CAPÍTULO 25

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Tan pronto como Sabine fue puesta en la camilla donde se encontraba Hera minutos antes, decidieron dividirse. Rex y Kanan fueron a ver a quien atendía a Ezra, mientras el resto esperaba a que la chica despierte.

    Los pasillos estaban vacíos, tal vez uno que otro rebelde, sin embargo, tenían varias habitaciones ocupadas. Una de esas era la de Ezra, él no la compraría con nadie debido a su estado de salud. Justo salía su droide enfermero y un hombre mayor.

—Hola, nos avisaron que el niño despertó –Kanan inició la conversación al escuchar la puerta abrirse–. ¿Puede informarnos?

—Ah, por supuesto. Resulta que él despertó, pero acaba de volver a dormirse. Su cerebro sigue inflamado, baja lentamente, entonces estamos siendo bastante optimistas con su caso –contesta el médico, ladeando la cabeza para revisar la información del droide a su lado al mismo tiempo.

Rex amistosamente le da un golpecito con el codo al jedi, el cual sonríe —Te lo dije, el chico se superó y estará bien.

—De acuerdo, gracias doctor. ¿Cuándo podríamos verlo?

—En unos días, cortamos parte de su cabello en la parte del golpe para poder operar, no somos peluqueros, así que sería mejor que lo corten un poco para que quede parejo, no es un problema, solo que tengo un hijo, hará únicamente un escándalo cuando se entere si bien les va –con gracia argumenta, observando a los otros dos sentirse más tranquilos.

—Gracias por todo. Pero... –gira un poco la cabeza siguiendo el sonido del droide que se alejaba.

—¿Su salud? Fue un fuerte golpe, definitivamente habrá secuelas.

—¿Qué tipo de secuelas? –Rex da un paso adelante– ¿Puede perder la memoria?

—Sí, también jaquecas, mareos, incongruencias al hablar... –contesta el doctor ya cruzado de brazos.

—Lo último no es un síntoma, ya es normal –afirma el clon arqueando una sonrisa.

—No descuidaría fijarse en eso también –en complicidad responde–. Tiene suerte de no haberse quedado ciego también. Recetaré algunas medicinas para el dolor, mejor ténganlas listas. Pidanle al comandante Sato ir por ellas, dudo que queden suficientes para el chico.

—Lo haremos, por supuesto.

—Ah, y Kanan, venga a mi consultorio en unas horas para su revisión semanal. Pronto podrá quitarse esa venda si lo quiere.

—Imaginé que diría eso, si no tiene algo más que hacer puedo ir ahora mismo –respondió serenamente.

—Estupendo, síganme –giró su cuerpo 45° yendo a un pasillo que dividía la sección de enfermería con una de suministros médicos y una sala de descanso.














Atravesando el pasillo se encontraba una pequeña sala para curar heridas menores, con nada más que lo básico en un consultorio médico y sin camilla.














Así fue como Rex acompañó a Kanan a su revisión por primera vez.

Al ver los vendajes ser quitados, nada le impidió al viejo clon saltar de la sorpresa, tan rápido que seguramente ni siquiera se dió cuenta.
Ese color negro carbonizado, las úlceras grotescas en las endiduras de lo que restaba de los ojos, se preguntaba cómo una sable de luz podía causar tanto daño.

Kanan, por su parte, no mostró signos de dolor en la revisión, posiblemente ya no podía sentir nada a ese punto.

—Abajo de este parche quemado hay un bonito color rosa –animó cortando con un bisturí la parte negra–. Está recibiendo sangre y sanando. Vas muy bien, Kanan. Utiliza una protección ocular que no te presione los ojos, así no entran bacterias o polvo y puedes dejar que se recupere más cómodamente. También conseguí prótesis oculares, cómo sabes, retiramos tus ojos para que no tuvieras molestias, ya que eran inútiles, y para que se vea más natural los ojos de vidrio te vendrán bien. Solo debo pintarlos de...

Star Wars Rebels: La nueva historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora