CAPÍTULO OCHO

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Laila.

SAN

Dime que eres estúpido sin decirme que eres estúpido.

Lily va de primero, porque piensa que en esta casa no hay cámaras y obviamente cree que no sé qué se folló a Thomas Adams y que antes del acto de amor tuvieron la pelea del siglo.

Claramente me fui de la habitación de las cámaras para no verlos en acción por segunda vez.

Porque sí, cuando él se iba a ir todo cambio de camino y se dirigió nuevamente a su cama, que raros son los caminos de la vida...

Pero bueno, eso no quita que por una extraña razón no pueda sacar de mi mente preguntas que no me deberían de importar.

¿Dónde quedó el resentimiento? ¿dónde quedó el odio? ¿dónde quedó el desprecio?

Porque sí, a Lily en muchas ocasiones la vi resentida, muchas veces me afirmó lo mucho que lo odiaba y lo mucho que lo despreciaba, pero bueno, al parecer sólo lo decía para tratar de convencerse de ello. Obviamente al final no le funcionó.

— ¿Espiando?

Detengo mis pasos y volteo los ojos antes de darme la vuelta al ser al cual llamo mejor amigo. Tiene una sonrisa torcida, las manos metidas en el pantalón, los dos primeros botones de su camisa están desabotonados dando la vista de los huesos de su clavícula, el cabello lo tiene un poco peinado dándole un plus a que sus ojos sean más resaltantes.

—Te entiendo.

Me dice afirmando su pregunta sin dejarme responder. Odio y adoro que me conozca tanto.

—No es conveniente lo que acaba de pasar entre ellos, ¿no? —cuestiona poniéndose a mi lado, una de sus manos ahora está en mi hombro—¿qué pasaría si se vuelven a querer, si tu esfuerzo por tener a Lily a como la tienes se fuera a la mierda? —siento como su respiración llega a mi oído—, ¿qué pasaría... si ahora es él el que le quita la máscara a ella?

Las preguntas que me hace sólo me hace cuestionarme el por qué hice toda la mierda que hice, haciéndome llegar a la conclusión de que si ella se llegara a dar cuenta el que terminaría siendo odiado a morir sería yo, nadie más. Aunque también sería casi imposible que se diera cuenta porque ¿cómo?

—Abraham—lo vuelvo a ver teniéndolo más cerca de lo normal a mi cara—, Lily no es la misma, dependiendo de la máscara que le puse en estos años o no, lo que le hizo Thomas y lo que le hice yo no se va por un puente así de fácil—suspiro—, incluso a veces me pongo a pensar si realmente me aprecia o... sólo está fingiendo conmigo o mejor dicho, con todos nosotros para...

Tomándome de los hombros me voltea por completo hacia él evitando que siga hablando.

— ¿Se te olvida quiénes somos? —levanta la esquina de su labio dando la vista de unos de sus dientes para luego sonreír—, por nosotros es así, por nosotros es la hija de puta que es, por nosotros no deja que nadie la hiera otra vez y por esa misma razón está por debajo de nosotros, porque sabemos su juego, ya que es el mismo que jugamos nosotros—se lame el labio inferior y no sé por qué mi mirada detalla ese momento—, con la gran diferencia de que somos los campeones.

—Y sin quitar del medio que ella es como nuestra puta personal—hago que me empuje y se empiece a reír—, sólo le falta estar con Dawson, Mauricio y Sergio...

—No creo que yo sea el tipo de Sergio.

Siento que todo se me baja, incluida la presión al y le pasa lo mismo a Abraham al escucharla. No me volteo por nada del mundo y sólo detallo la cara del ser que tengo al frente que por cierto es todo un poema.

VOLANDO ENTRE LO AMARGO. Libro 2. [En edición].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora