La sensación de matar no era nueva, los troopers con los que se enfrentó muchas veces, incluso algunos bandidos opositores, no habían tenido la suerte de sobrevivir después de un enfrentamiento con el Fantasma. Correr entre los cuerpos de aquellos tipos fue el pan de cada día durante mucho tiempo, aún así, jamás se detuvieron a observar a ningún cadáver. Por eso no se sentía tan real. Sin embargo, junto ahora, Ezra observaba sus propios actos, sintió asco de sí mismo a la par que estaba orgulloso de haber podido derrotar al Sith él solo. Había crecido, pudo proteger a sus amigos ésta vez y pudo vengar a Zeb.
Sí, era lo único que importaba. Qué alegría. Pero, ¿por qué no se siente bien?
Antes de poder responderse, Sabine ya estaba despertando. Giró la cabeza para verla, ella temblaba, tosió varias veces antes de buscar a cualquiera cerca con la mirada. A pesar de quererse acercar a ayudarla, sabía que no se lo iba a permitir. Eso hasta que ella misma, al encontrarlo con la vista, extendió su mano temblorosa esperando su ayuda.
Sin dudarlo fue a ella y la levantó, no se necesitó decir ni una palabra; pudieron entender qué era lo que necesitaba el otro y ambos se quedaron sentados juntos en una piedra grande y con una forma aplanada que estaba cerca . La mandaloriana sentía todos los huesos del cuerpo temblando, por lo que no podría caminar aún.
—¿Esto... acabó? –ella habló lento, suave, a la vez, estaba un poco consternada, su vista se centró en el hombre que yace en el suelo– No se ve muy peligroso ahora. No, incluso, se ve patético.
Ezra pensó muy bien lo que iba a decir, "me siento mejor por matarlo ahora", "¿En serio? Pensaba que yo te daría miedo cuando lo vieras". O...
—Lo siento –decidió responder.
—... Hiciste lo que debías por protegernos y por vengar a Zeb. No estoy enojada contigo, pero la próxima vez que me mandes por los aires te sacaré a golpes las disculpas.
El muchacho soltó una leve carcajada e inclinó la cabeza para apoyarse en la cabeza de la contraria y ella se inclinó para apoyarse en su hombro.
Ambos descansaron un buen rato de esa forma y, cuando ya estaban conformes con ese descanso, se despegaron del otro y se acercaron al hombre.
—¿Quieres enterrarlo? –cuestionó ella.
—No, creo que deberíamos llamar a los guardias para que ellos lo vean y decidan qué hacer.
—Bueno, entonces vámonos ya, este lugar apesta a quemado, –la chica fue por sus blasters y en el camino se encontró con Chopper, que seguía apagado– ¡Chop!
—Ay, no, Chopper –corrió él hasta ambos.
—Si no enciende, Hera te va a matar.
—No si me quedo a vivir aquí en el bosque.
—Oh, créeme, ella no necesita ser un Sith para encontrarte –vuelve la atención al droide–. Vamos, Chop, despierta.
Por fortuna o por desgracia, encendió, y estaba muy molesto. Gritaba barbaridades que posiblemente es mejor no repetir. Golpeaba las piernas del padawan, por más que este quisiera alejarlo, estaba decidido a hacerlo pagar.
—¡Chopper, basta! –exigió él– ¡Lo compensaré, lo prometo!
—Ya, Chop, déjalo. Necesitamos que siga vivo para que Hera lo regañe.
—No me apoyes. –Infla las mejillas en un puchero y después patea al droide, que finalmente se aleja, pero sin dejar de insultarlo.
Regresaron al palacio y les contaron lo que pudieron, por su parte, ellos también tenían noticias para los tres, Zeb despertó.
El trío se llenó de emoción, corriendo a toda prisa por ver a su amigo y compañero de aventuras, entraron a su habitación, donde Hera y Kanan los reprendieron con la mirada, pero Zeb se alegró de verlos. A pesar de estar mejor, aún estaba pálido con círculos negros al rededor de los ojos. Estaba sentado en una suave cama lassaniana, adornada con minerales preciosos y una forma rústica.
—Qué escándalo, ustedes dos nunca cambian –sonrió, pero antes de que pudiera reaccionar, los adolescentes ya se habían lanzado a abrazarlo–. ¡Oigan!
—Me alegra que estés bien, apestoso –Ezra lo abrazó, no muy fuerte para no lastimarlo.
Pero Sabine no se contuvo tanto. Aún así, el varón no estaba molesto o adolorido, y si lo estaba, no le importó en lo absoluto. Acarició la cabeza de ambos jóvenes, para después sonreír.
Ambos se separaron del lasat unos momentos después y le preguntaron muchas cosas, pero Hera los sacó casi arrastrando porque aún necesitaba descansar.Finalmente Kanan y él se quedaron solos.
—Te extrañaron mucho –el Jedi se sentó al lado de la cama, en una silla–, estaban muy preocupados. Todos lo estuvimos.
—Gracias por eso. No pensé que algo así pasaría. Me siento responsable. Mi gente...
—No, Zeb, esto no pasó por tu gente. Un inquisidor apareció y estuvo haciendo de las suyas aquí. Envenenando la mente de la gente y desapareciendo niños y personas.
—¡¿Cómo?! Tenemos que dete...
—Cálmate, cálmate –lo detuvo antes de que lo pudiera levantarse–, Ezra, Sabine y Chopper acaban de volver de su encuentro, me imagino que les fue bien.
—¿Ellos ya...?
—Sí, por tí. Estaban tan molestos por lo que te hicieron que no lo pensaron dos veces –sonrió con orgullo–. Ambos han madurado mucho.
—Sí...
Una sirvienta de los gobernantes tocó la puerta y entró, llevaba un poco de comida, también algunas medicinas artesanales para que pudiera recuperarse más rápido.
—Mmm, no tengo hambre –sintió verdadero asco al ver la comida.
—Mis señores me ordenaron que le trajera esto, solo me retiraré hasta que lo coma todo, por favor, mi señor –se inclina un poco en señal de respeto.
—Solo tomaré la medicina, pero no quiero comer, no tengo hambre.
Kanan supo a qué se debía, era normal que sintiera rechazo a los alimentos. Zeb sí tenía hambre, pero no estaba dispuesto a asumir otro riesgo.
Entonces se le ocurrió una manera de ayudar. La sirvienta le colocó cerca la comida al lasat, donde estaba Kanan, al lado para que le fuera fácil de alcanzar y ella se colocó en la puerta. Esto puso a Zeb nervioso, frustrado. Comenzaba a entrar en pánico y a molestarse porque no lo escucharan, un centenar de pensamientos llenaron su mente. ¿Habrá más veneno? ¿Éste será el final de verdad? ¿Por qué Kanan no hace nada?Pero este sí estaba haciendo algo. Colocó una mano en su hombro para consolarlo. Zeb miró a Kanan, ya comenzando a sudar y poco a poco se calmó.
Fue entonces que el humano tomó una cucharada de comida y la metió a su boca, antes de que Zeb lo detuviera el otro ya estaba masticando y saboreando la lujosa y exquisita comida de Lassan.
Después de tragar, esperaron en silencio unos minutos, no pasó nada. Lo que relajó al grandulón, a la vez que sintió vergüenza por comportarse de esa manera. Pero comprendió que tenía razón para sentirse así. Kanan le entregó el plato, y aunque aún titubeaba comenzó a comer, aunque se le dificultaba tragar. Bebió mucha agua y al final terminó con el plato y la medicina.Guardaron silencio mientras la sirvienta se iba.
—... Gracias.
—No hay de qué, amigo. Pasaste por mucho, es normal.
—Me siento ridículo –rió entre dientes–. Pensaba que era fuerte. Pero sigo perdiendo.
—No, Zeb. No has perdido. Ya ganaste otra batalla.
—"Ganas, si sobrevives" –le recordó sus misma palabras– ¿Verdad?
—Sí, pero también ganas cuando no dejas que te atormente. Superaste tu miedo a regresar con tu gente y ahora superas el miedo a ser envenenando otra vez, debes estar orgulloso de tí mismo. Lo hiciste bien.
Antes de querer llorar, sonrió, con confianza. Estaba listo para irse, pero agradecía estar ahí. Más con tan buenos amigos.
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Star Wars Rebels: La nueva historia
Hayran KurguQuienes recuerdan su pasado con orgullo tuvieron dos opciones: Usarlo o aprender de él. Decisiones incorrectas y el crecimiento de nuestros protagonistas. Una lucha no muy común entre el bien y el mal están atrapados aquí. Ay del imperio y la re...