CAPÍTULO SIETE

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THOMAS

— ¿Te vas?

Vuelvo a verla de reojo en tanto me amarro los zapatos.

El sueño nos ganó por alrededor de hora y media, no me imagino cómo deben de estar los pollitos y Ian.

­—Sí—le respondo terminando de ponerme los zapatos para levantarme, darme la vuelta y quedar frente de ella, esta sobre sus rodillas, sus manos sobre sus muslos—, ¿qué creías? ¿Qué me iba a quedar? —Le pregunto con inercia viéndola directo a sus ojos que no expresan nada.

—Sí. Por lo menos hasta mañana.

Río interiormente al escuchar cómo se le corta la voz con tan solo unas palabras.

— ¿Por qué que me quedaría? No eres más que una más después de todo—hago un puchero, no me baja la mirada y eso se lo admiro—, eres igual a Hallie...

Volteo la cara en el momento en el que la palma de su mano hace contacto con la misma dejándome un soportable ardor.

­—No me compares con esa hija de puta.

Una risa burlona se apodera de mí volviéndola a ver, ahora sí que sus ojos están llorosos, pero no sé si por decepción o por rabia.

—Entonces con Chiara, ¿mejor?

Percibo su palma, pero no me dejo esta vez, la tomo de la muñeca evitando que me impacte otra vez el rostro, veo la furia que expulsa por sus ojos y para qué mentir, yo estoy igual por el simple hecho de que se cree tener el poder de pegarme. Ya lo hizo suficiente en muy poco rato.

—Coges de maravilla—levanto las cejas y sonrío viendo como fuerza la mano para soltarse, acto que no va a suceder porque yo la aprieto más—, pero coges así por la zorra en la que te convertiste, por la imagen falsa que estás dando—con mi otra mano le tomo la otra obligándola a que se vaya para atrás acostándola y quedando encima de ella con los brazos por encima de su cabeza—, ¿o crees que no lo noté? ¿estamos en el punto en el que se invierten papeles Lily? Porque yo también usé una imagen que no era nada más que para aparentar, pero con la diferencia que lo hice para bien mientras que tú—se retuerce tratando de zafarse, algo que es innecesario a como la tengo y al parecer ella no entiende eso—, tú sólo quieres verte como la más mala, usando un escudo de protección para que no vean lo frágil que eres ¿o no? ¿Me lo vas a negar a mí que te conozco?

—Suéltame—se sigue retorciendo y el simple hecho de tenerla sólo con unas bragas negras me empieza a afectar—, suéltame o voy a gritar, Thomas.

Me acabo de dar cuenta que hasta ahora soy capaz de detallar el color de su ropa interior...

—Nadie te va a escuchar ¿has oído el ruido que hay afuera? —en un movimiento rápido quedo más cerca de sus labios y decido tenerla encarcelada sólo con una mano mientras que con la otra dibujo su cuerpo pasando la yema de dos de mis dedos por su cintura, poso mi mano sobre uno de sus muslos y lo aprieto ocasionando y viendo cómo se le dilatan las pupilas—, ¿te gusta? ­—Tomo el elástico de sus bragas y su reacción me desespera, el simple hecho de ver cómo trata de relajar su cuerpo conteniendo sus aceleradas respiraciones me desespera y... me altera —¿Me quieres aquí como hace dos años, o como hace unos minutos en donde fui más agresivo? —deslizo los dedos por el elástico y ella empieza a dejar salir suspiros— ¿quieres que te folle como sólo yo sé hacerlo?

—Cállate... —aprieta los ojos y las lágrimas salen—, cállate maldito infeliz...

— ¿Infeliz? —meto mi mano y decido tocar su hinchado clítoris otra vez, ocasionando que deje salir un gemido que termina de ponerme cachondo—Infeliz tú, porque yo soy muy feliz ahora sin tener que ocultarme en una imagen falsa.

VOLANDO ENTRE LO AMARGO. Libro 2. [En edición].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora