—¿Me concedes el honor de bailar contigo, Marinette?
A Marinette le dio un vuelco al corazón. Ni siquiera cuando se balanceaba a cien metros sobre el suelo o se enfrentaba a escenarios de vida o muerte se había sentido tan vulnerable.
Los cumplidos que le había hecho Adrien... ¿iban en serio?
No era la primera vez que lo escuchaba decir «¡Eres increíble, Marinette!», pero Adrien siempre había sido propenso a los halagos, así que Marinette nunca se lo había tomado muy en serio. (De haberlo hecho, su alma se hubiera escapado de su cuerpo hacía mucho tiempo, de pura dicha.)
Sin embargo, no eran las palabras de Adrien las que estaban provocando que Marinette se estremeciera de la cabeza a los pies y sintiera fuegos artificiales en el estómago... sino la forma en la que le estaba hablando.
Era como si Adrien hubiera sido poseído por el espíritu del Dios del sexo.
Su susurro seductor, la forma en la que se había inclinado sobre Marinette y había acercado su labios a la oreja de ella... Marinette no creía que pudiera aguantar mucho más.
¡«Solo una amiga» y una mierda!
Alya se lo había advertido. Le había dicho a Marinette que si se atreviera a mirar a Adrien a la cara se daría cuenta que estaba coladito por ella. Por desgracia, últimamente Alya tenía muchas ideas con las que Marinette no estaba de acuerdo, así que no la había creído. Es más: no se había dignado ni a plantearse la idea.
Tal vez, si Marinette hubiera escuchado a Alya, la situación actual no la hubiera tomado tan desprevenida: Adrien le estaba pidiendo un baile, había dejado sus intenciones muy claras, y Marinette tenía ganas de llorar.
No solo tenía ganas de llorar. También tenía ganas de gritar hasta que su pulmones estallaran. De acabar con todo a su paso hasta que sus nudillos sangraran. De cazar al responsable de que le hubiera tocado una suerte tan pésima y colgarlo de los huevos de la torre Eiffel.
Después de dos años de espera, después de dos años fantaseando sobre tener tres hijos con él, ¿Adrien por fin mostraba interés?
No era justo. El destino era muy cruel.
Marinette sintió un nudo en la garganta. Su vista comenzó a empañarse.
¿Por qué había tenido que ser esa noche, precisamente?
¿Por qué después de dos años?
¿Por qué después de que otro chico se hubiera hecho un hueco en su corazón?
Adrien seguía inclinado sobre ella, con sus labios peligrosamente cerca del oído de Marinette. Seguía esperando una respuesta, pero ya habían pasado veinte segundos y la posición en la que estaban estaba comenzando a volverse incómoda.
Marinette pudo notar cómo la confianza de Adrien se iba desvaneciendo a medida que el silencio se alargaba. Primero bajó la cabeza —quedó mirando el hombro de Marinette— y luego cambió el peso de un pie a otro.
Finalmente, dio un paso atrás.
Durante un instante, Marinette fue dolorosamente consciente del cuerpo de Adrien separándose de ella. La sensación del calor de él alejándose fue tanto una desgracia como un alivio. Adrien se colocó a una distancia prudencial, una distancia que no le permitía besarla con solo echarse hacia delante.
Sin embargo, Marinette mantuvo la cabeza gacha, sin mirarlo directamente. No se atrevió a encarar a Adrien porque sentía sus ojos humedeciéndose y no le quería mostrar lo evidente que era que tenía ganas de llorar.
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Última jugada
FanfictionDespués de Strike Back, Hawk Moth se encuentra en posesión de todos los miraculous. Marinette le hace el vacío a Adrien en clase. Chat trata de animar a Ladybug mientras oculta su propio dolor. Y Félix trama sus propios planes. Pero entonces Adrien...