XXI

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Toqué la puerta de madera un par de veces.

Sonreí a la persona que me recibió. Desde luego, él no lo hizo. Me miró con esa expresión enojada con la que se fue la última vez que lo vi.

—Regresaré.

—Ten un buen viaje entonces.

—No te enfades conmigo —pedí borrando la sonrisa.

Luhan suspiró.

—Lo lamento. Ese día... Y-yo estaba enojado, mi padre me había regañado y me desquité contigo.

—Lo siento...

—Y tú eres tan desobediente, no debiste regresar...

—La curiosidad pudo más que yo. Después de todo siento que es un lugar al que pertenezco. ¡Tan agradable! Jamás había sido tan libre en toda mi vida como me sentí allí y eso que me encerraron dos veces en una celda.

—Que tonto eres. Ya que vas a regresar, dale mis saludos a Sehun, dile que lo extraño cada día y que iré muy pronto a visitarlo. —Sonreí cuando me abrazó, así que también lo hice—. Ten mucho cuidado sí.

—Sí. —Asentí dándole mi palabra. Me iba a dar la vuelta, pero me detuve al instante—. Por cierto, ya que tú has escuchado sobre las leyendas. Tengo curiosidad acerca de algo. ¿Cómo se enteraron los humanos de la vida del otro lado del río? En los libros del castillo todas dicen lo mismo, que los dragones son malos y se alimentan de la gente, pero no hay más información.

—Bueno, nunca le pregunté a Sehun, además los dragones tienen prohibido hablar del tema con humanos. —Me dijo mientras cruzaba sus brazos—. Pero los abuelos dicen que existió un hechicero, al que condenaron a muerte por traición al rey, este hechicero manipuló al soberano diciendo que había un lugar mágico lleno de criaturas, que él podía dominar. Gracias a este hombre traidor se supo de la existencia de ese mundo. Cuentan que el río no existía en ese momento y que los humanos después de descubrir ese lugar, convivieron durante unos largos años con los dragones.

Me quedé hablando con Luhan más de lo previsto. Me contó la misma historia que Siwon me había contado. Luhan aseguraba que esas historias eran inventadas, que era imposible que los dragones fueran tan crueles, que los ancianos no sabían nada.

La verdad no pensé mucho en ello. Por algo iba a regresar, para obtener respuestas.

Ya habían pasado algunas lunas, podía ir a visitar a Jongdae tranquilamente, pero por ahora lo dejaré para después.

Caminé en dirección al río, mis nervios crecían a medida que me acercaba.

¡Dioses!

Jongin, ese idiota. De solo pensar en él quería golpearlo. No iba a mentir, también sentía algo de felicidad, pero el sentimiento de ira era más grande. Jongin no debió besarme, invadió mi espacio personal ocasionando dudas en mi cabeza.

Aunque estaba agradecido con él.

Fue por eso que ahora sé la razón del porqué no soy como mi hermano. Ahora sé el motivo por la que siempre que Jongdae hablaba de chicas, yo no prestaba el más mínimo interés y solo me concentraba en ver sus pestañas y pensaba en lo bonito que eran sus ojos.

Sacudí mis manos mirando hacia al frente. Se veía un poco oscuro. La hierba creció más, no me dejaba ver qué había del otro lado del puente. Así que caminé y al llegar al final del puente aparté las ramas que me impedían el pase.

Entonces sonreí.

Me gustaba mucho aquella sensación de tranquilidad que siempre aparecía en mí cada vez que pisaba las tierras de este reino.

En Los Ojos Del Dragón || ChanBaek.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora