Es indescriptible, sus labios, su delicadeza, su sabor, lo que siento es tan.. ¡Indescriptible! Esa es la palabra correcta. Puedo asegurar que jamás había sentido algo tan fuerte por un simple beso, traté de contenerme, de pensar en retirar mis labios de los de él, pero me es imposible; quiero mantenerme así, junto a él. Disfruté del casto beso, que con la autorización de mis labios se volvió un beso más... ¿Cómo explicarlo? Necesitado; yo necesitaba de él. La calidez de sus brazos, su respiración mezclándose con la mía, realmente se sentía increíble. A mi, la chica que no cree en los cuentos de hadas, en las novelas románticas ni en las películas de Disney le estaba ocurriendo esto. Estaba sintiendo cada mariposa en mi estómago, con tanta fiereza que podría contarlas una a una. ¿Qué se ha creído este niño, eh? ¿Quien es él para besarme de esta manera y desatar todo esto en mi?- Te quiero tanto Tay -me sacó de mis cavilaciones su voz casi inaudible.
- Y-yo a ti, Fai -dije, tratando de mantener mi respiración estable.
- Quise que éste momento sea especial, es decir... Nuestro primer beso. -dijo en un tono casi... ¿triste?.
< Pero... Tú quisiste esto... >
Luego de unos segundos pude gesticular:
- ¿Te arrepientes? -con un tono un poco dolido.
- ¡NO! -dijo alterado- Jamás creas eso.. -frunció el ceño- cada cosa contigo es perfecto Tay. -sonrió- Es sólo que tenía miedo de no ser lo que esperas.
- Esto es exactamente lo que espero, dramita -le acaricié la mejilla- éste lugar es muy especial para mi -dije mirando hacia arriba donde las ramas de Gort nos cubrían del exterior- Tú eres especial. -lo miré por primera vez de manera diferente, sin temor a mirar la profundidad de sus ojos.
- Tay, tú no me abandones... Por favor. -ocultó su rostro entre mi cuello y mi hombro.
- No lo haré, mentita... -susurré.
Su cuerpo aún reposaba sobre el mío y podía sentir sus lágrimas caer, mojando mi cuello y rompiéndome además de a poquitos el corazón. ¿Porqué sufrió tanto? ¿Qué pudo hacerle tanto daño?; quise comprender todo esto y darle sentido a cada pregunta que llegaba a mi, pero no pude. Después de estar unos minutos en silencio, él optó por recostarse a mi lado y secarse con el antebrazo el rastro de lágrimas que quedaban. Me acomodé de tal forma que quedara entre su brazo y su torso, mientras el miraba hacia arriba, yo me acurrucaba en su pecho.
- Él nos hacía daño, el que se hacía llamar mi padre. Nos hizo demasiado daño. -dijo con la voz a punto de quebrarse- Por favor, no me tengas lástima. -miró a la nada.
- Yo no te ten...
- Sé que si Tay, -me miró de reojo- lo vi en tus ojos el día de mi cumpleaños, cuando te comenté lo de mi padre. -trató de controlar su respiración entrecortada- Eran los mismos ojos que tenías el día del sepelio de mi madre. -sonrió con tristeza- cuando entraste a mi casa con ese jazmín entre tus manitas. Se te veía tan hermosa con esas trencitas. -me dirigió una mirada nostálgica- ¿Porqué eres tan preciosa, Tay? -acarició mi mejilla con su mano libre.
- La belleza es subjetiva, Fai -me atreví a mirarlo fijamente- cambia según la perspectiva de quién lo ve. -le dirigí una sonrisa sincera.
- Bien, entonces en mi perspectiva no hay nada más lindo que tú. -suspiró sonriente; yo por mi parte, me mantuve callada- Cuando intentó violarme, mi madre no pudo más. -su sonrisa se desvaneció. Jamás había sentido tanto miedo Taylor, aún recorre esa imagen por mi mente cada noche. -observé atentamente como sus ojos se ponían cada vez más vidriosos- ¿Sabes cuál fue mi único consuelo durante estos días?
< Traté de gesticular, para ninguna palabra provenía de mis labios. Estaba en shock, y no había manera de no imaginarme a un pequeño Fai, solo; con ese hombre tan asqueroso que tenía como padre. >
- Fuiste tú, Tay. -juntó su frente con la mía, cerré los ojos al sentir su aliento rozar con mi nariz- Se suicidó por mi culpa.
- No fue culpa tuya, Fai -cubrí sus labios con mi dedo índice, él en respuesta le brindó un beso.
- Él la violaba delante mío -prosiguió- y yo no podía hacer absolutamente nada por mi mamá -ahogó un sollozo- ¡tenía tan sólo 6 años, Tay! ¡6 estúpidos años!; y recuerdo cada cosa cómo si hubiera sido ayer. -lamentó- La golpeaba, diciendo que era lo que merecía. Diciéndome que eso lo hacía por nosotros, por "educarla" -bufó- y nunca entendí a qué clase de educación se refería... -me dijo con lágrimas en los ojos- Con 6 añitos yo me ponía a pensar ¿acaso mi mami ya no tuvo educación suficiente en la escuela? ¿Mi abuela no se había esforzado lo suficiente para darle el aprendizaje que ella ya tenía? Cuándo crezca... ¿Tendré que ser educado de esta manera? Por qué si era así.. ¿Para qué iba a la escuela? ¿Deberé llorar, ser golpeado, y sufrir en silencio para poder ser "alguien" en esta vida? -suspiró- porque eso le decía mi padre a mi mamá, que ella no era NADIE en ésta vida. Que las cosas que teníamos era a costa del esfuerzo de él. -rió, con ninguna gota de gracia- A los 8 años, la idea de ver invadiendo una hinchazón más en la carita de mi mamá era algo ya cotidiano. Tanto, que juraba que ese monstruo que vivía en nuestro hogar se preocupaba más por ver en qué lugar estaba menos hinchado para volver a golpear que por si había comida para nosotros. -derramó una silenciosa lágrima- Mi mamá no podía salir de casa. En primer lugar porque tenía vergüenza de su propio aspecto y en segundo lugar porque ese imbécil creía que ella podía estar andando con otro hombre.
- Fai.. -me limité a secar sus lágrimas, tratando de ocultar las mías.
- A los diez, ese tipo decidió que ya era momento de "hacerme hombre". Yo no quería, no quería ser hombre. La definición de hombre me repugnaba, no quería ser como él -frunció el ceño- si eso era ser hombre, prefería morir. -Me recorrió un escalofríos- Mi madre siempre fue una persona muy humilde, sencilla, pero extremadamente callada. Ella aguantó todo por mi Tay, ella pudo haber huido, pero el dinero faltaba en casa. Y sola no iba a poder mantenernos, peor aún con el temor de que el idiota ese nos busque por doquier y la mate; su peor miedo... Que lo haga delante de su único hijo. -Se le quebró notablemente la voz- Ese día, fue el decisivo, la gota que colmó el vaso -tomó una respiración profunda- la había obligado a mi mamá a esperarlo en ropa interior. Lo que yo no sabía -cerró los ojos como si doliera- es que quién debía violarla ahora... Era yo.
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Desde lo más profundo de tu coño
Teen Fiction¿Imaginas poder decirle a tu madre aquellos secretos íntimos y reclamos a través de escritos? Esta idea se le ocurrió a Taylor, después de un frío día en el patio de su casa, luego de un desliz por parte de sus padres que la dejaron fuera después de...