¡Mamma mía! -II parte-

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05/02/14 3:18 pm

¿Cómo éste hombre puede llegar a mi vida tan de repente y apagar mis enojos con simples palabras? ¿Es normal perderse en la mirada de alguien? Y no, no es sólo por el color de sus ojos; es por aquello que va más allá de todo lo demás. Esa profundidad en la que siento caer cuando capta mi vista, ¿qué hizo él para que yo ignorara mi lado más frío? Faiver, ¿QUÉ TRATAS DE HACER CONMIGO?

Después de tanto pensar sólo quiero un lugar donde relajarme y dejar de pensar en ése bobo. Lo quiero, pero mi cerebro necesita un descanso de tanta cursilería. Me decido por ir a mi plazuelita, escuchar un poco de música y quizá organizar mis ideas; espero poder planificar mi año -como siempre lo hago, seré desordenada pero con respecto a mi vida me gusta tener planeado casi todo, Faiver no estaba entre mis planes. Por eso creo que me afecta tanto; él es como mi estúpida Kriptonita. Con la intención de encaminarme a mi tan dichoso lugar favorito, empiezo a bajar las escaleras, tratando de pensar en la nada -cosa que es imposible- Porque a veces es bueno dejar que las cosas simplemente flu... ¡ay no! ¿Porqué, porqué, porqué? Vida, explícame ¿porqué? Quiero dejar de pensarlo y he aquí sus reconocibles ojos posados en mi. ¿Teníamos qué ser vecinos? A ver, explícame destino. ¿¡PORQUÉ NECESARIAMENTE VECINOS!? ¿No pudo ser el tamalero de la esquina? Digo, ¿no? -bufé.

- Uy enojona, ni una sola palabra ha salido de entre mis labios y ya andas renegando -rueda los ojos.

- No es eso, es que... < NO PUEDO DEJAR DE PENSAR EN TI, COF COF. > -no puedo decirle que trato de dejar de pensarlo. Se le va a subir el ego, y definitivamente no quiero eso.

- Es que, ¿qué?

- Nada, ya me iba -le puse la mejor sonrisa que pude para zafarme de su interrogatorio.

- Mi rompecorazones... ¡Tan ingenua creyendo que le creeré esa sonrisa ensayada! -dijo mientras me apachurraba las mejillas.

- Fevr, mi eistas haciendou douler. -dije tratando de gesticular.

- Aish, chispita. Vamos a caminar, ¿te parece? -¡Ay! Quiero estar sola.

- ¡Esta bien! -dije de mala gana- ya que otra opción me queda -refunfuñé.

- Tienes la mejor opción, chiquita -dijo alternando sus cejas de arriba a abajo.

- Si, claro que si, galán. -rodé los ojos.

Nos la pasamos entre juegos absurdos y peleas aún más bobas, no sé que rayos tenía en la cabeza al caminar, o tal vez fue instinto, quién sabe qué. Pero estábamos ahí... En mi plazuelita.

- Tienes que ver esto -salió, sin darme cuenta, un tono de voz más emocionado de lo normal.

- Te sigo, cariño -susurró con notable curiosidad.

- Espera -cubrí sus ojos, mientras pasábamos por el parque que cubría con sus arboledas mi lugar favorito en el mundo.

- ¿Ya llegamos? -dijo el desesperante niño.

- Ay por Dios, Faiver. -arrugué mi expresión.

- Es que... Esto de no ver nada, me pone nervioso.

- Eres un niño llorón. -rodé los ojos.

- Lo siento pues. -bufó.

Luego de chocar un par de veces su cara contra las ramas "sin intención" decidí mostrarle el pequeño lugarcito que había creado para mi, nunca antes se lo había mostrado a alguien, pero si aparecimos aquí estoy segura que es por algo. Quiero creer que estoy en lo correcto, más hay algo en mi que me hace dudar. Éste lugar es realmente especial para mi, aunque no es nada del otro mundo, no quiero que él lo tome como poca cosa... No sé como reaccionaría ante ello.

- Listo. -dije quitando las manos de sus ojos.

- Wow. -miró a su alrededor.

- ¿Te gusta? -lo miré muy ansiosa.

- Pues.. Es muy acogedor. A decir verdad es un lugar que necesita cuidado, pero no hay nada que un poco de amor no pueda mejorar -me miró con esos ojitos tan brillosos, que contagian alegría.- Si lograste arreglarme, podrás arreglar cualquier cosa, Tay. -me acarició ligeramente la mejilla.

- ¡Uy habló el poeta! -alcé la manos en son de burla, arruinando su momento de princeso.

- ¡Uy habló la asquienta al amor! -imitó mi señal.

- ¡Tonto! -forcé una sonrisa irónica.

- No más que tu. -alzó la ceja derecha.

< Presiento que esto acabará mal. >

- ¡Ay, aniñado! -arrugué la nariz.

- ¡Así te gusto! -sacó la lengua.

< Touché. >

- Pu-pues.. -dije mientras pensaba en algo con avidez para responder.

- Ven aquí -dijo mordiéndose los labios.

< Ay no... >

- Fai aléjate -dije con precaución.

- Tay -canturreó- ven pequeña...

< Me siento como la Caperucita Roja acorralada por el lobo. >

- Fai, ¡me pones nerviosa! -me moví sigilosa al lado contrario de donde él se dirigía.

- ¿Se puede saber por qué, nena? -sonrió de oreja a oreja, pasando la punta de su lengua por la comisura de sus labios.

< Oh- Oh > -corrí con todo lo que daban mis piernas alrededor de Gort- < Sep, mi "árbol parlante" >

- Fai, ¡esto es bobo! -reía mientras veía como él me perseguía, estábamos dándole vuelta al árbol, cual niños de 5 años jugando a "Quién se atrapa primero", la situación me hacía reír pero no me divertía en lo absoluto; me daba cierto pavor saber que rayos haría Fai al agarrarme.

Seguimos así por lo menos por unos dos minutos más, tratando de hacer entrar en razón a Fai que parecía un desquiciado al tratar de agarrarme de la camiseta, con las pocas fuerzas que me quedaban lo esquivaba, ya mencioné que nunca fui una buena deportista ¿no? Menos en atletismo. Mi resistencia realmente apesta. Ya no daba más, esperaba a que él se cansara pero parece que todo eso de dejar los cigarros está haciendo un buen efecto en el asma; aunque respiraba con dificultad aguantó todo éste tiempo y eso me da aún más pavor.

- ¡Ay! -me quejo repentinamente, sintiendo un dolor punzante en el codo que luego es reemplazado por una presión en el pecho.

- ¿estas bien? -un agitado Faiver me habla sentado en mi estómago.

- ¡Quítate! ¡me estoy quedando sin aire! -dije con exasperación.

- Siempre te quito el aire, preciosa -me guiña un ojo.

- ¡ERES UN ARROGANTE! -frunzo el ceño, divertida.

- ¿Y qué harás al respecto? -se recuesta ligeramente sobre mi pecho.

- Y-yo... Nada. -mi temblorosa voz se percataba de su cercanía, sentí mi cuerpo poniéndose rígido ante el toque de su mano deslizando un mechón de mi cabello- F-Fai, por favor. No siento aire en mis pulmones, ¿podrías quitarte de enci...?

Y tuve la mejor interrupción de todas, fui intervenida por un par de suaves labios, ese par de labios que tanto quería besar.
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N/A: ¡TENGO QUE ACEPTAR QUE AMO CON LOCURA ÉSTE CAPITULO!

Desde lo más profundo de tu coñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora