CAPÍTULO CINCO

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LILY

Me toma de las caderas adentrándome a su habitación, sus labios a tan sólo centímetros de los míos, siento la rabia que imana.

Estampo mis labios contra los suyos dándoles una leve mordida que hace que gruña, me quita lo que traigo puesto en cuestión de segundos y yo hago lo mismo dejándolo desnudo de las caderas para abajo deleitándome con esos abdominales perfectamente marcados, con la V que se asoma y que pronto descubriré por completo, por último, con esa cara y esos ojos del mismo color que los míos.

Lleva su mano a mi nuca pegándome más a él, yéndose directo a mi cuello el cual lame y chupa provocándome corrientes eléctricas que me descontrolan y me vuelven gelatina, aprieta mis caderas y sube sus manos recorriéndome hasta mis senos, los masajea poniéndome más húmeda, y empeora todo cuando lleva su boca a ambos, chupando con fiereza uno y luego el otro, obligándome a llevar la cabeza hacia atrás presa del placer que me da.

Baja una de sus manos hasta mi intimidad para empezar a tocarme, sus dedos se deslizan con total facilidad dentro de mí dándome puro goce y volviendo locas por completo mis emociones. Llevo mi cabeza hacia delante y me deleito viendo cómo sus dedos salen brillosos por mis jugos, el sonido que sale es excitante para él y también para mí porque lo motiva a llevarlos más rápido, más adentro despertándome las ganas de chuparle lo que tiene en medio de las piernas para que luego me lo introduzca sin piedad.

— ¿Qué hicieron en su auto?

Me río en medio de la gloria ganándome que de un pronto a otro su mano esté en mi trasero y me dé una nalgada que se escucha en toda la habitación, lo vuelvo a ver y le sonrío logrando que me dirija hasta abajo, se baje lo que ahora estorba y también su bóxer dándome la vista que quiero, la vista que he podido contemplar varias veces en estos últimos dos años.

Lo tomo con mi mano y la deslizo antes de chuparle la punta llena de líquido preseminal, lo escucho gemir para mí antes de tomarme del cabello y llevarme contra su erección follándome la boca.

Pero salgo por completo de mi estado sexual y caliente cuando escucho como abren la puerta dándome la imagen del ser por el cual él me preguntó hace nada, específicamente sobre lo que hicimos o no en su auto.

Abraham.

La impresión me come al ver que no se mueve, al ver que no hay signos de sorpresa en su rostro y que más bien se queda analizando la situación volviéndome a ver a mí y a San.

— ¿Te largas?

Le pregunta San a Abraham sin un tono muy amable, me saco su polla de la boca y me pongo de pie, esperando no arrepentirme por lo que voy a gracias a la calentura tan inmensa que me cargo en estos momentos.

Camino hasta Abraham y antes de que llegue a él, entra a la habitación y cierra la puerta con seguro.

— ¿Qué mierda Lily? —Escucho preguntar a San desde atrás, confundido.

Pero su confusión se irá pronto.

Tomo la mano del ser de ojos diferentes y me volteo hacia San con una mirada llena de malicia y con una sonrisa que grita lo que le voy a pedir.

— ¿Abres tu mente para un trío?

Escucho a Abraham reírse por lo bajo, yo sólo me enfoco en la cara de San.

— ¿Me estas pidiendo que te comparta cuando más bien te acabo de preguntar qué hiciste con él en su auto?

Doy pasos certeros y Abraham me sigue hasta que quedamos ambos al frente de él.

—Te voy a responder—le sonrío—, no hicimos nada, pero—doy media vuelta y le saco la camisa tirándola a algún lugar de la habitación—lo podemos hacer los tres ahora—veo sobre mi hombro al rubio que me prende a pesar de toda la mierda que me hizo—, ¿o te acobardas, no te gustaría?

VOLANDO ENTRE LO AMARGO. Libro 2. [En edición].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora