39 - Homewrecker

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—¡ALÉJATE DE ELLA, CABRÓN DESTROZA-HOGARES!

Su grito obtuvo reacciones muy diferentes de Marinette y Chat Noir. Ella giró la cabeza como una cierva ante el sonido de una escopeta, y en cuanto reconoció quiénes estaban plantados bajo el umbral de la puerta, la sangre abandonó su rostro. Él, en cambio, apretó a Marinette contra sí y dejó escapar un gruñido protector. Como si temiera que Kagami o Luka quisieran robársela.

—¡Esto no es lo que parece! —chilló Marinette. Todo en ella, desde su gritito demasiado agudo a su lividez, evidenciaba su pánico.

El resto de los presentes —incluido Chat Noir— se la quedaron mirando con una ceja alzada. Marinette seguía con la espalda contra la pared y con las piernas alrededor de la cintura de Chat Noir. De hecho eran los brazos de él los que la estaban aún alzando en el aire, y además Luka y Kagami los habían pillado infraganti.

Poco había que malinterpretar.

Chat contuvo una risilla. Marinette estaba prácticamente temblando en sus brazos; iba a divertirse muchísimo recordándoselo más tarde. Sin embargo, lo entendía: no era una situación en la que Adrien Agreste quisiera ser pillado tampoco, pero a Chat Noir no le importaba en absoluto.

—Kagami, Luka. —Chat se dirigió a ellos con una sonrisa asesina, dejando a la vista sus pronunciados colmillos—. Marinette y yo estábamos en medio de algo importante, así que, si no os importa dejarnos solos...

Fue esa frase la que hizo que Luka por fin se girara a mirarlos, pese a la posición comprometedora en la que aún estaban enredados y que le causaba cierto pudor. Examinó a Chat Noir de arriba abajo: uno de sus brazos agarraba a Marinette por la cintura y otro por... en fin, ya sabéis por dónde.

Luka trató de imaginarse a Adrien en lugar de Chat Noir. Adrien, el angelito perfecto, que les estaba pidiendo que los dejaran solos para poder seguir dándose el lote con Marinette. Que les estaba mostrando sus colmillos porque sabía que Kagami solo respondía a la fuerza bruta.

Luka no consiguió deshacerse mentalmente de la máscara negra.

Después de descubrir la identidad de Chat Noir, a Luka le había costado semanas asimilarlo, mucho más que lo que le había costado aceptar que había salido con Ladybug (brevemente). Al final había logrado ver el lado amable y dulce de Chat Noir y el lado salvaje de Adrien, pero había momento —como ese— en los que Luka no alcanzaba a comprender cómo dos personalidades tan aparentemente opuestas podían compartir un solo cuerpo.

De todas formas, dado que ya había comprobado que el mundo no se iba a acabar a manos del Dios de la Destrucción, Luka alzó los brazos a modo de disculpa y dijo:

—Sí. Claro. Ya nos vamos.

—De eso nada —siseó Kagami, dirigiéndole a Luka un gesto que decía «Mantén la boca cerrada». Luego clavó aquellos profundos ojos marrones en Chat Noir; la sonrisa pilla de Adrien se borró en cuanto advirtió la ira ardiente que corría por sus venas—. Suéltala ahora mismo, Chat Noir.

Que conste que Chat solo obedeció porque notó a Marinette retorcerse entre sus brazos. Antes de que Chat pudiera comprender lo que estaba pasando, Marinette volvió al suelo y corrió hacia Kagami.

—Kagami, te juro que te lo explicaré. Pero a solas, ¿vale? —le susurró en cuanto la tuvo lo suficientemente cerca.

Por desgracia, Chat lo escuchó de todas formas. Y sintió una puñalada en el corazón.

—¡No! —exclamó Kagami en respuesta. Pese a que la chica no era muy expresiva por naturaleza, la mezcla de incredulidad e ira se apreciaba con claridad en su ceño fruncido—. ¿Pero qué haces, Marinette? Alya me advirtió que estabas confundida, pero no sabía que te habías vuelto loca.

Última jugadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora