CAPÍTULO CATORCE

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LILY

Los muchachos están hartos de esperarme.

Pero no me importa, primero estoy yo antes de irme mal arreglada, son pasadas de las siete de la noche y agradezco el haberme tomado ya mis pastillas, porque sí, las sigo tomando y eso es algo que es de por vida.

En mi cabello me hice ondas que luego con mis dedos hice que se vieran más naturales, me maquillé un poco y siendo sincera, creo que me veo mejor de lo que pensé con algo tan simple a como lo es la ropa que escogí.

Dejo libre el espejo y tomo mi pequeño bolso en el cual van unos 100 dólares, las pastillas que me faltan, mi celular, mi identificación y mis audífonos.

Salgo de mi habitación y me revelo ante todos con una sonrisa sarcástica mi vista se va directo a Julio que no para de verme, pero luego de unos segundos se la quito ignorándolo hasta que estamos afuera, decido irme con San y luego de unos cuarenta minutos estamos en el dicho bar que a decir verdad, tenía razón Mauricio, se ve totalmente de fino.

Los chicos estacionan sus autos a la par de cada uno, todos salen y me siento como una famosa con guardaespaldas.

Camino hasta estar al frente de todos, Abraham me toma de la mano izquierda y San de la derecha, vuelvo a verlos a ambos y tienen una mirada pícara que me hace reírme por unos segundos sola hasta que ellos me acompañan.

Jean, Mauricio, Dawson y Julio pasan de largo de nosotros entrando al bar de una vez por todas, nosotros nos tardamos unos segundos más y pues, qué digo, cuando entro todo es total descontrol.

Hay una pista de baile libre, la gente está al máximo de felicidad, otra simplemente está sentada tomándose algo tranquilo y el resto pues, ajá, es el resto.

Buscamos una mesa en medio de tanto y encontramos una justo al frente de la pista de baile, nos sentamos e inmediatamente un mesero llega a pedir la orden.

—Tráeme dos botellas de whiskey, de las más caras que tenga—Le grita Abraham—, y unas copas, también unas cuantas cervezas y de comer unos nachos agrandados.

El mesero toma la orden y luego se retira, la música no está tan alta y eso es algo que me llama la atención.

— ¿Por qué la música está en ese nivel de sonido?

—Porque todo empieza alrededor de las once de la noche—. Me responde Dawson.

Asiento levantando las cejas, nos la pasamos hablando por un rato, de reojo veo como San le da miradas a Abraham, siento las miradas de Julio pero no les pongo atención, Mauricio sigue pegado en el celular y Dawson, pues Dawson hace parte del grupo.

Las bebidas llegan luego de un rato, yo por mi parte le pido un vaso con agua al mesero mientras todos empiezan a tomar. Agradezco que el agua llegue rápido, facilitándome tomarme la pastilla de las ocho de la noche.

Decido no tomar nada hasta que termine todo mi medicamento, porque normalmente eso es lo que hago, lo termino y luego de unas horas tomo, pero no en exceso, y los chicos lo saben, por eso no me presionan a tomar.

—Ya casi empieza lo buenooo—grita Dawson—, ¡joder hace tanto no sentía este tipo de energía!

Yo simplemente los dejo hablar, no hago nada más que esperar para terminar mis pastillas, pasan las nueve de la noche y me tomo la de esa respectiva otra, Abraham me abraza y me da un beso en la cien de un pronto a otro.

— ¿Estás bien?

Me desconcierta su pregunta.

—Sí, solo espero terminar el medicamento para empezar a divertirme también.

VOLANDO ENTRE LO AMARGO. Libro 2. [En edición].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora