Cap. 20 Manjar

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Estando sentado en la cocina me quedé pensando un momento en lo que había pasado, fueron muchas cosas juntas en tan poco tiempo que me costaba asimilar todo, miraba el plato con carne en frente de mi perdiendo el apetito.

—Sigo sin entender que mierda me ocurre, ya ni siquiera siento apetito por la carne de ningún tipo, siento una extraña sensación de culpa... La simple idea de matarla me esta torturando, tarde o temprano debo hacerlo, pero no quiero... Es tan frustrante ¡Este no puedo ser yo!. —

Me alegra tanto que por fin pensemos igual...

Esa voz... apenas la escuche mis ojos brillaron.

—¿Que haces aquí Abel?.—

Recuerda que ella también tiene mi marca, 37, debo venir siempre que lo necesite, como se saco el anillo pensé que nuestra niña estaba en problemas.

Nuestra niña, me suena a manada. Me saco el plato de carne quedandose de pie en frente de mi, devorando la carne a bocados pequeños, sentí una incomodidad horrible.

—Yo le quite el anillo y el collar para que se duchara.—

—Ya veo, entonces imagino que la estabas preparando para por fin hacer tu trabajo ¿Verdad?.

—No aún no lo haré.— Ya me estaba sacando de quicio.

Mira, no quiero ser grosero o sonar amenazante compañero, pero te puse una fecha límite, julio empezará dentro de poco y aún no haz echo nada, a este paso esa niña terminará siendo mía.

Esas tres simples palabras me hicieron estallar, me subí sobre la mesa saltando sobre el, en instantes pude sentir mis garras salir y mis ojos brillar, le sujete las manos contra la pared notando su asqueroso brillo azul de sus ojos.

—Ella no será tu presa, es mi maldita misión y la pienso cumplir, ahora no, pero en algún puto momento voy a matar a esa niña, la voy a descuartizar tomándome toda su sangre, ¡Dejando su maldito cráneo como mi puto trofeo!.—

Fuertes declaraciones 37 ¿Eso quiere decir que no la quieres?.

—Oh no, yo amo a esa humana, la amo tanto que la haré desaparecer para que no le pertenezca a nadie más, la haré parte de mi ser tomando su maldita alma y jamás se alejara de mi.—

Me cegue totalmente por la rabia que me dio esos comentarios, mas saliendo de este idiota, en un momento pude notar como el sonreía mirando por encima de mi hombro, negó con la cabeza.

Te dije que escondía algo pequeña, como lo siento.—

—¿Que?... ¿Sofía?.—  Me di vuelta soltandolo.

Se aprovecho de mi descuido golpeandome en el estomago varias veces seguidas, caí de rodillas en el suelo escupiendo pequeñas gotas de sangre, me pateo el rostro dejándome acostado casi inmóvil, apoyo una rodilla a mi lado dejando caer el contenido de un pequeño frasco en mis manos y rostro, empecé a retorcerme del dolor insoportable que me hizo sentir. Se puso de pie, dio unos pasos en dirección al cuarto de la pequeña y se volteo a mirarme de nuevo.

Haré lo que tu no pudiste hacer por cobardía, 37.

—¡No! ¡Abel espera! ¡Por favor no le hagas nada!.—

Empecé a batallar como podía, tratando de poder levantarme pero al apoyar las manos estas se deshacían separándose por pedazos la carne, tampoco podía ver, estaba muy débil, no podía hacer nada. Estaba empezando a desesperarme, el simple echo de que Abel estaba con Sofía me ponía peor, estaba en peligro, tenía que ir a las arrastradas pero debía estar ahí.

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Después de asegurarme de dejar a 37 en la peor condición humana posible, me decidí a ir con la pequeña para ejecutar mi plan, como tal ya obtuve lo que quería y algo más, así que matarla iba a ser un placer más que un deber.

Entre a su cuarto discretamente, tenía auriculares puestos, ni se dio cuenta que estaba a centímetros de ella, note el brillo del anillo por debajo de la cama, decidí recogerlo dejándolo en la mesita de noche a su lado, me quite los guantes de cuero que traía dándome una pequeña mordida en la muñeca derecha, mantuve la sangre en la boca mientras me acercaba a ella, mi idea era envenenarla con mi sangre para poder llevarla al infierno una vez fuese consumida. La tome de la cintura tratando de darle vuelta para abrir su boca, pero...

—¡Aléjate de mi engendro de satanás!!.— Me empujó con fuerza alejándome de ella, eso no me lo esperaba.

No quería perder tiempo, 37 podría reponerse en cualquier momento y no estoy para juegos, se levanto de la cama luego de empujarme, quería salir del cuarto, yo no lo iba a permitir. La sujete de ambas manos chocando contra su espejo con tal fuerza que llegó a romper el cristal, el brillo de mis ojos se reflejaba en su mirada de pánico, instintivamente me relami los labios, su miedo era delicioso.

—¡Ya sueltame demonio de mierda!.— Empezó a forcejear mientras poco a poco sus ojos se iban llenando de lágrimas.

—¡37!... ¡Ayúdame! ¡¡Ayúdame!!...—

El no te ayudará, no puede en este momento.

La di vuelta haciendo que me de la espalda, me arrodille haciendo que caiga sobre los cristales cortando sus piernas, sujete sus brazos con una mano mientras que con la otra apreté sus mejillas haciendo que me mire. Esa expresión de miedo, desesperanza y horror me hacían sentir tan bien, son los sentimientos más hermosos que tienen estas malditas escorias humanas, quería divertirme, quería más de ella.

Comencé a cortar sus brazos con mis garras, a ejercer peso sobre ella para que se encorvara enterrando más los vidrios en su carne, cuando comenzo a gritar de más cubrí su boca con mi otra mano, el aroma de su sangre me enloquecía.

Ahora entiendo porque 37 te cuidaba tanto... Eres un tipo de carne que no se consigue con todos lados, algo cotizado, un verdadero manjar.—

Sentía como mi cuerpo cambiaba cada que respiraba, el apetito se hacia cada vez más grande, me ganaron las ganas de morder su cuello para probar solo un poco de su sangre. Apenas tocó mi lengua sentí como se adormecia mi cuerpo, esta sensación la había sentido cuando Isabela me había dado de tomar ese líquido la primera vez..

De echo... sabe demasiado parecido...

Me separe un poco de ella sacando la mano de su boca

Niña, de casualidad... ¿Tu consumes algún tipo de pastillas? ¿Algún medicamento? Drogas o ¿Algo de eso?.

—No. No tomo nada de eso...—

Que extraño, según se la sangre que me dio Isabela del frasco era de ella, lo se porque la volví a probar pero su sabor era diferente, le faltaba ese toque de medicina que contenía la sangre del frasco, pero la de Sofia es similar y si ella dice que no toma medicamentos... ¿Por qué sabe tan parecido?..

A Friendly DemonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora