LIX

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—¿No ha llegado?

—No alteza—me contestó el hombre, con ese tono de voz respetuoso. Me estaba colocando la capa sobre los hombros.

—No quiero que ni una sola persona los discrimine. —Le recordé lo que le había ordenado que le dijera al resto de las personas que estarían compartiendo sala con la gente de Chanyeol.

—Les comuniqué todo lo que usted me dijo —habló con esa voz tan cordial y respetuosa.

Me miraba en el espejo de cuerpo completo. La capa pesaba demasiado, me queje para mis adentros pero nada salió de mi boca.

—En cuanto termine la coronación ordenale a todo el reino que el tema acerca de los dragones está prohibido. —Le dije, sin apartar la mirada de mi reflejo. Realmente estaba agotado, a penas había podido conciliar el sueño la noche anterior, y hoy me habían despertado demasiado temprano—. Que se olviden de que ellos existen.

—Si alteza. —Asintió—. La señorita Doyun... ¿No vendrá?

Respiré hondo, pues no creo que Doyun quiera verme. Romper nuestro compromiso fue humillante para ella, pero fue lo mejor, porque me enteré que había estado siendo víctima de cometarios hirientes solo por ser la prometida del príncipe traídor.

Esperaba que algún día pueda perdonarme.

El hombre se fue después de haberme arreglado. Me quedé un poco más mirando mi reflejo en el espejo.

Muchas veces pensé en querer convertirme en rey, para que las personas me notaran, no por ser un tipo con el cabello raro, sino para que me vieran por ser yo. Soñaba con captar la atención de mis padres, de la gente que me rodea, de ser querido, aunque solo fuera un poco. Sin embargo, en lo más profundo de mi ser, sabía que no era lo que deseaba. No quiero las responsabilidades ni las restricciones que vienen con la corona.

Mucho menos este tipo de vestimenta.

Todo aquel que llegue a la corona lo hace con un propósito, y ese es el problema, yo no lo tengo. Ese propósito se perdió en alguna parte allá atrás, en mi pasado. Ya no existe.

Ahora solo quiero vivir una vida tranquila. Deseo la libertad de ser yo mismo, sin la constante preocupación por mantener las apariencias o satisfacer las expectativas de los demás.

No había pasado mucho desde que él mayordomo se fue de aquí, cuando tocaron la puerta.

—Adelante. —dije mientras me acomodaba los acensorios que me adornaban.

Odio los anillos. Siempre me habían estorbado y está vez no era la excepción, incluso, sentía que pesaban más que antes.

—Majestad.

Giré rápido mi cara hacia la persona que había hablado. Con el ceño fruncido recibí a Kyungsoo, quien me hizo una reverencia a penas puso un pie dentro de mi habitación.

—¿Qué deseas? —le pregunté apartando la mirada. Era la última persona a quien quería ver en este momento. Iba a decirle que su presencia no era bienvenida en mis aposentos, pero él se adelantó.

—Vengo a ofrecerles mis disculpas—habló de prisa—. Lo lamento mucho.

—No lo haces—aseguré mirándolo de reojo—. No mientas.

—Yo solo cumplí con las leyes de mi reino. No me arrepiento de mis acciones, pero siento un profundo dolor por usted —dijo con un tono de voz bajo—. Créame, jamás tuve la intención de herirlo.

Tragué saliva, respiré hondo para calmarme. Tiene razón, él ni siquiera sabía que se trataba de mi amigo, además, si lo hubiera sabido, eso no cambiaría nada. Yo me salvé solo porque pertenecía a la corona, de no haber sido así, ya estaría tres metros bajo tierra. No obstante, tampoco es que pueda ir y hacernos los mejores amigos del mundo, al fin y al cabo, es el asesino de Jongdae.

—Gracias por disculparte. Comprendo que esa era tu única opción... —Lo miré a la cara, buscando  cualquier rastro de emoción en su rostro inmutable—. Espero que en algún punto podamos llevarnos mejor, pero ahora...

—Lo entiendo perfectamente, alteza—Me hizo una reverencia—. Me iré ahora, y felicidades por su coronación.

Intenté devolverle la sonrisa, pero mis labios apenas se curvaron. Cuando Kyungsoo se fue, me dejé caer sobre la cama, a pesar de que el mayordomo me advirtió que no me moviera.

Esto no comienza y ya estoy agotado.

Después de bastante tiempo, en el que me quejé en silencio por el peso de todas las cosas que debía llevar encima, el mayordomo regresó por mí. Su mirada de reproche al verme acostado me dió escalofríos, ya que eso(según él) causó que me desarreglara. Volvió a acomodarme el cabello, aunque según lo que yo veía por el espejo estaba tal cual él lo dejó, me acomodó la capa y me quitó el polvo invisible de la ropa.

Después de eso bajamos por las escaleras, me daba indicaciones de las cosas que debía decir en cuanto sea coronado. Los juramentos, las posiciones en las que tenía que estar, como debía respirar e incluso parpadear. ¿Así de exagerado era esto? Pensé y me contuve para no rodar los ojos.

Me hicieron detener frente a las enormes puertas de la sala real, misma sala donde muchas personas habían perdido la vida.

En cuanto se abran las puertas, todo habrá acabado.

Escuché los coros y el sonido de esas trompetas. Entonces las puertas frente a mí se abrieron lentamente y el resplandor que provino de la sala me cegó por un momento obligándome a entrecerrar los ojos, al parecer habían abierto todas las ventanas.

Nervioso, caminé y seguí cada orden que me dijo el mayordomo. Justo antes de ocupar mi lugar designado, mis ojos se posaron en Chanyeol, sentado junto a Kai. A quienes ni siquiera sonreí, sino que más bien, en cuanto hice contacto visual aparté la vista con rapidez, incapaz de sostener el contacto visual. Y del otro lado, encontré los ojos de mi hermana.

En cuanto me detuve frente al hombre que me coronaria, este me hizo una reverencia. Todo el mundo guardó silencio y yo estuve por flaquear.

—Damas y caballeros, bienvenidos a la ceremonia de coronación de Baekhyun II. —Habló con un tono de voz alto. Ni siquiera pude hacer contacto visual a pesar de que me dijeron que debía hacerlo—Presentamos a Byun Baekhyun, que asume el trono como Rey del reino de Joon.

Todo el mundo aplaudió.

—¿Baekhyun, jura mantener y defender las leyes y la constitución de este reino? ¿Jura gobernar con sabiduría y justicia en beneficio de su pueblo?

Guarde silencio un momento.

—Lo juro.

Entonces el hombre al ver que no me arrodillé, tomó la corona de alguien que la había traído en una bandeja.

—Aquí está la corona, el símbolo de su autoridad y responsabilidad como rey. —El hombre estaba nervioso, incluso más que yo—. Que esta corona sea colocada sobre la cabeza de Baekhyun. —Alzo la corona a la altura de mi cabeza—. Yo te corono, a ti, Baekhyun como rey del Reino de Joon..

Entonces, justo antes de que pusiera la corona sobre mi cabeza. Lo detuve y tome la corona con mis manos.

—Muchas gracias—Le susurré al hombre que tenía los ojos abiertos y se había vuelto pálido de golpe. Cuando me giré hacia el público, el murmullo que había inundado la sala se transformó en un silencio sepulcral. Chanyeol estaba muy confundido, Kai tenía el ceño fruncido. Y en medio de todo esto, el nombre que pronuncié provocó un revuelo de exclamaciones—. Yeri.

Entonces mi hermana se puso de pie y agarrando su falda empezó a caminar.

Cómo había dicho, todo aquel que llegué a ser coronado es porque tiene un propósito, desde luego Yeri lo tiene. De esta forma, ella podrá elegir con quién casarse o no casarse nunca.

Cuando finalmente llegó ante mí y se inclinó, pude notar que ella estaba dispuesta a abrazar esta responsabilidad con valentía. Y yo sin dudarlo puse la corona sobre su cabeza.

—Larga vida a la reina.

En Los Ojos Del Dragón || ChanBaek.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora