16 - Hawk Moth reveal II

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―Se habrá olvidado ―la reconfortó Tikki―. Chat tiene su propia vida, ¿sabes? No es la primera vez que algún imprevisto le ha impedido salir a patrullar.

―Esta vez es diferente. ¿Y si le ha pasado algo? ¿Y si Hawk Moth le ha tendido una emboscada? ¿Y si se encuentra herido? ¿Y si...?

―¡Marinette! ―la detuvo Tikki, antes de que su portadora continuara con su retahíla de escenarios catastróficos―. Seguro que está bien. Sabe cuidar de sí mismo.

Pero Marinette no estaba nada convencida. En ese momento correteaba de un lado a otro en su habitación mientras se mordía las uñas como si fueran la galette más deliciosa jamás horneada. Había quedado con Chat a las siete de la tarde, en el taller, pero su compañero no había aparecido.

Ladybug lo había esperado durante dos horas, y cuando se hizo evidente que no iba a presentarse, a Marinette le había entrado un ataque de nervios.

―Debería haberme quedado en el taller ―se regañó a sí misma―. Tal vez se encuentre ahí ahora mismo. Tal vez me esté esperando. Tal vez...

―Si ese fuera el caso, entonces Chat hubiera contestado a tus mensajes ―le dijo Tikki.

―¡Pero no lo ha hecho! ¡Que es aún peor!

Tikki frunció el ceño. En realidad ella también estaba un poco preocupada, pero que ambas perdiesen los nervios no ayudaría a nadie. Además, lo que Marinette no sabía pero Tikki sí era lo controlador que era el padre de Adrien. Si su hijo hubiera desaparecido, ya estaría en las noticias y todo París estaría buscándolo. (Había ocurrido una vez, en Navidad.)

Entonces el teléfono de Marinette vibró sobre el escritorio. La chica le dirigió una mirada de reojo, demasiado ocupada en otros asuntos como para contestar a Alya, pero cambió de opinión en cuanto leyó su mensaje: «Creo que deberías saber que Chat Noir ha sido visto en Londres».

Marinette tomó su teléfono tan rápido que estuvo a punto de escurrírsele de entre las manos. Alya había adjuntado una foto, que Marinette abrió con unas ansias incontrolables.

La foto mostraba una figura alada flotando en frente del Big Ben. Alya tenía razón: era el traje de Astrocat. Era Chat Noir sin ningún género de duda, Marinette podría reconocerlo en cualquier parte.

De inmediato, Marinette presionó el botón de «llamar» junto al nombre de su mejor amiga, que contestó sin hacerse de rogar, seguramente porque estaba esperando su respuesta.

―¿A qué hora fue tomada la foto? ―preguntó Marinette, sin saludos ni rodeos.

Alya percibió la preocupación en su voz y se contagió de ella un poco.

―Sobre las siete y media de esta tarde. ¿Por? ―respondió. Alya había asumido que Ladybug había enviado a Chat Noir a Londres para buscar a Félix, pero al advertir el tono de su amiga, sospechó que no era el caso.

―Eso no... eso no tiene ningún sentido... ―musitó Marinette. Chat y ella habían quedado a las siete en el taller. ¿Por qué iba Chat a dejarla plantada para irse a Londres?

Al otro lado de la línea, Alya se mordió el labio inferior con una mezcla de culpa y frustración que la atormentaba con frecuencia aquellos días. Le estaba costando horrores contenerse y no preguntar por qué Marinette sonaba tan preocupada, qué hacía Chat en Londres y cómo demonios había conseguido Chat disparar el cataclismo en su pelea con Volpina.

Pero sobre todo le estaba costando horrores no preguntar sobre Trixx.

Alya sabía que Ladybug había recuperado el miraculous del zorro a principios de semana, y sin embargo ya era viernes y su mejor amiga no le había mencionado nada al respecto. Se había convertido en un tema tabú que llenaba sus conversaciones con silencios incómodos, y a Alya no le gustaba ni un pelo. Prefería que Marinette le diese una negativa rotunda a que la dejase en vilo de esa manera, pero tras Contraataque su mejor amiga había dejado de compartir su faceta de superheroína con ella casi por completo y Alya no era quien para reprochárselo.

Última jugadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora