04 - Su-Han

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Ladybug había estado esperando su visita. Después de Contraataque, incluso se había sorprendido de que el maestro Su-Han no hubiera aparecido de inmediato para quitarle el miraculous de la creación. Tenía razones para querer hacerlo, y de hecho, si se lo pidiese, Marinette renunciaría a Tikki sin pensárselo dos veces.

Sin embargo, en aquel momento Ladybug llevaba al maestro Su-Han hasta el taller. El guardián celestial apenas había pronunciado una sola palabra sobre el tema, simplemente había pedido reunirse con Chat Noir y luego había interrumpido cualquier intento de Marinette de disculparse, como si no tuviera intención de reasignar los miraculous.

Cuando llegaron al taller por fin, descubrieron a Chat Noir trasteando con las esculturas abandonadas. Parecía estar apartándolas a un lado para hacer espacio a una larguísima mesa ovalada que en aquel momento se encontraba en el centro de la nave. Apiladas en una esquina había por lo menos veinte sillas que hacían a juego con ella.

¿De dónde había sacado Chat tanto material?

―¡Milady! ¿Qué haces aquí? ¿Me echabas de menos? ―Chat interrumpió su labor cuando los vio llegar y saludó animadamente.

En realidad, Ladybug le había enviado un mensaje que era evidente que no había escuchado. Pero no importaba, porque Chat estaba en el taller de todas formas.

―Tenemos que hablar ―repitió Su-Han, y Chat se acercó a la pareja sin perder su buen humor―. Tenemos un... ―Su-Han carraspeó―, problemilla.

Chat frunció el ceño.

―No me digas... ―soltó con ironía, lo que le ganó un codazo de parte de Ladybug.

―Un problema a mayores, quiero decir ―aclaró el monje―. El robo de los miraculous ha llamado la atención de... gente importante.

Ladybug pegó un respingo.

―Quieres decir... ¿la Orden de los Guardianes?

Su-Han asintió pero luego suspiró indeciso.

Por su parte, Chat los miraba a uno y a otro sin comprender.

―Espera... pensaba que la Orden de los Guardianes había desaparecido para siempre ―intervino.

―Su templo volvió cuando derrotamos a Festín ―le explicó Ladybug, y acto seguido bajó la cabeza arrepentida y dijo―: Sé que debería habértelo contado antes.

«Más secretos», protestó Chat para sí, pero en vez de recriminárselo, se tragó sus reproches y giró la cabeza hacia Su-Han para indicarle que tenía toda su atención. Ladybug no se merecía las pataletas de Chat, pensaba Adrien.

―Sí... bueno... es un poco más complicado que eso ―balbuceó el monje.

La Anciana le había prohibido revelar más de lo estrictamente necesario, aunque de haber podido explicarle a los chicos todo lo que le había contado Yumay, no habría sabido por donde empezar. Su-Han aún se estaba adaptando a los tiempos modernos, así que enterarse de repente de que la Orden de Guardianes había estado operando en secreto durante los últimos 172 años no había sido fácil. Por eso, por el momento, su deber era entregar el mensaje y nada más.

―El caso es que las altas esferas de la Orden no están nada complacidas con los desarrollos recientes ―continuó―. Han querido tomar cartas en el asunto, pero... los he logrado convencer de que os den una segunda oportunidad y han decidido mantenerse al margen.

Ladybug dio un paso hacia Su-Han, alterada.

―¡¿Cómo?! ¿No van a ayudar? ―se alarmó―. ¿Y qué pasa con los United Heroez? ¿No tienen un equipo de portadores de miraculous? ¿No pueden venir a rescatarnos?

Su-Han se removió incómodo. ¿Cómo explicarles que la Anciana había preferido permanecer escondida en vez de recuperar el resto de los miraculous chinos? ¿Cómo explicar, sin revelar más de la cuenta, que había males peores que Hawk Moth en el mundo? Al final, decidió ir directo al grano:

―Nadie va a acudir en vuestra ayuda. Los United Heroez tiene problemas más acuciantes de los que encargarse, y sobre la Orden... prefieren no hacer su existencia pública. De hecho, pretendían quitaros vuestros miraculous para que no fueran robados también y dejar París a merced de Hawk Moth. Por suerte, os he conseguido más tiempo.

Ladybug sintió que las paredes de la nave se cerraban alrededor de ella. No escuchó más allá de la segunda frase, sino que en cuanto Su-Han le confirmó que nadie iba a acudir en su ayuda, tuvo la impresión de que el tejado se le caía encima.

Estaban solos. Ella y Chat. Solos contra el mundo.

Una frase que una vez le había infundido tanto coraje ahora se lo arrebataba por completo.

―¿Cuánto tiempo tenemos? ―preguntó Chat, que se había puesto muy serio.

―Tres meses a partir de hoy ―contestó Su-Han―. Después, la Orden os buscará, os quitará vuestros miraculous y París será vulnerable a los ataques de Hawk Moth.

―¡No pueden hacer eso! ¡No saben quien soy! ―protestó Chat. Estaba teniendo un déjà-vu.

―La Orden tiene sus métodos ―fue la enigmática respuesta―. ¿Creéis que tres meses serán suficientes?

¿Tres meses para derrotar a Hawk Moth? ¿Eso era todo lo que Su-Han había podido negociar para ellos? Durante un breve momento, Chat sintió que la desesperanza lo invadía también a él, pero luego vio a Ladybug, que estaba intentando no hiperventilar a su lado, y se dio cuenta de que debía ser fuerte por los dos. Así que se enderezó, muy seguro de sí mismo, y respondió:

―Derrotaremos a Hawk Moth en tres meses.

Chat se dio cuenta de que ni Su-Han ni Ladybug creyeron su promesa, ¿pero qué otra cosa podía contestar?

Chat se dio cuenta de que ni Su-Han ni Ladybug creyeron su promesa, ¿pero qué otra cosa podía contestar?

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Lila volvía a su casa canturreando. Aquel había sido un día maravilloso. Había disfrutado ver cómo esa mentirosa de Marinette evitaba a Adrien durante toda la mañana, aunque Lila no conocía las razones. Ni le importaban. Si seguía así, lo perdería para siempre, y la idea le hacía sentir mariposas en el estómago.

En eso pensaba cuando, de golpe, sintió que el suelo desaparecía a sus pies y era tragada por un pequeño agujero de gusano. Cayó sobre sus nalgas en una habitación oscura, cuya única fuente de luz era un rayo de sol que provenía de una ventana enorme a sus espaldas. Y siendo iluminado por esa luz como si de un foco se tratase, estaba...

―Bienvenida, señorita Rossi.

La voz de Hawk Moth era profunda y confiada. Había una sonrisa de hiena en su rostro, pero Lila no estaba asustada. Muy al contrario: cuando se incorporó, también había una sonrisa en sus labios.

―¡Ya era hora! ―exclamó―. Te ayudaré, pero ¿qué obtendré a cambio?

Hawk Moth sonrió satisfecho. Le encantaban las jovencitas con iniciativa.

―Una vez que tenga los miraculous de Ladybug y de Chat Noir, podré darte cualquier cosa.

Última jugadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora