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—Lee Dong Hyuck, eres cruel— dijo Mark en cuanto Taemin se fué.

Ambos estaban en el cuarto, en sus últimos minutos que quedaban, sólo para revisar si estaban olvidando algo, antes de bajar sus bolsos.

El chico lo miró como si no hubiera hecho nada malo en toda su vida.

Mark se cruzó de brazos, ofendido.

— Tu ternura no va a salvarte— dijo.

Haechan miró al suelo, con un adorable mohín en los labios, antes de mirar a Mark con su mejor carita de perrito abandonado.

— Mierda— murmuró el rubio, frunció aún más el ceño, ahora molesto consigo mismo por no poder aguantar a su lindo novio—. Esa carita de ángel no te salva de haber coqueteado con Taemin.

Haechan frunció el ceño, confundido.

— ¿Coq-quetear?— preguntó.

No podía mentir, si había abrazado y sonreído mucho a su amigo de la infancia al ver la actitud de Mark, aunque era sólo por diversión, ni con ganas de coquetear.

Mark suspiró.

Lo vió acercarse un paso más hacia él, hablando bajo, mirando directamente sus ojos.

— Me duele cuando te veo con otra persona así— confesó —. Me arruina el día, me hace sentir como que te extraño aunque estés al lado mío— añadió.

Haechan se sintió verdaderamente mal.

Su novio no merecía dolor, aún si era por sus simples ganas de molestarlo.

Lo siento — murmuró.

Mark alzó sus cejas, acercándose más a él, con el rostro a centímetros de él de Haechan.

— ¿Cómo?

Haechan sonrió un poco.

Q-Que lo siento.

Mark se acercó un poco más, haciendo que sus narices se tocaran, frotó un poco la suya contra la de Haechan.

— ¿Puedes repetirlo una vez más, bebé, no te escuché? — dijo el rubio, sonriendo por la cercanía.

Cómo quería, Haechan cortó la distancia entre ellos, besándolo con suavidad, moviendo sus labios con lentitud contra los de Mark, quien aumentó la profundidad del beso conforme duraba, mordiendo ligeramente el labio inferior de su novio antes de separarse.

Mark tenía sus brazos rodeando la cintura del pelinegro, manteniéndolo lo más cerca posible de él.

Notó a Haechan morderse el labio, conforme sus mejillas enrrojecian por tanto contacto, con sus caderas pegadas a las del mayor, y el mínimo movimiento haría fricción en su intimidad.

Como si se hubieran dado cuenta de eso al mismo tiempo, Mark lo soltó apartándose de golpe, sin decir nada más, y con las mejillas rosadas tomó su bolso y salió de la habitación.

LOUD «𝐌𝐚𝐫𝐤𝐇𝐲𝐮𝐜𝐤»²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora