CAPÍTULO TRECE

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THOMAS

Estoy en las nubes.

Y es una sensación divina.

El humo se esparce por mi habitación, la paz y la relajación que siento me hacen tan bien, aprendí a llevar el control y eso es algo que me beneficia, porque siento lo que quiero sentir y no lo que ella quiera que sienta.

Las horas pasan hasta que llega la noche, no escucho la puerta principal abrirse y cuando veo el celular son pasadas de la media noche, a este punto ya ella no vendrá.

Mi madre ya no vendrá.

Le resto importancia a eso, porque es algo a lo que sinceramente ya estoy acostumbrado, aparte de que ella es adulta y sabe lo que hace.

El efecto se me pasa luego de un tiempo y ahora las ganas de comer algo llegan, obligándome a levantarme de la cama e ir a la cocina por algo, me decido por unas galletas de crema de vainilla y una coca cola fría. Vuelvo a mi habitación y acuesto recostado en el respaldar de la cama, abro el empaque de dichas galletas y empiezo a devorarlas mientras veo a... a quién sabe qué, sólo sé que disfruto del sabor de las galletas y de la rara mezcla que hace con la coca cola.

Mi atención se va a mi celular en el momento en el que se enciende la pantalla, primero me fijo en la hora y luego en el mensaje que acaba de llegar de parte del ser con el cual creo haré una increíble amistad, o más bien ya la teníamos, pero la reforzaremos ahora que nos volvimos a encontrar.

"Salgamos en la noche, no tengo nada que hacer en casa y mis padres me acaban de avisar que vienen en unos tres días."

Lo tomo entre mis manos y lo desbloqueo, no está nada mal ir por un poco de diversión y más cuando hace mucho no tienes. Le respondo que está bien, pero me quedo allí hasta pensando en dónde podríamos ir hasta que recuerdo ese famoso lugar al que iba y que era lo mejor en esos tiempos.

"Benenm bar."

Volvería para entrar con total legalidad, porque cuando iba utilizaba una identidad falsa, y pues, si ahora soy legal hay que hacer cosas de legales. Sigo escribiendo el mensaje mencionándole el lugar y luego le doy enviar, ella lo ve inmediatamente y empieza a escribir respondiéndome en un dos por tres; "¿dónde queda eso?"

Me río con total gracia, no por la pregunta, sino porque no pienso decirle prefiriendo llevarla yo mismo, estilo una sorpresa.

"Yo te llevo, no te preocupes."

Le doy enviar y me envía el emoji de una cara coqueta y siguiendo de eso un mensaje que dice; "vale, misterio."

"¿Es un nuevo apodo?" Le pregunto.

"No, todavía busco el nuevo apodo para ti." Me responde y eso me emociona, porque ella es bastante rara cuando de apodos se trata.

"Vale, nos vemos en unas horas entonces."

Le respondo y me manda un sticker guiñándome el ojo. Bloqueo mi celular y lo dejo cargándose mientras que yo me enfoco en entrar a mi sueño profundo, lográndolo más rápido de lo que pensaba.

*

Despierto alrededor de las dos de la tarde, me estiro en la cama para luego levantarme y alistar mi ropa de hoy, luego me voy al ducha y tomo un baño. Cuando salgo me pongo la ropa y tomo mi celular para quedar confundido cuando veo el mensaje de Ian.

"Voy para tu casa, necesitamos hablar."

Eso fue hace media hora.

Y por eso no me sorprendo cuando escucho que tocan a la puerta, tiro el celular a mi cama y voy a abrirle topándome con la cara de culo más expresiva que he visto por parte de él.

VOLANDO ENTRE LO AMARGO. Libro 2. [En edición].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora