"Caerán mil muertos a tu siniestra y diez mil a tu diestra; mas nada te pasará a ti"
(S. 91:7)☆
Bien, ¿Que decir luego de ese encuentro?, luego de pensarlo en frío se parecía a cierto ángel que fue desterrado del paraíso por traición al altísimo, pero se que no es el, mejor ni lo pienso. Después de ese día el se solía desaparecer cada tanto, unas horas y luego regresaba sin hambre o ganas de hablar, solo se metía a la gema sin decir nada más, tampoco se hacía notar en la escuela o lugares donde haya mucha gente, pocas veces salio echo humano para perderse por ahí, ya casi ni hablábamos, esto me estaba molestando.
Tenia otro problema, Isabela también estaba actuando raro, se pasaba escribiendo cosas en un libro que no me dejaba leer, supongo yo que era un diario, pero que tanto tenes que escribir como para no hacer nada en la escuela que no sea eso, o que tan dependiente al libro debes estar como para salir con el a todos lados, esto se me hacia bastante pesado ya, trate de preguntarle pero solo me ignoraba o decía que era personal, era extraño ella jamas se había portado así conmigo. Pasaba mis noches pensando en estas cuestiones, sintiéndome algo sola a la vez, las redes sociales mucho no me entretenían y dibujar o salir no eran opciones, solo me quedaba la música, el estudiar sobre los demonios y sus variantes, ¿Para que? ya ni yo sabia, creo que era porque no tenia nada más que hacer.
Un día sábado me desperté temprano para desayunar, me senté en la puerta de casa a tomar un café en lo que tarareaba una canción x, mirando a la gente que salia a trabajar o el baile de las hojas de los arboles junto al viento, me estaba convirtiendo en algo que odio, una chica aburrida que no sabe que hacer con su vida. En eso, un aroma familiar me hizo levantar la cabeza.
―¿Que haces en la puerta de tu hogar a estas horas de la mañana?, puedes enfermarte, pequeña.―
Me congele por un momento, esa voz no la conocía, me di media vuelta para mirar el interior de mi hogar, un tipo alto vestido de negro, con lentes y cabello perfectamente peinado hacia atrás me estaba tendiendo la mano, creo yo que quería levantarme, le mire con la mejor cara de orto que pude poner en ese momento.
―Se que no me conoces, y puede que te estés preguntando que mierda es lo que quiero, pues fácil, mostrarte algo que tal vez te haga sentir un poco mejor. Te noto bastante triste y eso no me agrada, ven conmigo, te divertirás lo prometo. ―
¿Debería confiar? nah, pero ya me acostumbre a estas cosas gracias a 37, me puse de pie dejando la taza sobre la mesa, tome su mano acomodándome el cabello
―Bien, Ojala sea rápido, no tengo ganas de hacer nada hoy.―
Ese chico sonrió en lo que todas las luces parpadeaban, cerré los ojos por costumbre y espere unos minutos.
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―Numero 37 esta jugando con nosotros, se encarga de matar a otras personas pero no a la victima que se le encargo, es un truco bastante sucio de su parte.
―Y que sugieres que hagamos con el, es bastante complicado solucionar una falta de este estilo, más si hablamos de 37.
―Lo se, por eso debo decidir adecuadamente el que hacer.
―Y ¿Porque no mejor me lo dejas a mi?, sabes bien que mi puesto es mayor que el de ese demonio amante de los humanos, solo dame una visita, la llevare lentamente a su miseria, se bien como son los sentimientos de un humano adolecente.
―Ash... Bien. Te dejo ir solo porque no tengo otra alternativa, ve y haz el trabajo que 37 no hará.
―Buena decisión señor, no se preocupe, me encargare de darle su merecido.―
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A Friendly Demon
RandomSofía Romero es una chica aburrida de su vida cotidiana, anhela que hayan cambios en esa rutina que debe cumplir, para su fortuna (o desgracia) su deseo se cumpliría de una manera un poco.. diferente, a lo que ella podría pensar. Historia de demonio...