Star Wars Rebels: La nueva historia

CAPÍTULO 6

Es medio día de la segunda semana en la que Iara está en la rebelión, aún no sale, pero gracias a que quería cooperar ha estado ayudándonos con las reparaciones de la nave. Más bien, solo la limpieza, no se equivocaba cuando dijo que no sabía nada de mecánica... o cocina, tampoco sabe limpiar bien, pero no causa tantos desastres como yo al inicio. En general es agradable, bastante inteligente, rápida, si no fuera tan tímida y cobarde sería mejor.

Hasta ahora se ha hecho una buena amistad con Sabine. Con Kanan es fría, con Hera; Iara parece su esclava, con Zeb... ya puede respirar cerca de él, digamos que el olor ya no le afecta. Con Chopper es normal -con bromas excluidas solo por ser una chica- y conmigo es normal, somos buenos conocidos.

Lo que me preocupa es que pronto intentarán hacerle una prueba "de fidelidad". Habíamos quedado en regresarla al imperio, pero tiene el perfil bajo que nos hace falta para obtener información imperial. Supongo que ahora tenemos la misión de investigar todo sobre Los Sables y destruir lo que podamos o usarlo a nuestro favor.
Iara aceptó ayudarnos, pero justo eso es lo que los hace desconfiar, aceptó muy rápido, aunque si me hubieran dicho que me ayudarían a recuperar a mis padres a cambio de obtener información imperial y dárselas también hubiese aceptado.

De acuerdo, eso pasó, pero primero yo acepté antes de que intentaran ayudarme.

Oh, ahora que recuerdo... ya es un año desde que murieron. Si me hubieran dicho que estaría aquí justo cuando se llevaron a mis padres estaría molesto. Recuerdo odiar a la rebelión y al imperio por igual, uno "causó" que mis padres hicieran algo tan arriesgado, el otro los apartó de mí. Aún así me costó entender porqué lo hicieron, lo cual comprendí cuando conocí al fantasma.

Han pasado muchas cosas... ¿verdad?

Zeb me despierta de mi burbuja cuando me tira de la cama.

—¡¡HEYY!! -sobo mi espalda baja- Hay maneras más sutiles de llamar la atención.

—Jajajaja, pero no son tan divertidas. -Cruza sus brazos mientras sonríe con victoria- ¿Por qué estás tan distraído? Tengo rato llamándote.

—Me gusta ignorante. No le veo el problema.

—Muy gracioso, Hera te llama, quiere que busques al comandante y a Rex, ella te explicará.

—Oh, de acuerdo, iré enseguida. -Me levanto y salgo aún con dolor, siento que, si no es de viejo, moriré por culpa de Zeb.

Entro a la cabina de mando, Hera calibraba la nave con una sonrisa, eso significa que nos vamos a mover.

—Buenos días, Hera. ¿Quieres que busque al comandante y a Rex?

—Así es, pero asegúrate de que Iara te vea y te siga. Si de verdad quiere ayudar; es buen momento de probarlo.

—¿Simplemente que me siga y ya?

—Dale un comunicador, inventa que quieres reparar unas naves y que ella tiene que buscar las refacciones, así se separarán. Si usa el comunicador para contactar a alguien fuera del planeta Rex y Sato estarán escuchando todo. -Procede a darme el aparato.

—¿Entonces el comandante y Rex qué estarán haciendo a parte de escuchar?

—Ellos darán un poco de información falsa, hazles una señal DISCRETA para que comiencen el plan.

—Vaya, tu desconfianza me lastima. -finjo ser ofendido para después ver lo que seguía haciendo- ¿Van a salir mientras tanto?

—Así es, queremos "tomar" algunos suministros que el imperio no está custodiando por buscar a Iara.

—Vaya que debe ser importante si la buscan en lugar de resguardar lo que sea que tomen ésta vez.

—¿Verdad? Regresaremos a más tardar en la noche, si sucede algo infórmanos.

Sin más fui al cuarto de Hera y toqué, Iara salió con un trapo sucio y la cara en igualdad.

—¿Segura que limpiaste todo? Es que... ahí faltó. -Señalo todo su cuerpo con gracia-

—Al menos lo intento. -Tose- ¿Pasa algo?

—Ven conmigo, necesito que me ayudes con una nave que está dando problemas.

—Pero sabes que no sé de eso.

—No hace falta, solo trae unas piezas del almacén. Toma. -Le doy el comunicador que Hera me dió.

—Oh, ¿entonces ya puedo salir? -toma ambas de mis manos con ilusión mientras me mira.

Fue tan repentino que me sorprendió. No sé, no desconfío de ella.

—Sí. Pero no te alejes demasiado y tampoco salgas de la barrera.

—Ah, por las arañas.

—Efectivamente. ¿Recuerdas cuando te hablé de ellas?

—Claro. Fue aterrador. -Tiembla y me mira- ¡Vamos!

Se adelanta mientras la sigo, al salir me aseguro de ir a su lado, veo a lo lejos al comandante y a Rex mientras nos veían. El fantasma sale minutos después. Mientras despega veo a Zeb junto a Sabine intentando actuar normal.

—¿Y qué debes hacerle a las naves? -interroga mientras camina observando todo con intriga, asombro y confusión.

—Solo arreglar cables. Pero dijiste que quieres ayudarnos, así que es momento.

Como Hera me indicó, hice la señal. Le dije a Iara dónde dirigirse y la esperé. Sabine se me acercó.

—¿Qué piensas? ¿será de fiar? -coloca una mano en su mentón.

—Creí que eran amigas. -La observo con intriga.

—No puedo confiar en mis amigos.

—¿Entonces no somos amigos? -parpadeo varias veces.

—¿Por qué lo dices? -Se fija en mi acción y sonríe.

—Porque confías en mí.

—Ay, ajá. -Me empuja, da media vuelta y regresa con Zeb.

—Lo intenté. -Voy a una de las naves para "revisar".

Iara pasó cerca del comandante, debió escuchar lo que decían. Solo debemos esperar.

La veo regresar con una caja llena de cables, piezas, herramientas, todo con una sonrisa.

—¡Lo tengo! -comenta al acercarse.

—Gracias. Casi no tardaste, me alivia que no te perdieras.

—No es un lugar tan grande. ¿Dónde comenzamos?

—Eh... por dentro, supongo. Revisaré, tú pásame las piezas. -Abro el casco y entro con Iara por detrás, la ayudé a subir mientras busqué un lugar libre para poner la caja.

Sin darme cuenta ella pone la caja en el panel de control, por accidente se enciende la nave y despegamos.

—¡Cuidado! -Grito intentando quitar la caja.

No llego a tiempo, la nave se alza y la caja golpea el volante haciéndonos girar y golpearnos varias veces por las paredes, las herramientas y los asientos, mientras escucho gritar a Iara de fondo, ojalá no hubiera sugerido entrar a esta nave. Seguro el comandante me va a matar. ¡Y me esmeré tanto para ganar su confianza!

No sé cuánto pasa hasta que todo se vuelve negro.