The other half

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-¿Para qué crees que sea?-

Akira preguntó moviendo el seis de diamantes entre sus dedos. Nakamoto y Chishiya estaban caminando de un lado a otro por las vacías calles de Tokio y la carta nombrada a un principio del juego reposando entres las manos de la chica. Fue como si apareciera frente a ellos como por arte de magia, sobre una mesa en el medio de la nada. 

Algún significado oculto debía tener.

 Ninguno creía que las cosas pasaban solo porque si. 

-Probablemente existan mas- Shuntaro comento como si intentara hacerla entrar en razón -Los cuatro palos de la baraja están en los juegos.

-Cuantos más juguemos, más recolectaremos-

-Exacto- el chico asintió - Y si juntamos todas...

-Probablemente ganemos el juego-

El chico sonrió de lado ante su logro. Quería ver si ella era capaz de hacer la deducción por si sola. Y parecia que si, porque logró captar su idea en segundos. Nakamoto era inteligente. De hecho siempre lo había sido. Pero nunca había llegado a su máximo potencial. 

No hasta esa noche.

Y Shuntaro debía aprovechar eso.

Aunque le irritaba la idea de que alguien se pareciera a él debía admitir que su compañera si era alguien que estaba a su mismo nivel. Por lo que tendria que tener cuidado de sus pasos, y mas aun, de lo que ella podría llegar a hacer tras sus espaldas. Pero al mismo tiempo, algo le decía que ella no lo traicionaría. Puedo que fuera porque sabia mucho sobre ella. O porque le atraía mas de lo que pensaba. 

O tal vez era porque no le importaba ser usado si quien lo usaba era ella.

-Deberíamos juntar agua y comida -continuó ella la charla -No sabemos cuánto estaremos aquí, así que necesitamos refugiarnos.

-Estoy de acuerdo- asintió guiándola -Podemos quedarnos en nuestro edificio. Por lo que vi, las arenas que se encendieron no se parecían en lo más mínimo al nuestro.

-Yo también lo note- se posicionó junto a él -No creo que debamos confiarnos demasiado pero todos parecían abandonados o de mala calidad. Solo uno o dos estaban realmente armados como se debe.

-¿Crees que tenga algo que ver?-

-Tal vez- se encogió de hombros -Quiero decir.. no es como si la gente desapareciera, más bien somos nosotros los que no estamos -

Chishiya pensaba que eso era extrañamente cierto.

No eran los demás quienes desaparecieron.

Fueron ellos.

-¿Como es que no conocía este lugar antes?-

Akira dijo cuando ambos entraron a una pequeña tienda a la que el chico solía ir debido a los bajos precios. Pero en esos momentos nadie podía frenarlos de tomar lo que quisieran. Por esa razón el par entró al local como si fueran los dueños de casa. Nakamoto tomo uno de los carritos alejándose por los pasillos de comida mientras Chishiya lleno el suyo con botellas de agua. No sabían si todo lo demás continuaba funcionando como antes y tenían que ser precavidos.

-Genial- ella tomo un paquete de golosinas -Estuve buscando esto por semanas.

Shuntaro la escucho hablar sola a la vez que anotaba mentalmente los gustos de la chica. Eran esos dulces ácidos en forma de corona. Akira solo tomo los de frambuesa y continuo con su recorrido. Guardo algunas cajas de fideos, arroz, bolsas de frituras de todo tipo y algunas latas de legumbres. Necesitaban agarrar cosas que pudieran cocinar fácilmente y no se echaran a perder. Es por eso que la heladera de carnes quedó descartada cuando pasó frente a ella.

Había revisado todo, excepto por el área de recepción.

-¿Estás lista?- dijo él acercándose

-Las baterías suelen estar en esta parte- dijo ella desde detrás del mostrador -¡Bingo!

-Dame, las guardaré en la bolsa-

-No hay demasiadas- le entregó tres paquetes -Pero también tiene fósforos, dinero, golosinas y algunos medicamentos sueltos que no sé para qué sirven.

-Déjame ver, solo suelen tener las cosas básicas- entendió sus manos divertido -esto servirá para quemaduras de cualquier tipo -tiro las dos cajas al bolso - Este es un desinflamatorio y estos son calmantes-

-Claro, ya había olvidado que eras un médico-

-Solo era un interno-

-Que era mejor que el doctor a cargo- dijo por lo bajo -De todas formas, eso es todo lo que hay.

Los dos empujaron los carros por dos cuadras hasta sus hogares. Iba a ser difícil subirlo por las escaleras. Chishiya lo compro al instante. Él fue quien mas había batallado debido al gran peso de las botellas de agua. Nakamoto vio divertida como su compañero casi se desmaya al entrar a su departamento. 

Ese era probablemente el mayor ejercicio que Shuntaro había hecho en toda su vida.

La casa de Akira no era ni muy grande ni muy pequeña. Contaba con un sillón bastante grande en el centro de la sala, una mesa de vidrio que delimitaba la cocina y un pasillo no muy extenso donde dos habitaciones podrían verse. Una era el baño, y la restante su cuarto. Shuntaro no podía analizar demasiado de ella. No había mucho que pudiera decir salvo que tenía una obsesión por el rojo.

Los relojes, tazas y platos se lo decían.

-Esta a punto de amanecer- ella lo saco de sus pensamientos -Y es obvio que no somos los únicos por aquí.

-Iré a mi departamento y juntare mis cosas- la miró pensativo en su próxima jugada -Cuando vuelva, sellaremos todas las salidas para que seamos los únicos que podamos ingresar.

-Me parece bien- asintió complacida -Comenzare a acomodar todo esto.

Nakamoto confiaba en Shuntaro. Salvo que no sabia si todavía lo hacia lo suficiente, puesto que su postura decía que podía traicionarla en cualquier momento. Pero comprendía que si quisiera hacerlo, en esos momentos ya no estaría con ella.

No era fan de las personas que se parecían a ella. 

Pero Chishiya parecía ser la perfecta mitad de su moneda.

Y eso le agradaba. 

RED - Alice in BorderlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora