Tengo entendido que 409 esta en Argentina junto con 37, en una misión que supuestamente es complicada de llevar a cabo, por este motivo ambos siguen trabajando en ello estando en el mundo de los humanos, me parece una tontería siendo honesto. Me tomaré la libertad de comprobar este echo, llevo conmigo una libreta en donde anotar detalles y dibujare lo importante, es mi trabajo a fin de cuentas ¿No?.Subí al infierno terrenal optando una figura de un infante, cabello esponjoso, ojitos verdes, vestimenta de jardinero, una apafiencia lo más inocente posible. Comencé mi búsqueda, pude localizarlo fácilmente por su esencia, estaba en un lugar de juegos, aunque no notaba la presencia de 37, al parecer esta solo. Camine un rato por la ciudad hasta por fin encontrarlo, en efecto se encontraba solo, sentado en una banca cerca de los juegos, estaba leyendo un libro con esa cara seria de siempre, me le acerque con precaución.
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-¡Hola señor!
-¿Uh? Hola niño... -
Grandioso, quiero estar solo para pensar bien las cosas y aparece un menor a fastidiar.
-¿Puedo sentarme con usted?.
-Em, claro, adelante.
-¡Gracias!. -
Esto es extraño. Cerré el libro que me recomendo Sofia hace unos días, marcando la página con una hoja de árbol, voltee a ver al menor, parecía ser de primaria, tenía un pequeño cuaderno junto a un lapicero en sus manos, movía los pies de lado a lado mirando los pájaros en la arena del tobogán, mi duda es... ¿Porque se me acerco?.
-Oye, no es por ser grosero pero... ¿Necesitas algo?
-En realidad estoy esperando a mi madre, dijo que vendría por mi, pero tenía algo de miedo en estar solo, por eso me acerque a usted pensé que sería una buena persona.
-¿En serio? Jaja ¿Que te hace creer que soy bueno?.- El niño me miró sonriéndome, sus ojos brillaron con el sol de una forma peculiar, empecé a sospechar.
-Eso no importa... Oiga, ¿Que tal si vamos a jugar?.
-¿Jugar? Pero..
-¡Vamos! Tengamos una cita de juegos hasta que mi madre venga, ¡Por favor!.
-Okey okey, esta bien.-
El salió corriendo revolcándose en la arena, me puse de pie acercándome a los juegos, lo miré un momento por alguna razón se me hacia conocido.
-¡Oye! ¿No vas a jugar?.
-Juega tranquilo, yo me quedo aquí.
-Oh vamos, ¿Te da miedo la arena? No son movedizas, estarás bien.
-Entraré en un momento.-
Mire a la calle, puse las manos en mi espalda empezando a caminar al rededor del arenero, me quede pensando en lo que 37 había dicho hace unos días cuando fuimos de casería, estaba nervioso, no quería que ese idiota tuviese razón. Me hacía estar perdido y distraído pensar que puedo enamorarme de una humana otra vez, no debo distraerme de mi deber, no quiero que la organización también me persiga a mi.
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Su caminar, su postura, su mirada, todo me indicaba que algo le ocurría, mientras me hacía el idiota jugando de vez en cuando anotaba comportamientos, lo bueno es que no necesito mover objetos, la libreta y el lapicero estaban en la banca, con solo pensar lo que quiero el lapicero hace su trabajo escribiendo, es mi don. Volviendo a 409, su pulsación estaba acelerando, sus manos temblaban y pude notar que su angustia aumentaba, es hora de actuar.
-Señor, ¿Porque esta tan preocupado?.
-¿Eh?... ¡Oh! No es nada pequeño, son solo... cosas de adultos.
Sip, en efecto no estaba aquí, me puse de pie, le tomé las manos y lo atraje a los columpios sentándome en uno, haciendo que el quede frente a mi.
-Que le ocurre... ¿Es su esposa?.
Pude notar su sonrojar, se paro recto ante la pregunta, fue inevitable sonreír.
-Yo... no tengo pareja niño, no te preocupes estoy bien.
-¿Seguro?. -
No respondio, solo bajo la mirada con un rostro confundido, debo sacarle información de alguna forma, juguemos con su apetito. Frote sus manos lentamente, lo miraba fijo inclinando mi cuerpo hacia el, empecé a liberar un aroma llamativo para los demonios, la sangre pura de un menor por más que se resistan siempre funciona.
Su rostro cambió, note un destello celeste que se mostró leve en sus ojos por un momento, había acertado.
-Niño, debo irme, no puedo quedarme contigo hasta que llegue tu madre, lo siento. - Se aparto dándose la vuelta para alejarse, lo seguí en silencio.
Note que se subió a un auto, me sorprende que tenga uno aquí, traspase sus puertas sentándome atrás con cuidado.
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De la nada el niño me toma las mano, fue un momento incomodo cuando me preguntó por mi "Esposa", creo que llegué a ruborizarme un poco, pero me puse a pensar nuevamente, cada que se refieren a una pareja se me viene a la mente ambas pequeñas.... eso me fastidiaba, no tiene nada de relación una cosa con la otra, mire al suelo serio, algo debía hacer para que esto no continúe. Me saco de ese pensamiento el acto del niño, estaba acariciando mis manos con delicadeza, voltee a mirarlo nuevamente, tenía una posición bulnerable pero una mirada inocente, me incomodaba demasiado esto.
Un aroma familiar me exaltó, sangre... ¿Venía de el? No lo creo, no sentía que estuviese lastimado o débil, sentía un cosquilleo recorrer toda mi espalda. Me aparte de el, me disculpe y corrí al auto que 37 me presto para tomarme un descanso, no quiero saber de donde lo saco.
Una vez dentro apoye las manos en el volante dejando mi cabeza sobre ellas, estaba empezando a salivar, ese aroma era demasiado fuerte fue extraño. Estuve calmando el hambre unos minutos, cuando me dispuse a volver a casa de Sofía me senté recto, mire el espejo y...
-¡¿Que mier-..?! ¡Niño como demonios entraste al auto! Nonono.. mejor dicho ¡¿Que carajos haces aquí?!.
-Nada, solo me subí.
-... -
Golpee mi cabeza contra la bocina del auto, me eche el cabello hacia atrás y me di la vuelta a mirarlo.
-Sal ya mismo de aquí, o te llevare con algún policía para que te lleven a tu casa por las malas.
-Descuida, no será necesario Abel.
-Entonces sal del au-... ¿Disculpa?.- ¿Escuche mal o dijo mi nombre?
Se levanto, se paso al asiento de adelante y me quedo mirando.
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A Friendly Demon
De TodoSofía Romero es una chica aburrida de su vida cotidiana, anhela que hayan cambios en esa rutina que debe cumplir, para su fortuna (o desgracia) su deseo se cumpliría de una manera un poco.. diferente, a lo que ella podría pensar. Historia de demonio...