CAPÍTULO 29

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Ezra cayó de espalda, en el proceso se torció el tobillo y golpeó su cabeza.
Esos segundos en los que estuvo aturdido fueron suficientes para que el oponente del chico se acerque, con la total intención de cortarle el cuello al menor. Pero antes de lograrlo, el padawan lo hizo estrellarse contra un árbol.

—¡Uff...! Me impresionas un poco, niño –después de que Ezra lo dejó caer al suelo, se acomodó el cuello de su traje y con elegancia se puso erguido–. No has parado de dar y esquivar golpes, pero cuando has podido atacar a puntos vitales simplemente prefieres evitarlos. ¿Por qué? ¿crees que ningún jedi ha matado jamás?

—Sé que sí, pero yo no soy un padawan común –Esas palabras lo hicieron estremecerse. Sí quería matarlo, solo que no se sentía listo para hacerlo. Aún así siguió atacando, con cuidado de no ser cortado.

—¡Es absurdo! Ese fue nuestro trato –podía notar los sentimientos de su contrincante–. ¿A quién esperas?

—No se trata de esperar a alguien –volteó a su alrededor para encontrar algo que lo ayude–. Pero te venceré, sin duda.

—¿No será simplemente que no has matado a nadie? Pareces solo huir. A este paso me vas a aburrir pronto.

    Acortaron su distancia para continuar con su duelo de espadas, aún a lo lejos se podía escuchar ese sonido tan característico de los sables de luz, ninguno bajaba la guardia, estaba bastante parejo y eso quería decir que el sith no era muy bueno o que Ezra era muy fuerte. Lo que sea aquí no importaba, pues según como dijo Kanan Jarus una vez "las peleas no son justas", el oponente del padawan utilizó un tronco muerto que había en el piso para lanzarlo al menor y distraerlo, funciona y provoca que casi le corten un brazo. Por suerte no fue así ya que el chico salió del territorio de ataque de un salto, notó al instante una gran herida de quemadura en su brazo.

—¡Bueno, diré que para nada me esperaba eso! –tomándose un momento para usar la fuerza, retrocede, con ella le lanza algunas piedras y al sentir la presencia de varios animales, acude a ellos para distraer a su oponente–. Porque me gustan los trucos.

    Las criaturas se aproximan al hombre, ya con las rocas sufrió algunos daños, sin embargo ahora que los animales se lanzaban contra él no pudo siquiera defenderse con la espada láser que dejó caer.

    Ahora era la oportunidad de Ezra para devolverle el favor, aún si su pie y hombro le dolían, tomó todo el coraje que pudo para pedirles a los animales que se aparten y poder atacar al sith que se encontraba gritando y maldiciendo. Una vez que algunos obedecieron corrió en su dirección y tal vez fue la ira que lo llenaba por casi perder a su hermano, Zeb, o el holochrome sith que infundía pensamientos negativos en él, ya que activando su sable de luz aprovechó la inclinación para cortarle un brazo del codo para abajo.
    El mayo gritó con dolor, desesperación e ira.

—¡Hijo de...! –presiona con furor la herida– ¡Esta sí que te la cobro!

    El chico dejando de lado el dolor decide correr en dirección contraria a donde se suponía que los demás refuerzos llegarían.

El sith no tuvo de otra que perseguirlo, disparando y saltando por los troncos de los árboles sintió que podía acorralarlo en el acantilado que se acercaba, pues aún le quedaba una mano que sabía usar muy bien. Y dado que conocía el lugar mejor que el muchacho su victoria está siendo casi consumada.

Pero Ezra nunca se queda atrás con sus enemigos.

—¡Ahora sí! –gritó el ser oscuro– ¡Dí adiós, pequeña rata!

Star Wars Rebels: La nueva historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora