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La rubia tocó suavemente la puerta, esperó largos segundos hasta que el castaño abrió.

— Tu madre está llorando— dijo, sin filtro—. Creo que deberías ir.

Haechan abrió los ojos ampliamente, fue hacia la sala sin dudarlo, acercándose con más lentitud a su llorosa madre.

— ¿Mamá? — murmuró.

La señora lo miró con ojos llorosos, le dedicó una sonrisa forzada y negó.

— N-No me hagas caso, Haechanie— dijo.

Haechan negó, se agachó un poco frente a ella, en sus ojos había un pequeño miedo, nunca veía a su madre llorar a menos que fuera por él.

Algo malo estaba pasando.

Algo malo le estaba pasando a él.

La mujer tomó su rostro, acunando sus mejillas en sus manos.

— Eres muy lindo, Haechanie— dijo—, no pude haber tenido un hijo más hermoso, ¿Sabés?

Haechan no entendía sus palabras, ladeó su cabeza un poco.

— Estoy tan orgullosa de ti, Haechanie, de que seas tan bueno, tan lindo y tan fuerte, ¿Ya te lo he dicho?

Haechan negó.

— Pues ya te lo dije recién— rió de forma melancólica—. Haechanie, ¿Puedes ser así de fuerte un tiempo más?

Haechan dudó.

— ¿Por mí?

Haechan miró los llorosos ojos de su madre, las lágrimas en sus mejillas le perforaron hasta el fondo del alma.

Y por más que no lo sabía, no podía asegurarlo, asintió, sólo por su madre.

La mujer besó todo su rostro, haciendo que una sonrisa se plantara en sus labios.

— Sólo un poco más fuerte, Haechanie— pidió de nuevo, antes de romper en llanto otra vez.

Sólo pudo abrazarla, no entendía nada de la situación o el llanto, pero fue el único consuelo que pudo hacer.

LOUD «𝐌𝐚𝐫𝐤𝐇𝐲𝐮𝐜𝐤»²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora