La decisión era estricta cuando se trataba de esos dos queriendo hacerme par.
Arrogante, cínico y quizá el nuevo asesino en serie, uno de mis mayores delitos porque no quería, ni podía dejarle ir tan pronto aún sabiendo que besarlo era un acto ilíci...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Las piernas me dolían y el pecho estaba ardiendome. Subí las escaleras, el miedo abordaba en mi garganta de tan solo mirar la sangre regada en el suelo y compañeros agonizando mientras temblaban. Me preguntaba una y otra vez qué estaba sucediendo, ¿¡Qué es esto!?
Al principio creí que era una mala broma gastada en el grupo de idiotas que se creían blogueros, pero esa idea se esfumó cuando estaba tratando de salvar mi vida de quien fuera que quisiera morderme o tirarme al suelo hasta volverme como ellos. Parecía de película.
La vista se me bloqueó, alguien estaba usando el extintor de emergencias, entonces corrí hacia adelante y pude ver con claridad de nuevo. Llegué al salón. Woojin después de aplastar mi mano con la puerta me dejó entrar.
—Lo siento, no sabía que venías, ¿Estás bien? —dijo abrazándome. Luego reviso cómo estaba mi mano.
—Ah, Woojin eres un idiota. —me quejé —él acariciaba mi mano con desesperación, Woojin estaba preocupado.
——En verdad lo siento, no era mi intención. —sí estaba preocupado.
—Son demasiado agresivos. —dae-su limpiándose la cara con una toalla blanca.
—¿Qué te hicieron? —preguntó Woojin.
—Un idiota me roció con un extinguidor.
Contestó.
—¿Un extinguidor? —pregunté confusa.
Asintió.
Seguía asustada y confundida, entonces tomé asiento sin escuchar nada de lo que ellos hablaban. Me preguntaba, ¿una oleada de rabia o zombies? Parecía lo mismo, pero no lo era.
Un golpe proveniente de una de las ventanas que daban vista al patio principal del instituto me hizo reaccionar. Era Su-hyeok tocando desesperadamente para que le dijeran entrar. Me levanté de inmediato.
—¡Sin calcetines! Hay que ayudarlo.
Cheong-san, Woojin y Dae-su le ayudaron. Su-hyeok venía acompañado de alguien, la presidenta estaba con él.
—¿Son lo que creo? ¿Zombies? —inquirió tumbado en el suelo con los pulmones a punto de explotar.
Me acerqué a él. —¡No me asustes! ¿Dónde carajos te metiste todo el día? —le pregunté molesta.
—Estuve jugando con los chicos como te dije. —le ayudé a levantarse— Gracias.
—De nada. —tragué saliva aún asustada.
Suspiré. —Debemos llamar a alguien, posiblemente no nos crean si les decimos que son zombies, entonces fingamos que sucedió un accidente como...
—¡Un incendio! —agregó On-jo— Busquemos entre todos un móvil.
