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Miré de reojo a Siwon, estaba de pie frente al enorme estante de libros, limpiaba uno por uno. Sus ojos se posaban en mí y luego en los libros, ya llevaba bastante rato haciendo eso.

Había transcurrido ya varios días desde que regresé de aquel mundo mágico, lleno de criaturas extrañas, de ojos coloridos y con el odio más grande hacia mi especie.

Durante todos estos días Siwon me ha estado presionando, no se rinde e insiste en que le diga dónde estuve. Me amenazó diciendo que si yo no le decía, él mismo iría con Luhan y se lo preguntaría, porque él estaba muy seguro de que el niño sabe todo acerca de mí. Siwon nunca me había parecido tan molesto como lo estaba siendo estos últimos días.

Pero no sé lo iba a confesar y aunque estuviera seguro de hacerlo, dirá que es mentira. Podía confiarle mi vida a Siwon; sin embargo, no le iba a decir que había pisado el otro lado del río y vi criaturas que, para él, no existen. Él no iba a creerme, además, estoy seguro de que iría a contarle todo lo que yo le diga al rey. Podía jurar que apenas, escuchara la palabra "río" correría hacia mi padre.

—No estuve con Luhan —aseguré apartando la mirada.

Estaba triste, él solo pensar en Luhan me hacía sentir nostálgico. Luhan no me había buscado en lo absoluto, aquella vez que regresamos lo vi triste, es probable que aún siga así. Me encontraba muy preocupado por él, he querido escaparme una vez más, pero es la cosa más imposible. Ahora estoy solo con Siwon aquí dentro de este pequeño sitio lleno de libros, pero al cruzar las puertas habrá tantos guardias, que podía jurar no entran en ese angosto pasillo.

—Por supuesto.

Sentí que Siwon clavó sus ojos sobre mí, sin embargo, no lo miré, desde donde yo me encontraba solo me centré en ver la ventana. El cielo estaba nublado, pero no con intenciones de llover, las nubes grises, hacían oscurecer la habitación.

—Estuve con un amigo porque ya me encontraba cansado de estar encerrado. —Le recordé, ya que eso fue lo que me obligó a decir—. No pasó nada más.

—Por supuesto —dijo un poco disgustado, se mantuvo en silencio por un momento y luego decidió hablar otra vez—. Las clases terminaron hace rato, debería estar en su habitación practicando con el piano. Le recuerdo que la coronación de su hermano será pronto.

Solté aire por la boca.

—¿Por qué debo hacer eso? —pregunté bastante irritado, que me recordara que tenía que practicar con ese piano, hizo esfumar mi tranquilidad—. No soy una damisela, estoy harto, yo debo tocar piano mientras mi hermano está peleando por un nuevo territorio, es injusto, a mis diecinueve años me siento cansado de la vida.

—¿Diecinueve? —habló para si mismo, le di una mirada de reojo y noté que su ceño se frunció mientras limpiaba un libro de tapa azul—. Aún faltan como tres…

—¿Tres qué?

—Tres años para que le busquen prometida —me hizo saber—. A los veintitrés el rey debe buscarle una prometida, para ese entonces, su hermano ya debe estar en el trono, supongo que él lo hará.

—¿Por qué debería?

—Porque a los veinticinco tendrá que casarse.

—No eso, me refiero a que… ¿Por qué debería casarme con alguien que no conozco?

—Son las reglas.

—Bueno... —No le tomé mucha importancia, aún faltaban algunos años así que todo estaba bien—. Si es bonita aceptaré con gusto.

—Sería bueno que su hermana pensara igual.

Vaya, eso hizo que mi comentario anterior sonara horrible.

En Los Ojos Del Dragón || ChanBaek.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora