

-No quiero preocupar a nadie; eso es todo. -posó ambas manos juntas sobre la mesa y hace que sus dedos interactúen.

-Pero tampoco puedes evitar a las demás personas, mucho menos hacerles creer que esos golpes son hechos por una pared.

-No quiero asustar a nadie.

-Pero sí lo hiciste, conmigo. Si no te hubiera detenido, no hubiera podido ayudarte.

-No pensé que te importara.

La Voluntad De ORFEO • JeongCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora