XXXIV

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Chanyeol me había pedido que reconsiderara quedarme, pero no estaba seguro, no podía quedarme más de siete días aunque quisiera.

Me encontraba de pie y miraba el amanecer por las enormes ventanas, la nieve caía de forma lenta, algunos copos se estrellaba contra el cristal de la ventana por el viento.

Desvíe mi vista con lentitud cuando escuché los pasos de alguien, se trataba de una criada, que al verme me hizo una reverencia y se apresuró a ir hacia algún lado. Me dió curiosidad, así que la seguí, la mujer se dirigía a las puertas principales del castillo.

Cuando llegue allí, observé que Sir Kai había regresado. Este de inmediato se percató de mi presencia, se quitó la capa que llevaba puesta y se la dio a la criada que enseguida la tomo.

—¿A dónde va tu ropa cuando te conviertes ese animal?—Le pregunté con mucha curiosidad.

Él puso los ojos en blanco mientras se sacudía el cabello, también se limpió la camisa, no era necesario, pues estaba impecable, toda la nieve que le había caído encima se encontraba en el saco que tenía la criada. Kai caminó hacia mí, pero pasando, así que me di la vuelta para seguirle.

—No me sigas. —Me ordenó con molestia.

—Regresaste demasiado pronto —dije con el único fin de bromear. La mañana estaba muy aburrida para mí, solo quería divertirme.

Caminé a su lado, miré su perfil, entonces fue deteniéndose y yo lo hice junto a él.

—¿Qué quieres? —Negué fingiendo inocencia, cuando en realidad quería saber qué había descubierto allá afuera—¿No has dormido?

Se me quedó viendo la cara y yo únicamente suspiré.

No pude dormir, es cierto, por eso me levanté muy temprano y deambulé por los pasillos como si fuera un fantasma en busca de un eterno descanso, al final decidí quedarme viendo el amanecer.

Esa princesa.

Esa maldita princesa.

Aquella había sido la causante de mi insomnio por varias noches desde que me fui de aquí, no he podido conciliar el sueño por su culpa.

Bostecé.

—Ah...

Fruncí el ceño cuando observé que estiró su mano en mi dirección, sus dedos tenían la intención de tocarme.

Oh no.

Me quedé viendo esto como un tonto.

—No lo toques. —Abri mis ojos con sopresa y giré mi rostro hacia Chanyeol. La mano de Kai quedó a la mitad, tendido en el frío aire, también miró a Chanyeol igual de sorprendido que yo—. Si nadie me toca a mí, mucho menos a él.

—¿Eh? —murmuró Kai, sus cejas estaban levantadas y sus ojos abiertos. Sorpresa, eso era lo que había en su cara.

—Que no lo toques —repitió Chanyeol con ese tono de voz áspero y poco amable. Estaba de pie a varios pasos de nosotros.

Que haya dicho eso, me había sorprendido. Me hallaba avergonzado, demasiado, ni el aire frío de la mañana podía reducir la temperatura de mis mejillas, ardían tanto que no pude soportarlo y tuve que soltar una risita. Kai me miró y bajo la mano despacio, estaba demasiado confundido.

—Ah... —Me reí nervioso—. Yo...

—¿Alguna novedad? —preguntó Chanyeol interrumpiéndome y acercándose a nosotros.

—No majestad —habló Kai enseguida, la confusión en su cara no se desvanecía, lo que su rey dijo, lo había dejado perturbado.

Chanyeol se puso de pie a mi lado, me tomo del brazo despacio y me hizo retroceder un par de pasos. Quedé detrás de él.

En Los Ojos Del Dragón || ChanBaek.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora