CAPÍTULO ONCE

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THOMAS

— ¿Mejor?

Me entrega un chocolate caliente y se sienta a mi lado, no hay mucho que resaltar sobre nuestra conversación porque prácticamente toda se trató de mí, de cómo me sentí y de cómo me siento cuando recuerdo la estupidez que hice.

—Eres la única persona que sabe esto—río por lo bajo con total ironía levantando mis hombros, ella me soba la espalda y yo simplemente la dejo porque su toque no me molesta—, aunque siendo sincero no es como que tuviera a alguien a quien contárselo—relajo mis hombros volviéndola a ver—, no tengo amigos de confianza, la relación con mi madre no es la mejor ahora y con papá pues... ya sabes.

Me da una sonrisa de boca cerrada que transmite total tranquilidad.

—No lo sé, pero entiendo si no quieres hablar de ello.

—Gracias.

Creo pensar que ese gracias es uno de los más sinceros que he dicho. Dejo que mi cuerpo siga sus instintos y termino en su pecho con ella acariciándome el cabello logrando que de cierta manera me relaje. Respiro su aroma el cual es suave, pero rico, su toque se vuelve más cálido pasando por mis brazos con solo las yemas de sus dedos conduciendo a que termine cerrando los ojos adentrándome en un sueño profundo.

LAILA

Pongo su cabeza en medio de tantas almohadas, lo detallo y efectivamente no puedo creer que este sea el mismo ser con el cual jugaba cuando era niña, su rostro es perfecto por donde se le vea, el cabello negro le da ese plus resaltándolo, sobre todo sus ojos color miel.

Levanto mi trasero de la cama dejándolo totalmente dormido, ni siquiera se terminó todo el chocolate, pero bueno.

Voy directo a mi closet en busca de una pijama encontrándome con una color lila de blusa de tirantes y un short corto, me veo al espejo por unos segundos antes de salir de la habitación y caminar hasta llegar al baño, buscar mi cepillo de dientes y usarlo para lo que es.

Cuando termino voy a la cocina por un vaso de agua y me llevo el susto de la vida cuando escucho el timbre de un celular.

—Joder...

Termino de tomarme el agua y corro a la habitación en donde el ser de casi dos metros duerme, dándome cuenta de que el celular que suena está en una de las bolsillas de su pantalón y con total atrevimiento teniendo extremo cuidado lo saco de la bolsa para ver reflejado el nombre de una de las personas que le desgraciaron su anterior relación.

Hallie S.

Pienso, y pienso, hasta que llego a la conclusión de que me vale un carajo lo que pueda pensar el ser que está al otro lado de la línea. Salgo de la habitación y estando en la sala le respondo a su llamada.

— ¿Sabes dónde está Ian? Me parece increíble que no me responda las llamadas ni los mensajes.

—Pues Thomas tampoco te respondió esta llamada, linda.

No emite ninguna sola palabra cuando escucha mi voz, provocándome una risa interna que disfruto y no sé por qué.

Tal vez porque se atrevió a meterse con alguien al cual le tengo un enorme cariño.

— ¿Quién eres...?

El tono curioso en su voz solo me causa más gracia, y nuevamente no sé por qué.

—Soy... Mérida—digo con tono sarcástico—, esa princesa de valiente de Disney.

Escucho a través de la línea como se levanta de donde está, luego como cierra una puerta con seguro.

VOLANDO ENTRE LO AMARGO. Libro 2. [En edición].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora