XXXVIII

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Me bajé del carruaje y lo que me recibió primero fue la brisa helada que me rozó las mejillas. Miré el cielo con los ojos entrecerrados porque estaba empezando a nevar.

Desvié la vista, para observar la enorme casa que se hallaba frente a mí. Me había imaginado que el hogar de Chanyeol iba a estar dentro de un árbol, pero me terminé equivocando. La casa tenía tres pisos y muchas ventanas. Miré a mi alrededor observando todo el jardín pintado de blanco.

Me estremecí por el frío.

Los soldados bajaban las cosas que Chanyeol había traído. Él estaba de pie hablando con una criada, no tardó mucho y se acercó de nuevo a mí.

—¿Sucede algo?

Negué cuando me hizo esa pregunta. Simplemente me encontraba callado admirando su "Humilde morada"

Ese sonido de fondo llamó mi atención.

—¿Es lo que creo que es? —le pregunté a Chanyeol. Él me miró extrañado y confundido. Fruncí el ceño en ese momento.

Nunca lo conocí, pero sé que es el mar, sé que es el sonido de las olas al llegar a la orilla.

—Ven conmigo, te lo mostraré.

Me extendió su mano y yo la tomé, pude sentir su calidez a través de los guantes. Caminamos hacia el interior de la casa. Dentro era bastante acogedor, además la luz entraba con más fluidez y no se veía tan tenebroso como en el castillo. A medida que nos íbamos acercando el ruido se hacía más fuerte. Desde la entrada de una enorme sala pude ver el gris que pintaba el cielo, estaba seguro de que si el sol se escondía podía verlo con mucha facilidad, pero esto solo iba a ser posible cuando el invierno llegara a su fin.

Me quedé quieto, observando que bajo el cielo se encontraba un cielo de un azul más oscuro, a medida que Chanyeol daba pasos me di cuenta de que el azul bajo el cielo se movía de una forma tan increíble y entonces llegué a la conclusión de que se trataba del océano. Aquel del que había oído hablar un millón de veces, todas las descripciones que escuché una vez, no se comparaban con la maravilla que estaban viendo mis ojos.

Ni siquiera me atreví a decir algo, pues me hallaba demasiado ensimismado en aquella imagen que captaban mis ojos, ni siquiera podía compararse con alguna pintura. Ni la obra más hermosa era capaz de competir contra toda la belleza que estaban viendo mis ojos.

—Este es el océa... ¿Estás llorando?

Desvíe mi mirada, solo para poder enfocar esos ojos que se asemejaban a la sangre.

El cosquilleo de una lágrima me indico que Chanyeol tenía razón. Estaba llorando.

—No sé como controlar todo lo que siento. Los sentimientos agradables son tan extraños para mí... No sé como lidiar con ellos —le dije en voz baja, sin quitar mis ojos de los suyos.

Chanyeol se acercó a mí y limpio las pocas lágrimas que tenía esparcidas en las mejillas.

—Está bien... Puedes seguir llorando si lo deseas.

—Tú eres un rey, yo solo un príncipe. No puedo darte nada. Tú has hecho muchas cosas por mí y yo...

—No necesitas ser rey en ese lugar, no cuando ya lo eres aquí. —Me observó por un corto tiempo, el cabello se le movió despacio por el viento. Parpadeé por lo que había dicho, él también pareció pensar en sus palabras, suspiró rendido mientras cerraba los ojos y pegaba nuestras frentes—. Byun Baekhyun, este es tu reino, todo lo que me pertenece es tuyo ahora. Si amarte me obliga a compartir mi corona, entonces con mucho gusto la comparto contigo.

No existía palabra alguna que pudiera contestarle a esa confesión, nada de lo que fuera a decirle podía compararse con sus palabras.

Me estaba demostrando que en serio no le importaba nada y solo me quería a mí. No importaban los títulos, no importaban los cargos, no importaban nada, solo yo y simplemente yo.

En Los Ojos Del Dragón || ChanBaek.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora