Memorias

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PLATICAS AJENAS

MEMORIAS

-tenemos que irnos.-adelantó Neville mientras se acercaba a Pansy y la ayudaba a ponerse de pie.

-¡¿de qué mierda hablas Longbottom?!-miré a mi mujer, ella tenía los ojos llorosos y se acercaba inquieta a Draco.

-Torie...-la abrace impidiéndole acercarse más.

-Hermione toma al bebé, señora Potter, ustedes dos aparecerán a Draco y al bebé en san Mungo. Todos los demás vámonos.-ordenó Neville ignorando cualquier negativa.

Astoria me ofreció al bebé, que me miró con unos grandes y brillantes ojos turquesa haciéndome sonreír, bese su frente y se lo entregue a Hermione, quien aún lloraba desconsoladamente.

-todo va a estar bien.-le aseguré y me aleje rápidamente. En cuanto tomé la mano de mi esposa, sentí el jalón común de la aparición.

Todo en el ministerio era un desastre, había mármol y vidrio en el suelo, así como cuerpos inertes. Apunte mi varita al frente dejando a Astoria apenas un par de pasos detrás de mí. Dumbledore petrificaba a un par de hombres lobos, mientras Snape lanzaba un rayo verde contra el pecho de un mortífago que no conocía. Había dementores, acromántulas e inferís por doquier, pero los dementores esta vez no estaban en nuestra contra. Pronto divisé a Ron, que lanzaba un montón de hechizos a una araña que tenía frente a él.

-araña exhuma- exclamé apuntando a la araña que molestaba a mi mejor amigo, esta salió por los aires y Ron me miró con una fugaz sonrisa, para después apuntar a un mortífago que le apuntaba a Percy.

Empecé a correr al darme cuenta que había perdido a mi esposa, buscaba por todos lados, pero solo me encontré con mi hermana, lanzando a un vampiro por los aires. Mierda, ¿vampiros también? Sentía un fuerte nudo. Ahora estaba desesperado, necesitaba encontrar a Astoria.

Miré cerca de las chimeneas y me encontré con Ginny. Dudé un segundo, ella tenía las manos en los oídos y lloraba desconsoladamente, me acerqué despacio atento a cualquiera que intentara hechizarme. Sí, la había visto en el castillo, pero ahora se veía vulnerable.

-legereme.-susurré apuntándole.

ΩΩΩ

Estaba sola en su habitación, habían pasado apenas un par de meses después de la batalla en el castillo. El ambiente no se sentía el mismo. George no había salido de su alcoba en más de un mes. Todos en la casa de los Weasley estaban preocupados, inclusive los gnomos de jardín parecían notar la tristeza, no la molestaban cuando salía a dar un paseo. Harry se había ido a dormir con Ron hacia unos minutos.

Las lágrimas corrían por sus mejillas de nuevo. Todo era frío, todo era oscuro y nada tenía sentido. Respiraba entre sollozos, llevándose las manos a la cara tallándose, frustrada. Lo necesitaba tanto. Siempre esperaba hasta altas horas de la noche, cuando estaba segura que todos dormían para poder hacerlo. Llorar, ponerse vulnerable. ¿Estaba mal? ¿Estaba bien? No lo sabía, cada quien toma su depresión y la maneja como le parece mejor. Esta era la forma en la que ella lo veía mejor. No podía mostrarse débil ante sus padres, ellos ya sufrían. Su madre no paraba de llorar cada que el viento soplaba, su padre no hablaba desde que miró su cuerpo en el gran comedor. Sus hermanos parecían en otro mundo, incluso Harry y Hermione parecían distantes.

Suspiró tomando su capa y su varita. Debía haber una manera de traerlo de vuelta, Harry había hablado de la piedra, pero eso no serviría del todo bien. Haría lo que fuera por apagar el dolor en su interior, por quitar el vacío de su corazón y del de su familia. No le importaba a donde tuviera que ir ni que magia tuviera que implementar. Estaba decidido y eso no estaba a discusión. Se dirigió a la puerta y salió al jardín como cada noche desde la muerte de su hermano.

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