XLIX

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Tenía que abandonar este lugar. La desesperación aumentaba con el pasar de los segundos. La presión era tan palpable que sentía como se cerraba alrededor de mí; era asfixiante.

Estiré mi mano y los copos de nieve, que iban lentamente de un lado a otro por el viento helado, cayeron sobre mi palma, pero no sentí su frío, El silencio en el aire era sepulcral; solo el eco distante de mis propios pensamientos resonaba. Tenía la impresión de que pronto también perdería la visión y la audición, poco a poco me iba convirtiendo en un cuerpo de piedra, pues, dentro de este castillo, mi vida no tenía sentido, no valía nada.

Quizá no logré cumplir con la última promesa que le hice a Chanyeol, pero lo que importa es que estará a salvo. Estoy haciendo esto porque no he olvidado que le hice una promesa mucho más importante, y era que nunca los delataría; si los humanos llegan a pisar su hogar, pensará que lo traicioné, es por eso que no tengo más opción que permanecer aquí.

Mientras veía la nieve caer del cielo gris, recordé el trato que mi hermano y yo hicimos. Mi hermano me aseguró que no haría nada, y a cambio, le di mi palabra que no saldría de aquí.

—Es hora de que entres...

—Te extraño —murmuré, con la esperanza de que el viento llevara mis palabras hasta el hombre de ojos rojos. Qué le susurrara al oído que necesitaba sus abrazos, que volviera a hacerme sentir esos sentimientos a las que no sabía cómo reaccionar—¿Crees que también me extrañé?

Me giré despacio hacia Siwon, quien me observaba con inquietud. Él parecía preocupado por mí, debía de estar pensando que había perdido la cabeza, seguro se pregunta cómo es posible que esté aquí a fuera con este clima.

—Te vas a resfriar.

—No siento nada —le dije, incluso el tono de mi voz se oyó sin vida. Llevé mi mano hasta el pecho —. No ha latido desde que llegué aquí... Pero está tranquilo... Y seguirá así, si Haejoon cumple con su promesa.

Siwon me observó con preocupación.

—¿De qué hablas? —preguntó y se apresuró a llegar a mí, sus dedos cálidos se enredaron en mi brazo, me incitó a caminar y lo seguí sin ánimos.

—Haejoon no les hará daño.

Cuando solté esas palabras, Siwon se detuvo en seco. Se giró en mi dirección con el ceño fruncido y sus labios formaron una línea tensa, como si quisiera decir algo, pero no supiera por dónde empezar.

—Su plan sigue en pie. —Soltó eso y no le creí.

—Dijo que no lo haría.

—Baekhyun...

Lo miré detenidamente, el viento jugaba con su cabello, pero no lograba despeinar ni un solo mechón. Se quedó callado por un largo momento y un torbellino de mala emociones empezó a formarse dentro de mí.

No, no, no y no.

Me solté de su agarré, mientras negaba con la cabeza.

—¿Qué pasa?

—Tienen a un niño... dragón.

—¿¡Por qué no me dijiste nada!? —Mi voz se elevó, mezcla de enojo y preocupación.

—Acabo de verlo en los calabozos... No vayas. —Intentó detenerme, volviendo a sujetarme del brazo. Me giré para enfrentarlo y soltarme de su agarre.

—¿Dónde están?

—¡No entiendes! —Exclamo y el vaho escapó de sus labios—. Si vas, solo será peor para ese niño.

—Tengo que hacer algo... No me quedaré de brazos cruzados.

No puedo permitir que mi hermano dañe a personas inocentes. Los recuerdos de nuestra infancia, de juegos y risas, chocaban con la realidad retorcida que tenía ante mí. Tengo que detenerlo antes de que sea tarde, siento que se arrepentirá de las atrocidades que está cometiendo.

En Los Ojos Del Dragón || ChanBaek.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora