Cuando Adrien entró en la sala de baile, fue recibido por un agradable rumor de voces.
Aquello no era como la última fiesta que Chloe había organizado, llena de adolescentes y gritos y música a todo volumen. En cambio, lo que Adrien descubrió al otro lado de la puerta fue el Danubio Azul de Strauss, interpretado por una pianista rubia que tocaba al fondo de la sala.
Grupitos de lo más variopintos charlaban aquí y allá, pero en ningún caso tratando que sus voces se alzaran por encima de la música. Había mujeres, hombres, ancianos y algún que otro niño. La mayoría parecían pertenecer a la clase alta, por sus trajes caros, pero Adrien también reconoció a algunos de sus compañeros.
Por ejemplo, vio a Kim, Max y Alix aprovechando el champán gratis. Divisó a Chloe señalando los defectos del vestido de Zoe. Y Juleka, Rose, Iván y Mylène charlaban tranquilamente en una esquina, camuflándose entre la multitud.
Sin embargo, Adrien no fue a saludarlos. No quería que ninguno de ellos lo ralentizara. Tenía un objetivo claro y no pensaba desviarse: Marinette.
Giró a la derecha y comenzó a sortear a la multitud lo más educadamente posible. Sus ojos buscaban con avidez algún destello rojo entre los numerosos vestidos, pero aunque estaba caminando en la dirección correcta, no encontró rojo en su camino.
Solo cuando el último grupo de personas se apartó y Adrien por fin vislumbró los tonos marrones y verdes de Alya y de Nino respectivamente, descubrió por qué.
Adrien se detuvo en seco en cuanto reconoció a Marinette. Parpadeó dos veces desconcertado. Se frotó los ojos para asegurarse de que no estaba teniendo visiones, y aun así, no entendió la imagen que se mostraba ante él.
En definitiva, ese no era el atuendo que esperaba verla llevar.
El magnífico vestido en el que Marinette llevaba tanto tiempo trabajando estaba oculto bajo una larga capa negra.
—¡Tío! —lo saludó Nino, corriendo a su encuentro con los brazos bien abiertos.
Lo envolvió en un abrazo de oso que Adrien no fue capaz de corresponder, atontado como estaba ante el aspecto de Marinette.
Ocupaba el espacio de tres personas con esa capa, que ocultaba la totalidad del vestido excepto por una rendija de tela roja que se atisbaba a ras de suelo. Se parecía tanto a Severus Snape caminando por los pasillos de Hogwarts —excepto por la cabeza, claro está— que estaba atrayendo miradas.
Adrien no entendía nada. La fiesta hacía tiempo que había comenzado. ¿Por qué aún no se había quitado la capa?
Una idea absurda le vino a la cabeza . Una idea que hizo que su corazón comenzara a latir como loco.
¿Y si...?
Descartó la posibilidad de inmediato. No quería hacerse ilusiones.
—¡Tierra llamando a Adrien! —exclamó Nino de repente, dándole un par de cachetes en la mejilla para espabilarlo—. Tío, no te quedes ahí plantado. Las dos chicas más sexys de París nos están esperando.
Dicho esto, Nino pasó un brazo por detrás de los hombros de Adrien y comenzó a arrastrarlo hacia la esquina donde esperaban Marinette y Alya.
Adrien seguía con la vista clavada en Marinette. Su expresión aturdida no se le pasó por alto a Nino, que se inclinó para susurrarle:
—A ver si tú consigues hacerla entrar en razón, porque se niega a quitarse la capa.
Adrien tragó saliva. Eso de no querer hacerse ilusiones estaba a punto de irse al garete...
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Última jugada
FanfictionDespués de Strike Back, Hawk Moth se encuentra en posesión de todos los miraculous. Marinette le hace el vacío a Adrien en clase. Chat trata de animar a Ladybug mientras oculta su propio dolor. Y Félix trama sus propios planes. Pero entonces Adrien...