Cuando abrí los ojos sentí mi garganta seca, de modo que, al tragar saliva, me ardió y dolió como si hubiera tragado fuego. Mi estómago se encontraba vacío, me sentía débil.
Tocaron las puertas y me levanté rápido. Estas se abrieron de golpe y entonces observé al hombre de ojos rojos, que ya tenía clavada su mirada sobre mí. Detrás de él, como de costumbre, estaba su subordinado.
—Buenos días. —Me saludó con indiferencia y yo no le contesté —¿Estás más calmado? ¿Lo has pensado siquiera? Necesito una respuesta, si sigue siendo la misma que la vez anterior, te llevarán al calabozo en este instante.
Tragué saliva nervioso sin saber qué contestar.
—Amárrenlo. —Le ordenó Kai a los soldados al ver que yo no dije nada. Estos iban a obedecerlo enseguida, pero su rey negó y entonces se mantuvieron quietos cerca de la puerta.
—Es suficiente, Kai. —La voz de la bestia de ojos rojos, salió calmada—. Deja de amenazarlo.
—Pero es que... ¡Míralo! —me señaló, su cara mostró molestia. Este sujeto perdía los estribos con facilidad—. Es tan... ¡Ah! Te odio.
De eso no había duda. Además, no era el único que me odiaba, ya que mi padre debe estar almacenando su odio y deseando que llegue al castillo lo más rápido posible para poder gritarme.
—Es suficiente. Vete ahora, Kai.
Kai torció la boca.
—A la orden Majestad. —Le hizo una reverencia y se quedó allí durante un corto tiempo.
—Puedes irte.
Se puso recto.
—¿Está seguro que estará bien cerca de él? —le preguntó Kai al otro y este asintió.
Medio una última (mala) mirada y se fue.
Pensándolo bien, ya no quería volver a mi hogar.
—Creo que lo mejor es que me quede aquí, si regreso mi padre me ejecutará.
Le di la espalda al rey de este reino, caminé descalzo hasta la cama y me senté en el filo de esta, me agaché para tomar una de las botas y empezar a acomodarla en mi pie.
—Lamento que esto tenga que pasar. Espero en que esta experiencia te sirva de lección para que no vayas en contra de las reglas, así podrás ser un buen rey cuando seas coronado.
Fue inevitable no soltar una risa sin gracia, seguido de una mueca.
—Yo no seré rey —confesé acomodando la otra bota en mi otro pie. Me sentí tan patético en ese momento, si me comparaba con él, yo era poca cosa—. Tengo dos hermanos mayores, uno de ellos heredará la corona.
Él se quedó en silencio y no me atreví a mirarlo. Cuando pensé que se iba a burlar, no lo hizo, no escuché nada saliendo de su boca y fue por eso que alcé la vista. Allí se encontraba, de pie, frente a la puerta, observándome. Con esos ojos extraños, con esa mirada, donde no había burla, pero tampoco lástima. No comprendí que clase de mirada era esa, solo sé, que aquel sentimiento patético no incrementó y a partir de ahí, se fue desvaneciendo.
—¿Y eso cómo te hace sentir?
—Estoy bien, mi hermano será un buen rey, yo no podría ser capaz de poder seguir los pasos de mi padre. No nací para eso.
—En ese caso... —Me observó un momento-. Ya es hora de irnos. Aún debes mostrarme que puedo confiar en ti.
Salimos del castillo, había algunos carruajes fuera. También noté a los soldados reunidos, busqué al animal de ojos morados y no lo encontré. Sentí alivio.
El hombre de pupilas rojas se detuvo frente a mí. Ah, supongo que espera que le jure lealtad.
Si hacía esto, ya no habría vuelta atrás.
Alcé la mano despacio.
—Juro por todos los Dioses de mi reino, lealtad al soberano —dije en voz alta, aparté la mirada rápido, porque me sentí incómodo. Fue entonces que me dio la espalda—¿Dónde está Luhan?
—Debe estar jugando con Sehun —respondió con simpleza mientras se acercaba a un guardia y me dejaba atrás.
Me quedé de pie allí, observando como el guardia le hacía una reverencia y no volvió a su postura normal hasta que su rey le ordenó que podía hacerlo.
Cuando el dragón de ojos rojos dejó de hablar con el guardia, volvió conmigo, su caminar era firme, lo hacía lucir como alguien seguro y fuerte.
—Sube —ordenó señalando uno de los tres carruajes que había allí.
—¿Yo? ¿Y a dónde me llevarán?
—Recorreré el reino. Tengo que ver qué todo esté en orden.
No muy seguro, me encaminé hacia el carruaje. El hombre se subió conmigo y se sentó frente a mí. Me quedé en silencio todo el camino, de verdad no quería entablar conversación alguna con él. Me dije a mi mismo, que mejor pensara en algo para decirle a mi padre. Mi mente estaba en blanco y eso era malo, porque tenía que decir algo coherente. No podía ir y simplemente contarle que unos hombres dragones me secuestraron, si le soltaba eso, él no dudaría en encerrarme para siempre.
El hombre de ojos rojos miraba por la ventana, parecía muy atento.
—Más fácil sería que te conviertas en dragón, desde arriba no te perderás nada.
Sé que dije que no hablaría con él; sin embargo, era muy difícil que me quedara callado cuando tenía muchas preguntas.
—Tengo que ser precavido, de esta forma paso desapercibido entre la gente
Me miró de reojo.
—Seguro reconocen el carruaje.
—Cambio de carruaje después de haberlo utilizado un par de veces.
—¿Y qué quieres descubrir? —pregunté entrecerrando los ojos y desconfiando de él.
—Saber si hay venta de personas. Está prohibido, pero la gente con poder no parece entender.
Arrugue mi frente.
—Pero tú tienes sirvientes.
—No es lo mismo. Los sirvientes se diferencian de los esclavos, porque ellos no son vendidos y son tratados con respeto. A menos que vayan en contra del rey, si eso pasa sus derechos son quitados. —Me explicó, pero seguía mirando por la ventana. Noté que al estar encerrados, el olor de su perfume llenó todo el lugar. ¡Y qué bueno! Porque yo estaba empezando a apestar. Ya me sentía muy sucio—. No puedes pedir respeto si no lo das.
Al parecer él no lo nota.
—Entiendo... —Solo eso pude decir. Que hablara de respeto me hizo dar cuenta de que todo este tiempo he sido un grosero sin modales... ¿Qué importaba? No estaba en mi reino y no había una madre que me estuviera repitiendo una y otra vez que debo ser educado—¿Y has ido a batallas?
Con esto último, empecé a emocionarme.
—¿Batallas? ¿A qué te refieres con eso? —Me preguntó con poco interés.
—¿Cómo que a qué me refiero? —le pregunté incrédulo—. ¡Guerras! Para conquistar otros reinos.
—No hay necesidad de algo así.
—¿Cómo? ¿Pero por qué?
—Porque soy el único rey que gobierna este lado del río.
—¿En serio?
—Así es...
—Pero saben utilizar armas. ¿Para qué han aprendido entonces?
Me escrutó con la mirada.
—Porque del otro lado, hay monstruos. Tu raza es la única razón por la que aprendimos a usar armas. Los humanos son una amenaza para nosotros, en algún momento ellos vendrán hasta aquí y estaremos preparados. Yo estaré listo para matarte.
No dije nada, por eso, al estar en silencio, el ruido que hizo mi estómago porque tenía hambre, se escuchó en todo el lugar.
Y me quise morir de vergüenza.
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En Los Ojos Del Dragón || ChanBaek.
ФанфикDesde hace muchos años se ha venido contando la historia de aquellos seres. Se cree que son enormes, espeluznantes y que toman forma humana para seducir a su presa y luego acabar con ella. Los Dragones. Se cree que se encuentran del otro lado del r...