LOUD «𝐌𝐚𝐫𝐤𝐇𝐲𝐮𝐜𝐤»²

23

Al regresar con los abrigos de los dos, las miradas estaban puestos en ellos, y para que los vieran, luego de ayudarlo a colocarse su abrigado saco, Mark besó un momento los labios de Haechan, quién se ruborizó completamente y escondió su rostro en su abrigo, mientras el rubio tomaba su mano y salían por la puerta delantera, a la vista de todos los demás.

Afuera, Mark rodeó los hombros de Haechan con un brazo, en un abrazo firme.

- ¿Te dijeron algo? - preguntó el rubio, Haechan dudó un momento, para luego negar-. Haechanie, si te dijeron algo que te dolió dime quién fue y lo destruiré.

El pelinegro rió por el tono tan serio de su novio.

- M-Me enojé- confesó, luego negó un poco-. No impor-ta.

Mark suspiró, frotando su rostro con su mano libre.

Se sentía molesto porque alguien había molestado a su bebé, y por un momento vió todos los autos estacionados, con ganas de rayar a todos y cada uno con alguna palabra obscenas, sólo por hacer algo pequeño y no tan malo como golpear ancianos.

Se sentaron en el frente de la casa, donde un bajo muro de ladrillos, de poco menos de un metro de alto bordeaba la entrada, sentándose sobre este.

- Sabes que te amo por sobre cualquier otra cosa en el mundo, ¿No Haechan? - murmuró Mark, haciendo que el chico lo mirara, las pocas luces del alumbrado público parecían brillar en el reflejo de los oscuros ojitos de Haechan, haciendo que se vean mucho más bonitos-. Te amo y eso vale mucho más que la palabra de cualquier vieja quejosa.

Haechan rió un poco, sonriendo, para mirarlo con agradecimiento, asintió.

- Lo sé- murmuró-, tam-bien te amo- añadió, haciendo a Mark sonreír, sintió más ternura cuando notó que su novio había acompañado las palabras con las señas, y había dejado los dedos pulgar, índice y meñique extendidos por más tiempo.

Con cariño, Mark tomó su mano, acariciándola un poco, sintiendo lo regordetas y suaves que eran, tomando ambas, dejó besos en ellas, hasta que Haechan rió por aquello.

- Siempre me pareció muy lindo cómo hablabas, Haechanie- dijo el rubio, refiriéndose a las señas.
Haechan se ruborizó, sin saber cómo responder.

- Me enamoré mucho de todas esas palabras que no podía entender- continuó su novio, acariciando sus manitos-. Y amo tu voz también, Haechanie, pero las señas siempre tendrán su lugar en mí corazón, entre todo lo que amo de ti.
Haechan se mordió el labio, sintiéndose cálido por esas palabras.

- No va a lo que iba, pero fue lindo decirlo- Mark sonrió un poco más-. Ya que esta es una fiesta de cumpleaños, por más que no sea la fecha aún, quería darte mí regalo.

Mark soltó las manitos de Haechan para buscar en el bolsillo interno de su campera, amplio, y había entrado perfectamente la caja envuelta en papel colores pasteles.

Se la entregó a Haechan, quién estaba con ojos expectantes.

La abrió con más cuidado del que hubiera querido, hasta terminar viendo la caja con la foto de la cámara instantánea, de un lindo tono de amarillo claro, sonrió ampliamente, la dejó sobre su regazo para abrazar a Mark como agradecimiento.

- Hey, hay más- dijo Mark, palmeando un poco su brazo, haciendo que se separen-. Cierra los ojos- pidió, Haechan obedeció.

Frunció un poco el ceño y sintió su corazón acelerarse cuando Mark tomó su mano de nuevo, sintiendo que acomodaban algo en su dedo.

- Ya, ábrelos- dijo el rubio, Haechan miró directamente hacia su mano, donde ahora un anillo plateado y algo grueso, con una bonita piedra oscura, descansaba en su dedo.

Seguido de eso, Mark alzó su mano, mostrando el mismo anillo.

- N-No quiero que lo tomes como que nos estamos casando a tan corta edad y e-eso, pero...
Haechan miró al rubio, totalmente ruborizado, que despeinada y peinaba su cabello con nervios, sin saber qué decir.

- Q-queria compartir algo así contigo- dijo Mark, bajo, se mordió un poco el labio inferior, sintiéndose avergonzado.

- Me en-canta- dijo Haechan, sonreía tan ampliamente que apenas podía verlo por lo pequeño de sus ojos.

Mark sonrió, no sabía qué más podía esperarse de Haechan, sabía que su amor era mutuo, sus nervios eran injustificados.

Y sin más, compartieron un cariñoso beso, sin importarles (sin ni siquiera pensar) en la mirada de algunos curiosos por la ventana de la casa.