XI

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¿Qué estaba prohibido para mí?

¿Qué deje de pensar en volver?

¿Qué olvide todo?

¿Cómo podía pedirme eso cuando fue él, quien me llevó hacia allí?

Luhan se había ido a su casa enojado. Ya tenía varios días sin verlo. El niño me advirtió que me deshicieras de esos pensamientos.

Lo cierto es que no puedo, no quiero, y no lo haré. Necesito ver para dejar de pensar que fue solo un sueño, a pesar de que Luhan me había dicho que no lo fue.

¿Por qué sería yo el causante de una guerra?

Quizás era peligroso porque si alguien llegaba a verme entonces mi padre iría hasta allí, encontrarían a las criaturas y los atacarían. El rey no había mandado guardias pará que vigilaran que nadie se metiera al río o anduviera por esos sitios, solo porque la gente era obediente.

Había historias que aseguraban que todo aquel que ponga un pie del otro lado estaría muerto, por la simple razón de que allá no hay vida. Había tantos cuentos, sin embargo, las personas no iban porque era un lugar aburrido.

Me encontraba en el jardín del castillo, sentado sobre el césped. El cielo estaba gris, caían unas pequeñas gotas que no hacían nada, eran tan insignificantes al igual que yo. A mí alrededor había guardias, tantos que seguro con mis dedos no iba a poder contarlos, estaba sintiéndome sofocado al saber que no me dejaban solo en ni un momento, siempre estando muy cerca de mí.

—¿Aburrido, príncipe?—Me puse de pie muy rápido en cuanto escuché aquella voz, me giré en su dirección y enseguida le hice una reverencia—. No hay necesidad de ser tan formal.

—¿Cómo les fue?—inquirí volviendo a reincorporarme.

—De maravilla…

—¿Pudieron conquistar ese territorio?

—No se pregunta lo que ya se sabe—Mi hermano dio algunos pasos hacia mí y pasó uno de sus brazos por mis hombros, acción que hacía muy seguido siempre que estábamos juntos—. No fue difícil.

En ese momento su mirada se posó en los guardias.

—Eso me alegra mu…

—¿No les he dicho que cuando yo me acerque a él, deben retirarse?

—El rey dio una orden, alteza. No podemos dejar solo al…

—No pregunté quién les ordenó eso, estoy recordándoles lo que su futuro rey les dijo… Luego yo hablaré con mi padre sobre esto, váyanse.

Los guardias se miraron entre sí, dudaron varios segundos, pero al final no hicieron más que obedecer. Después de todo, ya faltaba poco para que él fuera coronado y lo mejor, era no tener conflictos con el futuro rey.

—Gracias. —Le dije mientras me quitaba su brazo de encima.

—No hay de qué.

—Espero que cuando tú seas rey no me mantengas así.

—Claro que no, yo te daré la libertad que mereces —me hizo saber, él empezó a desabrochar los botones de su saco color blanco, tan pulcro como si no hubiera regresado de una guerra en la que seguramente corrió mucha sangre—. Ahora debo dejarte, tengo que ir a hacerle una visita a mi futura reina... ¿Ya te había dicho que ella es igual a mí? Le encanta platicar sobre los cuentos, la última vez hablamos sobre el río, ya sabes, el cuento de que si llegas a beber de sus aguas serás inmortal.

Mi hermano estaba por cumplir los veinticinco años, a esa edad sería coronado y después de ello se casaría con su prometida, a la que conozco muy bien y aprecio mucho. Siendo sincero, estoy muy feliz de que Yejin fuera la esposa de mi hermano, ambos eran el uno para el otro.

Asentí a lo que mi hermano dijo, le hice una última reverencia y luego me dio la espalda y se marchó.

Él era un amante de los cuentos, en especial si estos trataban sobre los dragones. Él había encontrado su otra mitad, pues su prometida y él compartían los mismos gustos.

En ese momento aproveché que no tenía ni un guardia detrás de mí, necesitaba salir de aquí. Caminé con prisa hacia los muros traseros del castillo para poder escapar, ya que por las puertas de este no iba a ser posible mi huida.

Pero no me di cuenta de que alguien me había estado siguiendo.

Mientras intentaba trepar los enormes muros, una voz que conocía muy bien, me interrumpió.

—¿Qué crees que haces?

Cuando la voz de Siwon fue captada por mis oídos, di un respingo que ocasionó, que mis manos que se habían aferrado al filo del muro se soltaran y de esa forma cayera al suelo ganándome un golpe, fue tanto el dolor que me imaginé que me había roto algunos huesos.

En la tierra, retorciéndome del dolor, fue que vi a Siwon, observándome con desaprobación.

—Te acusaré con el rey.

—Por supuesto. Entonces preguntaría por qué su hijo se rompió tres huesos y le diré que fue porque intentaba huir del castillo como un ladrón.

—¡No intentaba huir! Solo revisaba que los muros estuvieran en buen estado —mentí consciente de que Siwon no se creería algo como eso.

—Entonces debo decirle que deje ese trabajo para otra ocasión —dijo sin siquiera tenderme su mano para ayudarme a poner de pie, así que seguí en el suelo, no me movería hasta que me diera su ayuda—. Ahora, levántese, debemos ensayar unas líneas para cuando sea la reunión con los padres y la prometida del príncipe Heredero.

—Supongo que no tengo opción.

—Así es.

—Pero podemos decirles que estoy enfer…

—No le diremos nada, príncipe.—Me cortó enseguida—. Es una reunión importante…

—Pero solo hablarán de su matrimonio…

—No solo será de eso. —Me volvió a interrumpir, yo me quedé en silencio mientras observaba los ojos de Siwon. Clavé las uñas en la tierra, no quería preocuparme, pero enpezaba a hacerlo—. La señorita Yejin vendrá con su hermana…

Abrí mis ojos, no, no y no… Me levanté del suelo mientras negaba con la cabeza, mi ropa se encontraba sucia, pero no le tomé importancia.

—Dijiste que mi prometida la buscarían cuando cumpliera veintitrés, aún falta mucho.

Siwon tampoco parecía muy convencido.

—El rey piensa que lo mejor será que se empiecen a conocer ahora. No quiere tener problemas como los que dio su hermana.

Sabía que sería ella, pero... ¡Maldita sea!

—Conozco a Doyun desde niños, no necesita de hacer todo esto. Me niego a estar comprometido desde joven… Estaba bien con saber que me comprometería a los veintitrés.

—No podemos ir en contra de la palabra del rey.

—Es menor de edad.

—Tiene dieciséis años, solo se conocerán, su matrimonio aún está muy lejos.

Esa clase de leyes habían quedado muy atrás, una mujer no podía comprometerse hasta después de los dieciocho.

¿En qué carajos pensaba mi padre?

—¿Por qué cambió de parecer?

—No lo sé.

—Debe haber una razón, tiene que haber una… Él mismo decretó esa ley y ahora la quita solo porque sí —solté un poco molesto. Siwon arqueó una ceja, así que decidí tranquilizarme—. Hablaré con él.

—No creo que sea buena idea —me advirtió. No aparté mis ojos de él, noté que el ligero viento movió su oscuro cabello.

Siwon era como un padre para mí. Casi siempre está de acuerdo conmigo, este era uno de los momentos donde se ponía de mi lado, pero si se estaba negando a esto significaba que ya había intentado convencer a mi padre de que era mala idea y este simplemente no escuchó.

—¿No tengo opción?

Siwon suspiró, movió su cabeza en señal de negación.

—No.

En Los Ojos Del Dragón || ChanBaek.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora