Aquella madrugada me dormí pensando que fui algo ruda con 37, se que solo queria "ayudarme" a su manera, pero de verdad odio que intenten protegerme, se bien lo que se siente tener miedo, se lo que se siente no tener forma alguna de defenderte, no necesito que un psicópata alma del Infierno me tenga que proteger, además ¿No que su deber es matarme? Me parece que alguien será despedido.
Un maldito lunes llego otra vez, hoy mi humor es diferente es como si no sintiera nada, mis padres no empezaron la mañana discutiendo y eso me alivio un poco, de camino a la escuela me percate que no se presento don Satanás, me parece raro ya que siempre desayuna junto conmigo, tal vez sea cosa mía, o todo fue una pesadilla.. nah jaja. Al llegar a la escuela me salude con Isabela con un fuerte abrazo, procedimos a las clases como normalmente pasaba el día, solo que en ningún momento de la mañana o de siquiera la tarde se presento aquel demonio, por mas estúpido que suene empezaba a preocuparme por el.
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Que extraño.. juraría que me quede dormido junto a la niña, ¿Dónde se supone que estoy? Trate de moverme sin conseguirlo, aparentemente estaba esposado de pies y manos a una silla, en frente de mi había un escritorio mientras que a mi alrededor no haba nada mas que oscuridad, una fuerte luz rojiza que venia de un ventanal estaba sobre mi cabeza reflejando mi sombra en el escritorio, me veía con los cuernos y notaba el bailar de mi cola, ¿Estaba con mi figura demoníaca? algo estaba pasando.
―Hasta que decidiste despertarte, número 37.―
Un muchacho se sentó frente a mi, su rostro no se podía ver con claridad y su voz se me hacia irreconocible, me senté recto para tratar de ver mejor
―Ni te esfuerces compañero, no podrás verme de todas formas. De seguro te preguntaras que haces aquí ¿Verdad? Muy sencillo, según reportaron los demás miembros de la organización tu ya estas destinado a una humana a la cual torturar, esto fue hace tres meses, dos semanas humanas, te sueles tardar solo un mes y medio en matar a la victima, te pediremos que nos des una explicación. —
¿Tres meses?... como es posible, es como si hubiese estado solo un par de días con ella, no pude recaudar ningún tipo de información esa muchacha no se pone mal nunca o si lo hace es por cosas tan ridículas, no se nada de sus padres, ¡no puedo hacer nada sin información! Maldición.. ¡No puedo creer que me distraje todo este tiempo!
―A juzgar por tu reacción veo que no estaba en tus planes el tardarte tanto, ¿Acaso hay algún inconveniente?.. Tal vez, no se, ¿Te encariñaste con la humana? —
Eso me hizo enojar, levante la mirada directo a sus ojos, sentía cada fibra de mi cuerpo herizarse.
―¡Claro que no, la simple idea de amor por una creación asquerosa de Dios es un total insulto! nunca en la historia del infierno hubo un demonio tan imbécil como para encariñarse por un ser tan insignificante como lo seria un humano, ¡Yo nunca seria el primero de esos idiotas!―
El sonrió, apoyando los brazos sobre su escritorio dio una leve risa de lastima.
―¿Acaso olvidaste la historia de Verónica? es muy conocida en estas tierras, hace poco volvió a ser popular en la organización, justamente por tu caso, 37.―
Es verdad, había olvidado ese irritante cuento fantasioso. Nos obligaron a aprendernos el cuento cuando apenas entramos a la organización, narra la historia de una demonio de avaricia, descendiente de uno de los príncipes del infierno, ella era reconocida como la parca femenina, en menos de un día traía consigo miles de almas de pobres idiotas humanos, tenia un record perfecto superior al mio o de cualquiera. Pero un día simplemente desapareció.
Se tardo en regresar de una misión preocupando a todos, al punto que fueron a buscarla al mundo humano pensando que fue eliminada, pero no, resulto ser que Verónica se había enamorado de un Humano y vivió con el todo ese tiempo como una simple mortal, soportando el apetito de devorar a las personas día a día, al ser descubierta por los demonios trato de enfrentarse a ellos consiguiendo su muerte definitiva por su débil cuerpo, ahora sus cuernos son atracción en un museo, como aquella que renuncio al infierno por un sentimiento tan asqueroso como el amor a un humano.
―Si te piensas que voy a terminar como ella estas equivocado, esa niña es terca y cerrada, se me hace difícil entender el núcleo de su dolor, ¡No es que me este enamorando de tan patética criatura lo llevas demasiado al extremo!.
―Y que pasaría si ese núcleo de su dolor, ¿Fueses tu?.―
Me quede mudo ante esa teoría, mi cuerpo se contrajo quedando tendo de solo pensar esa posibilidad, en ese momento pude sentir que alguien agarraba la gema del collar con fuerza, dirigí mis ojos a un costado y en efecto alguien lo sostenía fuertemente, era esa muchacha, además hablaba... esto es extraño.
―Veo que alguien te extraña ¿No? Bien, Hagamos algo número 37, veo que te diviertes mucho allí arriba así que seré bondadoso contigo, tienes un año humano para matarla sin exenciones, de no ser así, yo me encargare de liquidarla junto a su familia.. y a ti. ―
Apenas si tuve tiempo de mirarlo antes de que la luz roja desapareciera, mis ojos se cerraron antes de reaccionar o decir una sola palabra, me quede pensando en lo que ocurrió y en la historia de esa maldita zorra, me parece una locura total que eso pasase... de ser el caso seria yo el que acabaría con mi propia vida.
―Mierda.. Estoy jodido. Realmente jodido.―
Aparecí en casa de la chica, aparentemente sus padres no estaban, me tome la molestia de comer algo de la heladera antes de buscarla, necesitaba recobrar la postura, estar en ese sitio me dejo un sentimiento extraño en el cuerpo. Antes de poder dar un bocado sentí una energía negativa no muy lejos de mi, rápidamente seguí el rastro hasta el cuarto de la niña, estaba su puerta cerrada, es algo raro en ella, me transforme en humano y toque la puerta fingiendo ser uno de sus padres, no hubo respuesta, probé nuevamente y nada.
Entre hecho sombra traspasando la puerta retomando mi figura de humano una vez dentro, pude ver una triste chica usando únicamente una remera muy grande tirada en la cama, con audífonos puestos, abrazando un peluche en forma de rana, estaba con sus ojos cerrados así que aproveche para acercarme y ver que pasaba, puse una de mis manos en su rostro para medir su temperatura, sus mejillas estaban mojadas su piel fría como porcelana, no pude evitar resbalar mis manos por su rostro, creo que se llama caricia. Sonreí levemente al notar que estaba profundamente dormida, me incorpore a la cama a un lado de ella sustituyendo al peluche con mi torso, ella me abrazo con fuerza, como si supiera que era yo en vez de esa rana extraña, la mire sorprendido, ciertamente me daba miedo.
―¿Dónde estuviste durante todo el día?.. me tenias preocupada.. tarado.
―Tuve que irme de emergencia, tampoco era para que te asustes así niña. —
Su tono de voz no reflejaba falsedad alguna, es evidente que en verdad me estaba esperando, pero ¿Por que?..
―No te vuelvas a ir sin avisarme.. ¿escuchaste?..
―Ya ya, vuélvete a dormir, a ver si con eso se te pasa la tristeza.―
Murmuro unas palabras que no pude entender para finalmente dormirse otra vez, mi rostro se puso serio al notar que yo también la estaba abrazando, trate de separarme pero ella no me dejaba, sumado al frio de su cuerpo que me era llamativo, se me hizo imposible soltarla.
―Nunca creí verme en esta situación. Que asco.. Aunque..―
Baje la mirada un poco para verla, se le notaba tranquila y despreocupada, esa energía negativa que sentía ya había desaparecido, yo me sentía cada vez mas diferente. Sonreí por la ironía y por lo idiota que me veía de esta forma.
―Tu me vas a traer serios problemas, pequeña..―
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A Friendly Demon
RandomSofía Romero es una chica aburrida de su vida cotidiana, anhela que hayan cambios en esa rutina que debe cumplir, para su fortuna (o desgracia) su deseo se cumpliría de una manera un poco.. diferente, a lo que ella podría pensar. Historia de demonio...