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Sus muñecas picaban, en sus ojos ardían lágrimas y sentía su corazón estrujandose cada vez más en su pecho.

Había salido de esa máquina que le aterraba y sólo quería volver a esconderse en brazos de su novio, pero este no estaba, ni su madre tampoco.

Una absurda idea de que lo habían dejado lo atormentaba.

Estaba sólo, sentado en mitad del pasillo del hospital, con un montón de gente que desconocía a su alrededor, que retenían sus manos para que dejara de lastimar sus muñecas, y hacían demasiadas preguntas.

Él apenas podía murmurar torpemente el nombre de su novio, parecía que ninguna otra palabra quería salir

Apenas vió cómo todos esos desconocidos se apartaban antes de sentir los cálidos brazos de Mark abrazándolo.

El rubio se sintió culpable por haberlo dejado esperando.

Haechan era sensible a un punto que él no tenía idea.

— Bebé, soy yo, ya estoy aquí, soy yo— habló apresuradamente al sentir a Haechan queriendo escapar de sus brazos con miedo—. Haechanie, para, soy Mark, todo está bien— su voz se rompió un poco, el pelinegro dejó de pelear cuando escuchó su nombre.

Rápidamente escondió el rostro en su pecho, escuchando sus disculpas, sus palabras bonitas y todos sus lindos apodos, aunque sólo que mantuvo pegado a él, tranquilizandose con su cómodo aroma hasta que palmeó el pecho de Mark para que se apartara.

Mark limpió unas lágrimas que habían escapado.

— ¿Estás mejor, bebé? — preguntó con suavidad.

Haechan asintió, sentía sus muñecas doler por haberlas rascado, alzó un poco sus antebrazos, viendo los rojizos trazos sobre su piel.

Odiaba hacerse eso, pero no podía evitarlo, no podía controlarlo, no se daba cuenta cuando empezaba o cuando terminaba.

Sintió a Mark acariciar sus cabellos, lo vió tomar con delicadeza su muñeca por la parte externa, para levantar sus brazos y besar suavemente los rasguños.

— No pasa nada— dijo el rubio, sonriendo un poco, a pesar que notó sus manos temblar—, ¿Quieres ir al baño?

Haechan asintió, con Mark abrazándolo, como si fuera a caerse si lo soltaba, fueron hacia el primer baño que pudieron encontrar entre los pasillos del hospital.

Apartada, la señora Lee no pudo evitar sonreír, pensando con algo de gracia de que los niños crecían muy rápido.

LOUD «𝐌𝐚𝐫𝐤𝐇𝐲𝐮𝐜𝐤»²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora